La figura política, socio-cultural e histórica de Eva Perón siempre fue puesta en duda. Y las razones para explicar esos cuestionamientos son de raíz ideológica. Las ideas y políticas sociales fundadas por Evita durante el gobierno de Juan Domingo Perón siguen vigentes; pero también continúan vigentes las críticas antiperonistas.
Por ejemplo, las cuestiones vinculadas a su origen social y a la prostitución como una forma de desprestigiarla. Su legado en la posteridad quedó plasmado a través de hechos, que resultan difíciles de cambiar para cualquier manifiesto a favor o en contra de sus ideas.
Con el historiador Pablo Vázquez del Museo de Eva Perón, intentamos comprender por medio de su postura y de sus estudios históricos, algunas aristas de las dudas que se plantean en torno a la figura de Eva Perón. En particular, sobre la veracidad de su último mensaje.
El especialista del Museo de Eva Perón reconoce que muchas de estas inquietudes son las expresadas por los visitantes en las guiadas: el origen social, el pasado como actriz, la prostitución, la relación con Perón. Además, de todas aquellas construcciones fundadas o infundadas que el público recibe y muchas veces da por ciertas sin cuestionamiento alguno. En esos casos, se tratan de preconceptos formulados en torno a la imagen de Evita.
Las dudas acerca de su última expresión de voluntad
En los primeros años luego de sus muerte, se conoce el testamento de Evita. Lo que luego formaría parte de “Mi Mensaje”, documento escrito que genera cierto malestar en la familia Duarte, un juicio y alguna polémica.
Hay algunos detalles al respecto que menciona Pablo Vázquez, el historiador consultado para este informe.
Vázquez explica que: “Eva Perón en sus últimos meses de vida escribió un texto que se denominó con el tiempo Mi Mensaje”. Además, indica que tras la muerte de Evita, la revista Mundo Peronista informa de la existencia de la última voluntad o su voluntad suprema. Todo indica, según Vázquez, que el manifiesto de las ideas de Evita existió, sólo que nunca se editó en ese período.
-¿Qué ocurrió con los originales?
Ese es uno de los primeros interrogantes. Eran escritos mecanografiados y señalados de puño y letra por Eva, incluso algunos con su firma, que con el tiempo se perdieron. Estos documentos se recuperan en los años ’80 y se dan a subasta. Nunca alcancé a ver el original sino copias de ese material. Incluso, la Justicia me consultó cuando al intentar editar Mi Mensaje se debió constatar la veracidad de las anotaciones de Eva en ese escrito.
El especialista del Museo Evita responde con más exactitud: “Se realiza un juicio por un recurso presentado por una de las hermanas de Evita. Y se realizan peritajes por el tema de la caligrafía. Me vienen a consultar a mí por el tema de documentos originales, que yo sé son de Evita, que pertenecen al Museo”.
“Al salir el peritaje dio positivo, por tanto se comprobó que era cierto el texto de Mi Mensaje. La parte manuscrita arriba de las hojas topeadas correspondería en un porcentaje muy importante a la caligrafía que tenía Eva Perón”, agrega en referencia al fallo a favor de Juan Jiménez Domínguez (ya fallecido), que dice fue quien tipió el material. Luego, esa versión es publicada.
-¿Cuál era la polémica por la publicación de Mi Mensaje?
Se estimó en la época que por el contenido contra las Fuerzas Armadas y algunos miembros de la Iglesia, no era conveniente editarlo durante el segundo gobierno de Perón. Cosa lógica, dado que el segundo gobierno tenía enfrentamientos con la oposición, un intento de golpe de Estado, un atentado en la Plaza de Mayo, el bombardeo a Plaza de Mayo y en dos meses la caída de Perón. Y, a las hermanas no les constaba que Evita haya escrito ese material. Ellas estuvieron con ella la mayor parte del tiempo de sus últimos meses y no la vieron ni redactar, ni dictar ningún manuscrito.
El documental de Telefé
El ciclo televisivo de Lo que el tiempo nos dejó, una producción de Sebastián Ortega y a cargo del historiador Felipe Pigna, realizó una emisión en la que se narra la historia de cómo fueron los últimos días de Evita. El historiador Vázquez considera al respecto que pueden entenderse de dos maneras. Por un lado, admite que desde un punto de vista historiográfico si alguien que no sabe de historia lo ve “se puede confundir”. Pero acepta cierta libertad con una intencionalidad explícita, “entiendo la finalidad artística y algún tipo de finalidad pedagógica para entender lo que pasó en ese tiempo de tantos odios y amores en torno a Eva”.
