Habría que preguntarle a Jorge Luis Borges, si le parece
correcta la acción de la Policía Federal de Argentina. Seguro que desde
su ciega lápida en Suiza mira Buenos Aires. Es muy difícil que su
ciudad eterna, las calles de sus calles, sean olvido en su memoria. Poesía y
policía, riman, pero no se parecen. Son como dos tiros contra vía. Paralelas
que nunca se juntarán. Un poema, en principio, no tortura a nadie, es una
simple advertencia a la imaginación. No pasa de ser una luz roja en el camino.
Poesía es un paso en soledad y reversa, con las luces altas en la carretera y
bajo la niebla. La policía es un hombro vacío en una ruta que siempre
coquetea con el precipicio, el eslabón perdido de lo prohibido. Un gran NO que
el poeta se salta, el viejo obstáculo de la piedra en el camino, la perfomance
del lugar mal empedrado. La policía es adicta a los retenes, el poeta abre
puertas para ver el bosque, porque siempre debe haber una ventana por donde
entre la pequeña luz ciega del día.
Borges debe haber tomado la pesquisa de la Policía Federal
de Argentina como un homenaje más a su obra ficcionadora. Alguien dirá que esa
acción impecable, ya no es implacable, por parte de la policía, sino el
comienzo de un trhiller borgiano, más bien una pista en el enigma del autor de El
Aleph. Es la gracia de la literatura que empuja a la realidad a una nueva
ficción. ¿Es un acto legítimo del diván froidiano o un paseo por Corrientes,
la letra espesa, mortal, visceral, dulcemente cruel del tango? A Borges le
gustaba la milonga. ¿Cosas de la literatura o del arrabal? Orillero del Gran
Buenos Aires. Son las calles hechas y rehechas. El derecho a permanecer fiel a
un andén. Ya veremos que podría haber dicho Borges. Es el espacio público,
impúdico, lúdico, el espejo retrovisor real del día. Borges temía
a los espejos y nunca supo que el vestíbulo de su última morada en Suiza
estaba presidido por un gran espejo, quizás su última silueta en vida, la
proyección del Borges imborrable, la sombra, la que en verdad reemplaza al
cuerpo. Ya ingresaba de la mano de la muerte detrás del último cristal.
"Yo que sentí el horror de los espejos/ No sólo ante el cristal
impenetrable... Sino ante el agua especular que imita..." Donde mete sus
narices la policía, algo huele mal, en la punta de la nariz se desprende la
materia fecal ya descompuesta. A veces es mejor cerrar los ojos, y sentir la
fragancia de las Islas Comoras, que viene del tocador. Es el perfume de los
bosques de esas islas, que viven de la fragancia que fabrican. Islas de
tocador. Islas para la piel. Islas para los sentidos. Cuerpos islas. Islas como
mesas sobre el mar. La playa que las recoge con sus mareas como si fuera un gran
tocador.
El espejo sólo llega hasta el horizonte. Todo lo demás
existe para otro paisaje. El que inventó el espejo envenenó el alma humana,
decía el poeta lusitano, Fernando Pessoa. Hoy no fui a la Redacción, me
apesta el escenario más que el olvido. Los políticos mediáticos y maniáticos,
nos han puesto a caminar sobre cuajarones de sangre. Ha rodado una nueva cabeza
norteamericana en Irak y la guillotina no cesa de trabajar y correr la sangre en
esta guerra sin fin, inútil, basada en la mentira. Si pudieran salir los
muertos de las tumbas de Babilonia y Mesopotamia, los muertos de los muertos, de
seguro le arrancarían los ojos a los vivos, hundirían los cuerpos en las
trincheras bajo el fondo del desierto. Ya nadie le puede dar vida a la muerte.
Se respira azufre, los muchachos van a dejar sus vísceras, hígados, hasta que
el miedo y el cuerpo dejan de pertenecerles. Abandonan sus trajes, cascos, sus
grandes botas, ya todo es inútil, las manos que se aferraron al fusil de
asalto, a una ración de comida, a la mano que ya se despidió.
