La designación del actual ministro de Economía, Amado Boudou, para acompañar como candidato a vicepresidente a Cristina Fernández en la búsqueda de su reelección ofrece dos señales muy claras: el kirchnerismo no tiene futuro político, pero tampoco económico.
En pocos días, la Presidenta anunció primero su decisión de postularse a la reelección y luego el nombre del candidato a vicepresidente que la acompañará en la fórmula, lo que no significó ninguna sorpresa, por tratarse de una persona relativamente joven (48) para ocupar esa nominación.
Es que en un discurso reciente, Cristina Fernández señaló su "compromiso" que describió como "irrenunciable e irrevocable... fundamentalmente, por los jóvenes que tanto esperan de este nuevo país y en el que espero ser un puente entre las nuevas y viejas generaciones... (quienes) tomamos la posta de otros y seguimos adelante para construir esta Argentina que estamos viviendo entre todos".
La posta a la que ella se refiere es la que junto a su fallecido esposo supuestamente recibieron de los jóvenes revolucionarios de los '70, razón por la cual una imagen destacada en el Salón de los Patriotas Latinoamericanos de la Casa de Gobierno es la de Ernesto "Che" Guevara.
Lo interesante es que el perfil de su candidato a vicepresidente dista mucho de parecerse al autor de "Guerra de guerrillas": su afición al surf, el rock, los autos lujosos, sus motos de marcas emblemáticas y vivir en uno de los lugares más costosos de Buenos Aires, lo caracterizan más como un dirigente del PRO que como un revolucionario "sucio y desprolijo".
En ese sentido, ver cómo saludaba a Boudou de modo afectuoso Hebe de Bonafini, representó una imagen típica del surrealismo kirchnerista.
Sin embargo, la Presidenta argumentó su decisión teniendo muy en cuenta la "lealtad" de Boudou, dado que su actual vicepresidente, Julio Cobos es un opositor a su gobierno. En especial, destacó del ministro el haberla convencido de la necesidad de estatizar los recursos de las Administradoras de Fondos de Jubilaciones y Pensiones (AFJP).
Sobre el pasado liberal de Boudou, tras su militancia en Mar del Plata en la Unión para la Apertura Universitaria (UPAU) y luego obteniendo un master en la Universidad de los Chicago Boys en Buenos Aires (UCEMA), hasta llegar a convertirse en ministro de economía del kirchnerismo, podría atribuirse a un cambio de ideas, tal como se adelantó en señalar la Presidenta, pues "el mundo cambió".
Teniendo en cuenta otros casos similares, se trata más bien de una actitud de oportunismo político por parte de quien, se presume, que ofrecerá continuidad al puente entre los años '70 Néstor y Cristina y el futuro del movimiento "nacional y popular".
En consecuencia, si la posta la va a tomar alguien del perfil de Boudou, se demuestra lo que hasta ahora ha sido obvio: el kirchnerismo no tiene futuro político, debido a la ausencia de figuras de nivel y prometedoras como referentes de los gobiernos de Néstor y Cristina, lo cual esta candidatura a la vicepresidencia viene a reforzar.
Tampoco tiene futuro económico, porque la historia de la irresponsabilidad fiscal ya se sabe como termina en la Argentina. En este aspecto, la designación de Boudou es toda una señal negativa, pues se trata del responsable de la decisión que ahuyentó más inversiones y el episodio más grave de inseguridad jurídica en la Argentina K, como fue aquella estatización de las AFJP.
Además, como titular de la cartera de Economía, Boudou es co-responsable del desborde del incremento del gasto público, la alta inflación, la falsificación de las estadísticas oficiales y a la vez de mantener en su cargo a Guillermo Moreno, secretario de Comercio Interior que en los papeles depende de él, un funcionario que avergüenza a la Administración Pública, deteriora aún más la mala imagen del país y, sobre todo, representa una falta de respeto a los contribuyentes.
En definitiva, si en la figura de Boudou estará el destino del puente entre la generación setentista —que a diferencia de sus pares de Chile y Uruguay no ha aprendido nada— y aquellos que deberán continuar el modelo K, ya puede adelantarse que de ganar las elecciones este año su ciclo terminará con el segundo mandato de Cristina Kirchner.
Esto último, igualmente, tiene una salvedad: que la oposición siga siendo tan paupérrima como hasta ahora.
Gabriel Salvia
CADAL