De todos modos, Vázquez señala varios aspectos que no son reales, como el hecho de que Evita no fumaba y que la enfermera que aparece en dicha emisión nunca existió: “Evita no fumaba. Después, el tema de la enfermera es una ficción”. En este sentido, aclara que se ha publicado un libro sobre la enfermera de Evita que fue la regente de la escuela de enfermeras, María Eugenia Álvarez. Pero que ninguna relación existe con al historia narrada en la mencionada producción de Telefé. “La última enfermera, justamente, era la regente, la de mayor jerarquía”, agrega.
En este caso, debemos plantear algunas cuestiones. La presentación de una versión ficcionada sobre un personaje fundamental en nuestra historia, no es un hecho menor. Es aceptable que se realice una versión libre, con ciertas licencias, y suponer que no hay un interés por desprestigiar la historia real, generar interpretaciones confusas o sumar algún elemento que le de más trascendencia al programa. De lo contrario, resulta algo deshonesto ya que la historia tiene el respaldo del historiador Felipe Pigna. Aunque para su colega, Pablo Vazquez, el producto se sustenta bajo una intención pedagógica de dicha producción televisiva.
Tomás Eloy Martínez: Evita y la prostitución
Por último, conversamos con Pablo Vázquez del Museo Evita, acerca de uno de los planteos y consultas más reiteradas por los visitantes del Museo. Casualmente, una de las afirmaciones del periodista Tomás Eloy Martínez en algunas de sus últimas columnas sobre el pasado de Eva Perón. Buscar algún antecedente “poco moral” en aquellas personas que lograron convertirse en íconos de la historia, resulta polémico. Y la polémica vende. Pero, en este caso, el planteo de Evita y la prostitución es una discusión con una clara finalidad de desacreditar la construcción de hechos significativos en la historia de la mujer en la política.
En este sentido, Vázquez responde: “Si la mujer puede gozar, si goza es una puta. El hombre está bien porque para eso es hombre”. El historiador sostiene que si bien no es algo comprobado, si esa versión fuese cierta no modifica la historia política de Evita. Y realiza una comparación en la que pone evidencia la carga ideológica en dicha acusación: “Si Victoria Ocampo se acostaba con alguno de Francia era una mujer liberada, avanzada en su época. Si Evita se acostaba con alguno por ahí, era una puta”. “Acá la cuestión es que era una mujer pobre y era actriz, que obviamente en la época no era bien visto”, completa Vázquez al referirse al tema.
-Para finalizar, ¿cree que sigue vigente el legado de Evita hoy en la sociedad?
Después de todo lo que nos pasó con el “proceso”, en los años ’90 con la pérdida del poder del Estado y la crisis social del 2001, creo que el legado se comprendió. Hay cosas que implementó Eva que todavía siguen vigentes: escuelas, hospitales y una forma de trabajo social importante que es estar en contacto con quien lo necesita. Obviamente, tiene un trasfondo político, Eva era política. Y es una forma de construcción de un proyecto político, que creo que hoy se retoman.
A modo personal y luego de conocer el análisis del historiador, creo que es necesario rescatar algunas observaciones; válidas no sólo para el estudio de la historia de Eva Perón sino también válidas para hechos de la actualidad o de otro momento del pasado. La historia presenta características similares a los hechos narrados en el presente por los diarios. Cambian las versiones según el medio, el público y los periodistas que participen. Una vez más, no podemos sostener verdades absolutas.
Sin embargo, al momento de expresarnos como periodistas o ciudadanos de a pie, el sentido común vale para todos. No es posible afirmar una idea a favor o en contra de una figura, una persona, un hecho, sin tener argumentos sólidos que sustenten nuestro parecer. Es nuestra opinión, pero eso no significa que pueda contener supuestos infundados, información falsa.
El periodismo tiene la tarea de tomar con mucha precaución todas las palabras, los dichos, los hechos. Y de entre todas las versiones que se dan por válidas, intentar generar un mejor entendimiento de la realidad, una historia definitiva. Aunque resulte utópico.
Damián Blanco