La frontera mexicano-norteamericana tiene el imán de la
pobreza. Son 3.200 kilómetros y unos 40 mil detenidos anualmente, que intentan
traspasar una línea geográfica más vigilada que el muro israelí. Es el límite
del infierno. Muchos parten y no regresan más. Son jóvenes, adolescentes
sin futuro, devorados por la pobreza y corrupción del sistema mexicano. Vienen
de familias sacrificadas en el tiempo. Humildes habitantes de la miseria,
ciudadanos del olvido, criaturas visitadas por el horror de la vida, y sobre sus
espaldas camina la larga infinita desesperanza de México. La miseria ciega
viaja en ellos, suspendidos en el camino que se les serpentea, hace circular,
que les empuja muchas veces a la muerte. Extraviados en el desierto,
ahogados al cruzar el río o abandonados por traficantes dentro de camiones,
trenes sellados, son más de 3.000 los mexicanos que murieron cuando
intentaban llegar a alguna ciudad estadounidense en la reciente década. Muchos
no eran mayores de edad.
América latina no necesita mirar hacia Medio Oriente,
Afganistán, Irak o Chechenia, tiene sus propias pesadillas: El Sueño
Americano. 390 mil mexicanos atraviesan ilegalmente al año la línea
fronteriza. Miles de esos miles son deportados posteriormente. (Se les ve al
cruzar en sus ojos el sueño revolotear incesantemente. De regreso, si aún
viven, sus cuerpos son amarillos, echan humo, el sueño es como un fuego
artificial que ya cumplió con la imaginación instantánea de un niño). Todos
los caminos fueron blindados con muros, rejas y férreos controles, reforzados.
En Estados Unidos viven 38,8 millones de personas de origen latinoamericano,
25,4 millones procedentes de México. Una cifra aproximada a toda Centroamérica.
¿De qué huyen los latinoamericanos? Del hambre, la pobreza y desempleo. Hasta
hace poco, de las dictaduras militares, que además de la desesperanza,
hacían desaparecer el cuerpo del delito. La OIT sostiene que más de mil
millones de personas no tienen empleo.
En América latina, un 76 por ciento de los encuestados
teme perder el empleo el próximo año. (El terror no sólo viene del terror) Sólo
un 8 por ciento vive en el mundo en condiciones de seguridad para crear y
crecer- Se ha fundado un sistema global basado en la desigualdad y arrastra a la
frustración cada día a más personas. La globalización afirma rotunda y
tardíamente la OIT, no está funcionando como debiera. El sistema
internacional, agregamos, ha dejado de existir para las grandes mayorías sin
voz ni voto ni ley ni reglas del juego justas. El mundo funciona como si un
idiota diera vuelta a un molino y creyera que es un reloj suizo. Esperando,
desde luego, que el último grano de arena le certifique el fin de la historia.
Las Naciones Unidas se ha reunido en Nueva York, en su
edificio de cristal, espejo de un mundo irreal, para hablar del hambre. Además
del terrorismo, ese es el menú de la ONU. El plato de fondo. Una mesa de terror
con un solo emperador y muchos convidados de piedra. La ONU, es mucho ruido y
pocas nueces. Babel en el limbo. El cristal de la convivencia y del
consenso internacional se rompió hace mucho tiempo, señor Secretario
General. Para muestras un botón, cuando se debiera estar proponiéndose
una solución real y global en Medio Oriente, Condolezza Rice, ve otra película
en Irak. los kurdos, los shiítas y los sunitas están trabajando juntos para
construir un nuevo Irak". La legalidad o ilegalidad de la guerra en Irak,
es un detalle, los muertos no hablan, y el mundo es un tango bailado por un
ciego en un ascensor.
