Mauricio Macri camina ligero, con su solapa levantada para que nadie se percate de que es él quien ingresa al misterioso consultorio ubicado en el tercer piso de Av. Santa Fe 1731. A su ocasional compañera de ascensor le dirá que está yendo a ver el dentista, pero no hay profesional que se dedique a la dentadura en ese piso de ese mismo domicilio. Menos aún en el departamento al que se dirige: el número 11.
Allí funciona en realidad un centro de estética llamado Juarez-Alday, donde los tratamientos tienen que ver más con el mejoramiento del rostro que con el arreglo de los dientes.
Allí es donde ingresó Macri el pasado 3 de mayo a las 10 de la mañana, a efectos de atenderse con la Dra. Patricia Juárez, médica cirujana recibida en la Universidad Nacional de Córdoba. Fue solo una de las tantas visitas que el jefe de Gobierno hizo a ese consultorio, a efectos de hacerse un "refreshing" facial.
¿Le pesará a Macri la diferencia de edad que tiene respecto de Juliana Awada? ¿Sentirá acaso que su rostro comienza a parecerse al de su propio padre?
Como sea, los cambios ya empiezan a notarse en la piel del mandatario, como puede verse en la comparación de las siguientes fotografías. La de la izquierda corresponde al año 2009 y la de la derecha a 2011.
Si se observa con atención, podrá verse que algunas de las arrugas de Macri se han borrado y su rostro aparece como más "levantado". Es la magia del fino trabajo estético de la médica Juárez. Hay que destacar que, si fuera demasiado obvio, no serviría lo hecho.
Apenas macri aterrizó en la arena política, sus asesores le recomendaron ir recortando gradualmente el tupido bigote que solía tener para dar una imagen más afable, pues ahora parece ser el turno de hacer borrar algunas arrugas que dejó la política. Eso sí, la táctica ya no es un secreto.
Equipo de Actualidad de Tribuna de Periodistas