Todo el mundo suele hablar de cierta creación cuando se mira a la naturaleza, y de esto se deduce que tuvo que haber un creador bonachón sí o sí, sin duda alguna.
Los creyentes afirman “sin temor a equivocarse” que todo lo existente, es la obra de un dios puro amor por sus criaturas, más yo me pregunto: ¿También los gusanos parásitos como la tenia solium alias lombriz solitaria; los ascaris lumbricoides (gusanos intestinales); la duela hepática (gusano platelminto del hígado); pulgas, chinches, garrapatas, piojos; aradores de la sarna; vinchucas transmisoras de la enfermedad de Chagas; mosquitos transmisores del paludismo; fiebre amarilla transmitida también por la “simpática criatura” díptera (mosquito); fiebre aftosa (enfermedad viral del ganado muy contagiosa, transmisible al hombre); fiebre tifoidea enfermedad septicémica causada por
Si incursionamos en el ámbito de la fauna, dejando al hombre de lado, nos topamos nosotros, los biólogos, con una verdadera “mole” de infortunios de origen patológico que aqueja a todos los animales de cualquier especie del mundo entero.
Ahora bien, luego de este panorama muy poco grato que he expuesto solamente como la punta del iceberg, ¿queda todavía en relieve aquella frase que reza teológicamente: ¿Dios ama a sus criaturas, frutos de su creación, tanto benéficas como dañinas?
Como biólogo (repito) ¿puede existir un dios bonachón, creador de todas estas repugnantes y peligrosas criaturas que enferman, hacen sufrir hasta lo indecible o matan a otros seres inocuos con derecho a la vida como el hombre ético y toda la fauna mansa?
¿Y la flora? Los vegetales no sienten, se apresuran a decir los criadores de animales para consumo humano. Sí, no sienten, digo yo, pero hieren con sus espinas provocando infecciones en seres humanos y el resto de animales inocuos.
Y hablando de infecciones, ¿qué hay de las bacterias y virus (criaturas de dios según los creacionistas) que se encargan de hacer padecer hasta lo indecible a los bichos y a los humanos buenos con sus toxinas y otras “cositas”?
Y no me vengan ahora con que esas deleznables criaturas, son “criaturas de dios” cuando entre los creyentes más bien debieran ser criaturas del diablo, otro mito muy pero muy arraigado en el mundo entero en diversas culturas antiguas y del presente.
Dejando de lado ahora este tópico extraído del ámbito biológico, sólo como una muestra de todos los horrores que acaecen en el mundo biológico, vayamos al comportamiento de nuestro querido (para muchos malquerido) planetita denominado Tierra.
¿Cómo se comporta este globito que contiene a toda la florifauna a la que machaca sin piedad a veces como encabritado (vaya a saber por qué), flotando junto con miríadas de otros astros aparte del caliente Sol? ¿Cómo se comporta? A veces se encabrita tanto que mata sin piedad o deja inválidos a miríadas de seres vivientes, entre estos al hombre, sea este bueno o malo tentado por un mítico Satanás incursionado en occidente, heredado del mito judaico, a saber, mediante terremotos, maremotos, erupciones volcánicas, tempestades, tsunamis, huracanes, tornados, rayos mortíferos (antes de haber sido inventado el pararrayos inspirado tal vez por un creador apiadado), y otros recursos para maltratar a su pobre y querida fracción de criaturas buenas que no hacen mal a nadie.
Y… retornando a la biología, podemos ofrecer un listado de las creaciones de este tenido por infalible creador de todo lo existente, a saber:
Virus, bacterias y protozoarios patógenos; neoplasias de todo tipo que no respetan a niños ni adultos, buenos o malos estos, últimos; parásitos de todo género y especie, ya sea mortíferos o sólo molestos. En el ámbito telúrico tenemos a los violentos tornados, maremotos y terremotos (como el reciente tsunami del Japón) dejando miríadas de víctimas inocentes; lluvias torrenciales con sus consecuentes inundaciones que arrasan con viviendas de pobres gentes que no hicieron daño a nadie… Todo esto y mucho, muchísimo más ¿es acaso la obra de un loco (para mí mítico) Satanás que le hace la vida imposible a su creador sito allá en lo alto del cielo, para algún día adueñarse del planeta Tierra entero? ¡Pamplinas! Pero lo cierto es que estamos a cielo descubierto, sin protector alguno, por desgracia. ¿Que debemos hacer entonces? Unirnos todos en una patria única, con un solo idioma, dejando todo patrioterismo aparte. Mejorarnos todos los pobladores del orbe en solidaridad plena con un solo idioma, un solo “país”, el Planeta Tierra, en un cosmopolitismo total. Evitar toda superpoblación. Hablar un solo idioma, no más guerras ¡por favor de una vez por todas! Amen.
Ladislao Vadas