Mi Editor me dijo en una última conversación privada, S.B.,
"el mundo es una ensalada rusa, lleva de todo". Pensé que con dibujar
unas cuantas cruces en el mapa mundo bastaría para una nota global. Me quedé
hipnotizando la historia de esta nota frente al edificio de la ONU, imaginando
que habría detrás del cristal, de las voces que se pierden en el océano de
las promesas y palabras. Me imaginé unas inmensas torres de palabras a la
salida de la monumental edificación, que una vez reunió a las Naciones
del mundo para hacer la paz. Si se pusieran a la entrada del edificio
universal uno a uno los memorándum de los últimos años , sabríamos
cuan inútil ha sido todo frente a la realidad. Es tan burdo como ve las cosas
Condolezza, que si esos desiertos no tuvieran petróleo, no importarían
ni la libertad ni la democracia, pretextos del caos. El Imperio hace peligrar el
imperio de la ley, advirtió Kofi Annan, en el edificio de(l) cristal, de
acuerdo, según como mires a través de él.
El Number One agradeció en su presentación estelar de
estrella porno, por sus impúdicas palabras, a quienes colaboraron en el
rescate del pueblo de Irak de su "dictador ilegal" (¿Hay dictadores
legales?) Mientras GWB hablaba de dignidad humana en el colosal caos de Irak, en
medio de la inseguridad internacional incluido Estados Unidos, rodaba la
inocente cabeza de Eugene Armstrong y después de Jack Hensley, pero Irak sigue
siendo una fosa común abierta a una hipotética democracia sujeta a una
libertad para depositar bajo tierra las sábanas con cadáveres de niños,
mujeres, ancianos, civiles. Es el único instante cuando la televisión no
miente. Los imperios a lo largo de la historia sólo han conocido una ley:
la ley del embudo. La muerte es casi una cortesía de sus conquistas. Cuando un
misil golpea en las ciudades, es una ascensión celestial, porque ha llegado la
divinidad. Bagdad, la llamada zona verde, de "extrema seguridad" es un
caos en sus inmediaciones, mientras el resto del país naufraga con la
guadaña en la mano y el Corán en la otra, cuando van silbando los cohetes y
misiles en el cielo hostil de Irak. Esta película de terror, no se la va
a perder Hollywood, pero debe comenzar con la ruptura de cristales en la sede de
la ONU en Nueva York, que en el aire escriben la palabra: Help. Luego, el
gobernador de California, sale volando por esos majestuosos ventanales
vestido de Superman a recomponer los cristales rotos del mundo, y su
primera escala equivocada es la Isla de Haití, confundido por miles de
murciélagos que la sobrevuelan. Sólo alcanza a vocear: ¿Alguien vive ahí? El
eco le rebota una y otra vez la pregunta y se desintegra.
Ya Hollywood sabrá lo que hará más adelante. Nosotros
vamos a la realidad, sin rollo.
Haití es una morgue flotante. 2500 muertos, según un
vistazo, ha dejado el huracán Jeanne. El paso real de la muerte. La
morgue ha dicho que hasta la muerte tiene un límite. El país más pobre de
Occidente sigue agonizando para las cámaras. Es una isla de muerte.
"Vengan a verlo". Las tropas de la ONU protegen un paisaje de terror
que la bruja del bosque saldría huyendo horrorizada por no tener un lugar para
operar con su propio espanto. ¿Sólo la muerte para una Isla negra? ¿Dónde
encajará aquí el discurso de erradicación del hambre, el nuevo orden
internacional, el diálogo entre civilizaciones? Es una pregunta válida para el
embajador de Haití ante la ONU y para el mundo, que ver pasar el cadáver de su
enemigo frente a los grandes ventanales de Nueva York, como si el suyo no
estuviera en lista de espera. Jeanne, el huracán, estuvo a punto además de
arrebatarnos los sueños de la infancia, y los sueños de los sueños de
nuestros nietos, porque los sueños no tienen fin, son una larga historia.
