Oportuno y directo, Hugo Moyano emergió como el gran dilema político del naciente segundo mandato de Cristina Kirchner y contribuyó a consolidar la idea de que el Gobierno irá desgajándose de peronismo tradicional para moldear perfil propio.

Cristina Kirchner cuenta con el respaldo del Partido Justicialista, el mismo que Moyano definió como "cáscara vacía", mantiene importantes niveles de adhesión popular y su tropa legislativa se estrenó con fuerza aplanadora en el período extraordinario de sesiones del Congreso.

Pero Moyano se plantó de arranque contra todo ese despliegue de poder. Y su postura genera incertidumbre en momentos en que la economía mostró señales de necesitar ajustes —sintonía fina, según las palabras de la Presidenta—.

Según sus interlocutores, no está dispuesto a contribuir con su parte de esfuerzo y capital político al ajuste, pese a la cuota de responsabilidad que le compete como líder del movimiento obrero.

Por lo pronto, la Presidenta no le contestó. Hay que ver si ambos se ven el miércoles en el almuerzo de fin de año de la Federación de Entidades Empresarias del Autotransporte de Cargas (Fadeeac). Cristina confirmó su asistencia y Moyano está invitado.

Igual parece difícil que haya vuelta atrás en la relación y es probable que tarde o temprano el camionero haga sentir su poder de movilización en las calles.

Pautas

Durante los últimos años, el líder camionero sirvió para poner pautas de incremento salarial, las que no siempre fueron respetadas, pero servían como referencia a las distintas ramas de la economía. Las paritarias ya se vienen encima —arrancan los bancarios— y ese marco no está.

Además, el titular de la CGT ya dijo que no quiere techos para las negociaciones y reclamó la eliminación del impuesto a las ganancias, entre otras reivindicaciones.

Ambas advertencias se chocan contra el objetivo del Gobierno de mantener sus arcas solventes y fijar aumentos salariales por debajo del 20 por ciento para controlar la inflación.

La ruptura de Moyano con el Gobierno, sin embargo, fue azuzada por la propia Presidenta, que lo marginó de cualquier ámbito de decisión, evitó entablar una negociación directa —mandó emisarios— y lo acusó de "chantajista y extorsionador".

Su preferencia, claro está, son los jóvenes que lidera su hijo Máximo Kirchner a través de La Cámpora. No será fácil encontrar un gobierno que haya forjado un trasvase generacional tan profundo como el que ideó Cristina Kirchner.

A ellos les dio prioridad en las listas legislativas nacionales por sobre el resto de los sectores —particularmente los sindicatos— y también los ubicó en las segundas líneas de todos los ministerios, incluido en la Cancillería, antes reservada para diplomáticos o políticos con amplio recorrido.

Raíz histórica

Pese a ser marcos absolutamente distintos, no tener en cuenta la historia escrita en el peronismo hace cuatro décadas forzaría una mirada miope sobre lo que ocurre ahora en el nacimiento del denominado "Cristinismo".

Hace 37 años el General Perón echó a los "imberbes y estúpidos" de la Plaza de Mayo, después del asesinato de José Ignacio Rucci ocurrido meses antes y atribudo a Montoneros, y ahora Cristina Kirchner parece haber dejado en la calle de salida a los que "no están a la altura de las circunstancias".

"El mejor gobierno de la historia fue el del General Perón", sintetizó Moyano durante su discurso en el estadio de Huracán. Si bien el peronismo sigue siendo la columna vertebral del grupo de poder, las viejas capas dirigenciales van paulatinamente perdiendo espacio en todos los ámbitos de decisión.

Ante ese panorama, Moyano habló con el titular de UATRE, Gerónimo "Momo" Venegas para reactivar las 62 Organizaciones Peronistas, viejo brazo político del movimiento obrero que había quedado fuera de foco por el alejamiento de Venegas del Gobierno.

También le dio su apoyo en su pelea —ya prácticamente perdida— con el Gobierno por la caja que maneja el Registro Nacional de Trabajadores Rurales y Empleadores (Renatre).

Moyano y Venegas también hacen causa común debido a que son investigados en la causa por la Mafia de los Medicamentos. Otro gremialista, el líder de los bancarios, Juan José Zanola, acaba de ser excarcelado tras dos años preso acusado de falsificar troqueles para cobrar tratamientos costos inexistentes.

El titular de la CGT presume que el Gobierno utilizará ese expediente para apropiarse de las cajas de las obras sociales.

Mientras tanto, la jugada de Moyano también es peligrosa. Si bien cuenta con la lealtad de su histórica estructura sindical el Movimiento de Trabajadores Argentinos (MPA) y de buena parte de los gremios del transporte, podría perder feligreses.

De hecho varios de sus habituales laderos salieron a tender puentes y a bajar el tono de la pelea con el Gobierno. Uno de los incómodos con la nueva posición política de Moyano es Omar Viviani, líder de los peones de taxis.

A diferencia del dirigente camionero, Daniel Scioli no saldrá a romper su sociedad con Cristina Kirchner, pero lo ocurrido durante su asunción con la represión policial a jóvenes kirchneristas marca que seguramente habrá una convivencia compleja con los "ultras" liderados por Gabriel Mariotto en la provincia.

Hasta ahora Scioli ha logrado contener al peronismo que no retiene el kirchnerismo y al mismo tiempo no necesitó romper lanzas con la Presidenta, pero su figura y posicionamiento estarán cada vez más bajo la lupa en el nuevo proceso político.

Gabriel Profiti
NA