Hace unas semanas vi en Panamá Fahrenheit
9/11 de Michael Moore. Sólo un cine la dio en las inmediaciones del
Manhattan panameño, Paitilla. Me sorprendieron las filas y
los llenos de taquilla. Y los comentarios a la salida. Panamá es un país
de menos de 3 millones de habitantes, el menos densamente poblado de América
latina. La gente se conoce. Es un pequeño pueblo a
las orillas del Pacífico. Algunos aplaudieron al finalizar el
cortometraje. La gente rió en muchas
oportunidades en medio del filme. Panamá fue colonia de Estados Unidos
casi todo el siglo XX. Existe un conocimiento
acabado en algunos sectores del país del Norte.
Leo por un diario chileno, La Tercera, que Fahrenheit
9/11, acaba de llegar a Chile, pero se estrenará el 8 de octubre. Me
sorprende la tardanza en un país “top”, tan insertado, con tantas
pretensiones desarrollistas. Es sólo una observación. Es más sorprendente
el comentario del periodista Rodrigo González, que debe ser el último sobre
un filme que el mundo ya vio hace meses. Corresponde a una nota ya desfasada
para la opinión pública que viaja, lee Internet y se entera por videos, etc.
"Tendenciosa, política, sin calidad técnica",
son algunos de los calificativos de González para el corto de Moore y de paso
descalifica a los franceses por el
premio La Palma de Oro, a este gordo irreverente, simplón, irónico,
demoledor del establecimiento norteamericano.
Moore busca eficacia en su mensaje, un lenguaje claro,
definido, plagado de hechos, documentado de realidad,
y lo logra. Es un cortometraje para
denunciar una realidad. Si bien anda en zapatillas el gordo Moore, con su
gorrita beisbolera Made in Canadá, y ese aire de perdóneme usted, desnuda
el trasfondo de la guerra de Irak. Su público es el norteamericano.
Hacia ellos está dirigido el filme. No es una película del Séptimo Arte que
intenta competir con Fellini, Antonioni, ni ningún clásico. Busca eficacia,
y lo logra, reitero, claridad en un tema de importancia vital para Estados
Unidos y la humanidad, y lo logra.
Hay datos sorprendentes, sobre todo, para las personas que
no leen, ni se interesan de la realidad política y social, de quienes
integran la gran Sociedad Banal, orquestada por los medios de Comunicación
con la TV a la cabeza de los
descabezados. Las inversiones Saudí en Estados Unidos, por ejemplo, que
representan algo como el 7 por ciento de la economía total del país del
Norte. La habilidad de Moore consiste en recopilar hechos, documentar toda esa
realidad oculta y armar su libelo. No es lo mismo hacer en Estados Unidos que
en algún otro país, en estos tiempos. Un mérito notable y un homenaje a la
audacia, un ejemplo para un país que se muerde la cola de la dictadura hace
14 años en democracia protegida.
Rolando Gabrielli