Había una vez es el eco del eco y así sucesivamente, que se pierde en la
memoria, pero que toda infancia recupera algún día en su propio caracol. El
cable internacional fue cruel, y como el Capitán Garfios, nos puso
a temblar en el tablón frente al mar. El agua cristalina transparente se me
cruzó por la garganta en su oleaje final de tortuga dormida. Un maremoto detrás
de Jeanne habría soplado al fondo del mar como un gran gigante La Isla
Tortuga de 180 kilómetros cuadrados, habitada por 26 mil pescadores y
comerciantes, viejo refugio del pirata Drake y de otros corsarios menores,
aunque llenos de sangre y aventuras oceánicas. Cuando leí la noticia, dije:
caracoles, nos borraron la imaginación. Esta es una trampa, pensé con más
calma, del mismísimo Capitán Silver. La ha ocultado para que no descubran
donde está el tesoro. Habrá que recurrir al mapa original, una vez llegue el
amanecer y se disipen las lluvias, vientos huracanados. Observaremos con ojos de
bucaneros las próximas 24 horas y las sucesivas si fuera necesario. En algún
momento Silver necesitará respirar y ver el sol. Relucientes doblones, guineas
de oro, luises es lo que recordaba de muchos sueños y viejas lecturas. Más
monedas que las hojas de otoño.
La Isla Tortue era una cueva de piratas, el epicentro de un
mundo lleno de aventuras vinculado con la flor y nata europea. Espadas, botines,
embarcaciones, grandes risas brotaban desde sus playas infectadas de pequeños
tiburones. Todos los piratas estaban contra el imperio español. Corría el
siglo XVII, para ser exactos y el oro de las colonias de América latina. En la
cábala muchos pensaron que el huracán Jeanne, le cobraba a Haití la terrible
coincidencia de nombres: La Tortue, con el apellido del primer ministro haitiano
Latortue. Dos tortugas en una misma isla, es como si un caimán quisiera comerse
a otro caimán.
(Haití es un paréntesis negro de la historia humana.
Azotado por el hombre y la naturaleza. Es la esquina cuerva de las Américas,
sin ojos, la miseria devastada, país desolación, país de muertos sin sueños,
pesadilla, donde la muerte ya es viuda de si misma. Un monumento al horror, Isla
Hispaniola, quien descubre Haití, viaja al infierno sin boleto de
regreso. La muerte es negra. Si se hunde Haití, desde el fondo del mar, los
muertos sacarán a flote la isla y la llevarán a descansar.)
Detrás del ventanal está el mundo. Eso puedo decir en medio
de una bocanada que sólo yo respiro y hago estrellar ante el cristal. Menos que
las cenizas de un pucho vale esta vida siempre en desventaja de la muerte. Un
café negro me recuerda la superficie de Haití, devastada por un perro rabioso
lleno de furia. Una isla aislada por la muerte. La muerte flota con su mejor cadáver.
El silencio se hace inútil pasajero en estas aguas. La muerte es un acto pirata
en La Isla Tortuga. Una vieja isla que estuvo bajo jurisdicción francesa y una
atmósfera bucanera a prueba de cañonazos del imperio español. El ventanal me
recuerda esta noche que la vida puede estar en otra parte, pero que Françoise
Sagan, que tan temprano como a los 19 años nos dijo: Bonjour tristesse, hace
50 años, ha muerto en la intensidad de su historia personal. En medio de su
soledad, disfrazada en la velocidad del juego, sexo, los automóviles, la
literatura, el amor, el alcohol, la vida sin arrepentimientos, arrebatada
> al día siguiente de la madrugada. Sagan por un personaje de
Proust, también diseccionó la sociedad francesa en sus novelas que llegaron a
Hollywood. Nueve veces, dijo en una ocasión, había recibido la extremaunción,
y se sostuvo hasta el final de sus días ruinosos de salud y económicamente,
con su propia tristeza. En un cierto momento de la vida se desea un hijo. Quizás,
para morir un poco menos cuando se muere, dijo en una oportunidad y no sé por
que recuerdo esa frase.
La noche se me acaba cuando el ventanal comienza a filtrar
el amanecer, y la noche se hace mortal. Retrocede el oscuro fantasma del miedo.
