En una sociedad como la argentina, con 6 millones de desocupados y un alarmante nivel de delincuencia, el robo de un auto no parece particularmente grave. Por supuesto, todo depende de a quién se lo hayan robado.

Según un documento reservado, el hijo mayor del diputado provincial Luis D’Elía, Pablo Emanuel, denunció el robo de “su” auto, un Renault Clío Fase II, modelo 2001, color rojo, patente DUZ 529, valuado en alrededor de 22 mil pesos.

De acuerdo con ese expediente, Pablo había estacionado el auto en Azopardo y Monteagudo, en Ramos Mejía, partido de la Matanza. A las seis de la mañana, cuando fue a retirarlo con un grupo de amigos, los interceptó un Fiat 600 blanco del que se bajaron tres hombres armados. Pablo D’Elía entregó las llaves y vio por última vez el vehículo. Luego, hizo la denuncia en la Comisaría 2°.

Si no fuera por el mal rato que vivió aquella madrugada, podría decirse que Pablo es un chico con suerte. A los 20 años, es estudiante, tiene una banda llamada Conurbano Rock desde hace algún tiempo y vive con sus padres y cuatro hermanos en la zona sur de Isidro Casanova. Pero no trabaja. Al menos, no en nada fijo. Su propio padre, Luis D’Elía, dice sobre las ocupaciones del chico: “Tiene sus cositas”. ¿Cómo hace un joven desempleado para tener un auto como ése?

Según los registros, el dominio del Clío está a nombre de Liliana Leonor Rodríguez, con domicilio en el barrio Los Pinos de Villa Luzuriaga, La Matanza. Rodríguez admitió que el coche le había pertenecido, pero que lo vendió hace un tiempo.

D’Elía aclara: “Siempre tuvimos vehículos. Ése está a nombre de mi esposa”. Pero el informe de la Jefatura Departamental 18 de La Matanza dice otra cosa: que Pablo denunció que era suyo, además de dejar sentado que no era un vecino cualquiera, sino el hijo de un Diputado Provincial.

El legislador que es, además, dirigente principal de la FTV (Federación Tierra y Vivienda), una corriente piquetera kirchnerista, cuenta que su sueldo mensual en la Cámara Baja bonaerense es de 3.800 pesos. Con eso, dice, mantiene su casa (amplia y bien equipada) y a su familia. “Yo lo dije siempre: no soy desocupado. No hago como hace (Raúl) Castells, no me hago el desocupado. Tengo trayectoria social. Milité en las comunidades eclesiales de base, en las organizaciones ligadas a la cooperativización de la tierra y a mediados de los ‘90 tomé la causa de los desocupados. Soy titular en la docencia primaria y provisional en la docencia media, con 30 horas cátedra”, detalla.

El hogar de Casanova es un refugio que se resiste a cambiar, a pesar de que su cargo le permitiría mudarse a otra zona: “Tengo una buena casa, pero en Casanova sur, sin gas, sin cloacas, igual que mis vecinos. No sé cuántos diputados pueden decir lo mismo. Otros ya se habrían mudado”.

Un gran caradura.