Dada la falta de ideas que hay en nuestra televisión argentina, les perdonamos que intenten reciclar lo ya emitido una y otra vez.
Este es el caso del programa que aparece los lunes a las 23 por América TV llamado “Los machos de América”. Lamentable.
Antes de que el ciclo comience uno de los autores del guión original y del actual dijo: "Estamos saldando una deuda de la pantalla (...), la necesidad de tener contenidos dramáticos en América" Si así salda todas sus deudas, espero que nunca me daba nada.
Los integrantes son cuatro: Ignacio (Juan Leyrado), el médico ginecólogo; Facundo (Maxi Ghione), el “amo de casa”; el Tano (Rodolfo Ranni), mecánico (o algo así) y José María (Carlos Calvo), el machista.
Son tipos cuyo conflicto mayor es la relación con las mujeres presentes, pasadas y futuras. Y está muy bien que de eso se ocupen. Así somos nosotras: lo invadimos todo.
Algún día saldremos de los estereotipos y de los lugares comunes, pero parece que por ahora es todo lo que tenemos. Así cada personaje responde a esto. Sería bueno que apareciese algo original, pero en nuestra benemérita televisión esto parece estar vedado. Veamos uno por uno. El Tano habla como tal. Es duro en el trabajo, pero inseguro en cuanto a cosas del corazón se refiere. Nada nuevo. Ranni no está mal en el papel, pero no sólo no tuvo evolución en cuanto a su personaje se refiere con respecto al programa anterior, sino que parece desmejorado.
Ignacio, interpretado por Juan Leyrado, no está tan mal tampoco, sin embargo no se le advierte ninguna agalla de actuación. Resulta un personaje consciente de que es un actor haciendo de médico.
Facundo “en la piel de Ghione” (ya que de estereotipos clichés hablamos) más que actor de raza, es un actor raso. La modulación la perdió hace rato, ni las miradas ni las acciones se condicen con lo que dice. Casi, casi lo supera -podríamos decir- que, al lado de él, los nenes que actúan como sus hijos son actorazos. El día que estuvo con Mirtha Legrand me puse particularmente nerviosa, creía que en cualquier momento se caía sobre la mesa. No podía abrir más los ojos.
Creo que nunca se enteró de que estaba en ese programa. Menos mal que la “diva” quedó con la sonrisa marcada en su paso por los quirófanos, si no... (Como ni pude ver todo el programa me perdí la pelea con Calvo, pero según se comentaba, no tuvo desperdicios).
José María, el machista de chistes fáciles (seguimos con los lugares comunes) y una visión simplista del mundo: ellas las malas, nosotros las víctimas que no debemos dejarnos atrapar. El personaje tiene varias cosas en contra: la primera y principal es que compite con su antecesor, Darío Grandinetti. No sólo un gran actor, sino que además daba gusto mirarlo; y la segunda es que Carlos Calvo sólo da lástima. Si Ghione no modula, este no puede ya ni abrir la boca. No se le entiende nada de lo que dice, no puede moverse, se traba, no sabe qué sigue, qué tiene que decir, mira la nada en lugar de mirar a su interlocutor, hace pausas interminables. ¿Verán los productores esto? ¿Se darán cuenta de que el ex Carlín no tiene nada que dar frente a la cámaras? No sé cuál es el criterio de selección, no sé cuáles son los parámetros para elegir un protagonista, pero el pobre creo que ya no puede mantenerse en pie.
Como vemos, un elenco de primera. Pero esto no acaba aquí, no señor, junto a ellos aparecen otras grandes figuras del espectáculo como son las mundialmente reconocidas actrices Claudia Albertario y Paula Colombini. Es que la talla de las cosas tiene que nivelar siempre para arriba. Nada de modelitos acomodadas en cualquier papel. No, o lo mejor o nada. De lo contrario, provocaría vergüenza ajena.
Más de una vez se mostró en televisión al sexo fuerte. No quiero dejar de mencionar acá al programa “Tercer tiempo”. ¿Se acuerdan? Ya en el primer capítulo cuando Romano apareció como cura, se entendió perfectamente que sería un fracaso total. En ese muestreo que hacen los presentan en función del sexo débil (pero no endeble). Ocupados, preocupados, pendientes y dependientes de nosotras. Yo sigo creyendo en el hombre fuerte, protector, seguro y amante. No dejaré que me venzan las imágenes de la TV. Sin embargo, a pesar de ello, muchachos, tengan cuidado, no vaya a ser cosa que el estereotipo presentado los vaya poseyendo de a poco y -siguiendo con los lugares comunes- en lugar de machos, se vuelvan “machomenos”.