La moneda de la noche da vuelta su cara en el día. Me pregunto ¿dónde dormirá
la noche en el día? El día corre su cortina y sabe que detrás del ventanal
está un nuevo día. La vida por delante.
Hans Blix es mi candidato al Premio Nobel de la Paz que
otorga Oslo. Se lo dije a mi Editor, y sonrió. Es un personaje kafkiano,
le subrayé, ideal para este mundo. Es un subproducto de la historia del siglo
XXI. Esta ficción medieval en pleno desierto. Viajó con su sofisticado equipo
de expertos a buscar unas armas inexistentes. Es como si los más
sofisticados equipos se transforman en detectores de aire. De la nada. Él lo
supo a los pocos días y entró en la ficción. Luz, cámara y acción, fueron
sus frases favoritas. Pero por órdenes superiores, siguió en su búsqueda por
el desierto. Cuando aprendió a conocer los espejismos, intentó separar
los sueños y deseos de la realidad. Estaba condenado de antemano a no teenr éxito.
Un grupo de mentirosos seguía orquestando la fábula de las armas de exterminio
masivo. Conocían los resortes de los clásicos cuentos de terror.(Aquí es
donde debe entrar el libreto de Hollywood, porque Indiana John, es un detalle).
Blix, que nombre, no, buscó la
> aguja en el pajar, inclusive entró a los vedados palacios de Sadam
Hussein , y no aparecían las malditas armas de exterminio masivo. Ni una
miserable pista que llevara al laboratorio del mal. Bagdad olía a burla,
misterio, a cuento. Las alfombras de los inspectores volaban una y otra vez de
Bagdad a Nueva York y los hallazgos eran inútiles presunciones, deseos que no
se volvían realidad. En algún lugar deben estar apuntándonos. Es una orden
que aparezcan en algún lugar. Den vuelta el desierto, pero no la página.
Tugar, tugar, salir a buscar y cuidado con no encontrar, soy El Number One y el
mundo se va acabar.
El Number One habló en la ONU por el mundo, en un recinto
inexistente, sin poder de decisión , como si lo hiciera frente a su propio
espejo. "Estados Unidos ha hecho respetar las justas demandas del mundo
sobre el desarme en Irak". Sic, plop, plop, plop. Qué numerito, Number
One, para la historia de la diplomacia. No dijo nada que las armas de destrucción
masiva se ocultaban en su propia imaginación. Tuvo la gran oportunidad para
disculparse del mundo, luego del pueblo norteamericano y de Irak. Y fijar un
calendario de retiro de las tropas de Irak bajo la vigilancia de las Naciones
Unidas y enrumbar una nueva era de convivencia pacífica de la humanidad.
Prefiere el abismo El Number One, la ruta cero y el acero. La mirada de
Polifemo, con un solo ojo. Visión de ojo de puerta. Mirada pirata. Menos ciego
era Borges. Sabía de laberintos y los respetaba. Acataba ciegamente la
sentencia de Heráclito El Oscuro, sí, el de Efeso: no nos podemos bañar
dos veces en un mismo río. El río, sus aguas, ya no son las mismas. Viet
nam es el río de Irak, dos veces la misma agua equivocada.
Borges ciego de sueños inicia esta nota con su Luna de
Enfrente encontrada en Buenos Aires por la Policía Federal de Argentina. Libro
valorizado en 10 mil dólares por el coleccionista Horacio Porcel que lo
vio marchar sin explicación de su biblioteca. El libro lleva la rúbrica de
JLB, una dedicatoria a otro escritor argentino, Ricardo Guiraldes. Se vendía en
un puesto porteño a menos de 5 mil dólares. El valor del libro, además de
la poesía borgiana, es que el famoso autor, podó el texto posteriormente al
eliminar algunos de sus poemas, considerados pecados de juventud. La Policía
Federal celosa de la originalidad del autor de Ficciones, ha retornado el
poemario a su dueño, tal y como su escritor lo editó en 1925. La fidelidad del
verbo, es ley.
Silvia Banfield