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La piel que habito

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UN CIRUJANO CARENTE DE ÉTICA; SU AMADA CAUTIVA TRANSFORMADA EN SU PEOR ENEMIGO
UN CIRUJANO CARENTE DE ÉTICA; SU AMADA CAUTIVA TRANSFORMADA EN SU PEOR ENEMIGO

Ficha técnica:

 

Título para Latinoamérica: La piel que habito

Título original: La piel que habito

Dirección y Guión: Pedro Almodóvar / Novela original: Thierry Jonquet

Género: Drama /thriller – Apta para mayores de 16 años.

Reparto: Antonio Banderas (Dr. Robert Ledgard), Elena Anaya, Marisa Paredes, Blanca Suárez, Eduard Fernández, Fernando Cayo, José Luis Gómez, Bárbara Lennie, Jan Cornet, Roberto Álamo, Susi Sánchez, Isabel Blanco, Teresa Manresa, Ana Mena, Violaine Estérez, Buika, Jordi Vilalta, David Vila, Silvia Jofre. - Montaje: José Salcedo.

Fotografía: José Luis Alcaine A.E.C.

 Música: Alberto Iglesias.

Producción: Agustín Almodóvar

País: España - Año: 2011- Duración: 117 min.- Estreno Arg.: 12/2011.

 La piel que habito es la última película de Pedro Almodóvar. Un thriller multicultural, que nos coloca ante el “efecto Pigmalión”: la búsqueda incesante de la belleza, coqueteando con el realismo fantástico. Una superposición de subgéneros en mutación que dejan sin punch al gran relato fílmico. La desambiguación, otra vez hizo de las suyas en la obra del director español.

 La trama es clara: el Dr. Robert Ledgard (Antonio Banderas), eminente cirujano plástico, descubre una técnica quirúrgica (la transgénesis), que le permite crear epidermis humana mediante síntesis en su laboratorio. Tal obsesión se despertó en él a raíz de la muerte de su amada mujer. Dicha práctica de cirugía dermatológica, está prohibida por ley. De manera que debe experimentar en su laboratorio como un Frankenstein moderno. Lo peor de todo es que no será la única ley violada por Ledgard, en su afán por llegar a la perfección estética.

 

El eminente profesor universitario y cirujano, esta vez trabajará de una manera especial. Su “objeto de estudio” no es una mujer sino un varón con rasgos femeninos… ¡Otra vez, la mano de un Almodóvar que intenta provocar a la platea! Los sentimientos de los sexos y los géneros entran en pugna, y con ellos, toda la producción de subjetividad de los valores.

 El presente thriller dramático nos retrotrae a estéticas pasadas: la morbosidad del “relato negro” que despuntaba Almodóvar en Matador (1986); Átame (1990), Carne Trémula (1999), Los abrazos rotos (2009). En todos ellos, lo que subyace es la búsqueda y el control de sus múltiples obsesiones/compulsiones sobre el otro, controlar toda pulsión sexual, lo distinto. Incluso, los signos vitales (¡si se pudiera!).

El panóptico moral es un partenaire de lujo en el cine de Almodóvar. Esa búsqueda constante o revisionismo de género apuntado, no siempre tiene éxito como en esta oportunidad. Los argumentos intelectuales del director, se repiten y se tornan un bluff. Pasa de un iconoclasta a un falso representante de la cultura dominante.

 Un punto de inflexión (innecesario por cierto), lo da esa afectación de colocar personajes (secundarios), sin ningún valor heurístico en la escena. Nos referimos al “rol del actor” de Roberto Álamo: un sujeto “escapado” de una murga que precipita el guión al histrionismo como en un instante es su fuga del relato. ¿Y qué nos ha dejado su presencia? Nada por cierto, sólo un supernumerario sin sentido que no legitima ni su bolo. Una vez más, Almodóvar termina siendo prisionero de su impericia.

Elena Anaya: excelente labor en un drama deslucido. Su partenaire Banderas, no supo o no pudo, remontar un protagónico que lo tuvo algo confundido.

 El demérito primordial del texto, es sin dudas la “construcción del verosímil”: lo que se vive como real por el público, sabe a fantasía. No es creíble. Y a partir de ahí, todo el andamiaje posterior de definiciones, elogios y críticas queda tamizado por este aserto. La realidad, el drama, y el asedio de la ficción y hasta el absurdo, es un cóctel difícil de amalgamar. Es torpe. Por más flashback bien intencionados, diálogos inteligentes y profundos, si se los corona con histerismo escénico, cae en cliché. Una y otra vez.

 Pedro Almodóvar demostró con este film, que se articula más al cine comercial que al de autor. Todo un síntoma, todo un símbolo a la hora de conceptualizar su obra. La inteligencia y la producción estética no siempre van de la mano de la pretendida seriedad, y a la buena prensa de un determinado autor.

 

Gustavo Contarelli

Puntaje del film: 3

Puntaje actor protagónico: Elena Anaya 5 Tribunas

Referencias:

5 Tribunas: excelente/imperdible

4 Tribunas: muy buena

3 Tribunas: correcta - buena

2 Tribunas: regular

 

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