A pesar del holgadísimo triunfo de octubre, el repaso inmediato de los ítems de la agenda que ha ocupado al Gobierno desde entonces no arroja noticias demasiado alentadoras: el recalentamiento de la demanda de dólares y las medidas restrictivas —luces de alerta en algunos organismos internacionales de crédito que tal vez licuaron el impacto de la foto de Cristina con Obama— y el reciente revuelo gremial en Aerolíneas Argentinas, un agujero por donde se va una fortuna mensual y encima presta un servicio de dudosa calidad.
No obstante, nada de esto ni los otros puntos más vinculados a la macro y micro economía que, por ahora, se anotan entre los déficit del primer mandato de la Presidenta, han logrado opacar la revalidación del liderazgo político que significó para ella aquel domingo electoral del octubre.
Servirá para apuntalar esta última idea la reunión de caciques provinciales del peronismo, básicamente los gobernadores, que se realizará mañana en Río Gallegos.
Oficialmente, justo en el llamado Día del Militante, se trata de realizar un homenaje al fallecido Néstor Kirchner en ese gigante de cemento que se alzó en el cementerio de la capital santacruceña y que, desde hace unas semanas, alberga los restos del ex mandatario.
Por cierto: es notable la tendencia general entre intendentes y demás referentes del oficialismo a bautizar todo con el nombre de Kirchner.
En verdad, y más allá del homenaje, en el sur habrá mucho análisis político de los tiempos que vendrán y que le auguran al peronismo una era de poder muy cercano a la hegemonía, con el control de casi todas las gobernaciones, infinidad de intendencias y las dos cámaras del Congreso Nacional.
Ya se ha dicho en este espacio: desde el 23 de octubre pasado, la jefa de todo ese andamiaje es Cristina y su 54% de votos que permitieron una reelección sin transpirar.
Pero, en todo caso, el cónclave de mañana —al que, hasta anoche, no estaba previsto que la Presidenta asistiera— buscaría que los otros actores del partido ratifiquen su jefatura y respondan así, con un gesto político y abroquelados, a aquella lista de ítems del comienzo que generan muecas de disgusto en la Jefa de Estado y un posible horizonte inmediato de intranquilidad económica y eventual disgusto social, en especial por las eventuales consecuencias de la necesaria quita de subsidios a los servicios públicos.
Un ejemplo de lo que se buscaría: fuentes oficiales comentan que desde la Casa Rosada se ha bajado una sugerencia para que la mesa de gobernadores emita un respaldo explícito a la tesis que viene pintando Cristina en los últimos días (profundizada desde que estalló el conflicto aéreo pero instalada desde que el dólar volvió a ser una estrella no deseada de la economía) según la cual existe una suerte de boicot para condicionar su Gobierno.
Boicot gremial, en el caso de Aerolíneas, e incluso ayer mismo extendido a los "sectores empresarios que no reinvierten sus ganancias en el país" por la propia Presidenta.
La premisa
"Proteger a Cristina" es una suerte de premisa oficiosa que se escucha en el PJ. Puede sonar paranoico pero algunas voces kirchneristas temen que se esté gestando una movida de desgaste contra la Jefa de Estado como para debilitarla en el inicio de su segundo mandato.
Algo similar a la zamarreada que soportó en los comienzos de la primera gestión, con la ya célebre valija del venezolano Antonini Wilson y la guerra contra el campo por las retenciones móviles.
Pregunta obvia: con la oposición hecha un fleco, ¿de dónde vendría el ataque? Esas mismas fuentes tienen la tendencia a mirar hacia fuera de los límites de nuestro país, sin dar demasiadas precisiones.
Como sea, algunos piensan que Cristina debería asumir la presidencia formal del partido, en manos de Daniel Scioli desde que murió Kirchner.
En verdad, ella no parece interesada en eso (la renovación oficial de autoridades debería ser recién dentro de seis meses) y para colmo su estilo hermético, su tendencia a "no hablar de nada con nadie" —la frase es de un funcionario K—, induce al desconcierto a los hombres del Justicialismo.
Es probable que en las próximas semanas, ya frente a los micrófonos y acaso como el fruto de un acuerdo que podría sellarse mañana mismo, diversos voceros oficiales tiren la idea de entronar a CFK en el sillón de Matheu 130.
Mariano Pérez de Eulate
NA