El grosero chiste, cuenta que una familia era tan pobre que no tenía siquiera “intemperie”, entonces, a cierta hora de la noche, cuando sabían de su paso por el barrio, el nene salía a la vereda y le avisaba a su mamá: ”Mami, mami, ahí viene el recolector de basura”. Y la mamá desde adentro le respondía: ”Qué suerte nene, decíle que deje dos bolsas”.
Hasta aquí sería un chiste de muy mal gusto e imposible de creer en la vida real, pero basta que recorramos un poco las calles del país en horarios nocturnos, desde el norte al sur, para darnos cuenta que son muchos los que no esperan al recolector de basura, no le dan tiempo y se paran en las puertas de los restaurantes a la hora en que sacan los recipientes con sobras de comida.
Por supuesto que en los estamentos del poder saben qué ocurre, por ejemplo en Puerto Madero. Allí perfectamente organizados y en fila, aguardan frente a la vereda de los “coquetos Restó”, una cantidad enorme de gente con sus recipientes plásticos para juntar lo que prolijamente deposita el personal de cocina, sabiendo que lo retirarán para comer
Mujeres, niños y hombres y en el mismo lugar donde se ubican esos restaurantes de lujo por donde desfilan noche a noche miles de personas pidiendo comida, vive o se reúne más de la mitad del gabinete nacional, entre ellos nuestro dignísimo Vicepresidente.
Y cuesta creer que ocurra esto en un país que crece, que tiene equilibrio fiscal, que hasta no hace mucho había 54 de cada 100 argentinos muy contentos con la marcha de la economía, aún los dueños de las cacerolas y los territorios agrícolas (golpeados nuevamente por las medidas estatales) se volcaron con entusiasmo a poner el papelito ilustrado en la caja mentirosa.
No, no creo que hubo fraude, imagino que se distorsionó una realidad y los ciudadanos olvidamos aplicar la lógica.
La memoria es una función del cerebro y, a la vez un fenómeno de la mente que permite al organismo codificar, almacenar y recuperar información. Esa misma memoria nos permite reconocer, pero mirar para otro lado cuando recordamos que hubo un gordito llamado Luis D’Elia incendiando una comisaría con su séquito (nunca estuvo preso) y hoy sale en los medios a realizar un descargo por las críticas que ha recibido por lo que cobra de su sueldo nacional, respondiendo muy suelto de boca con el despropósito de admitir un haber de $ 18.000, sí, dieciocho mil pesos (que se sabe), más el sueldo de la esposa, los hijos, nueras, etc.
Hoy, los administradores de “mi estado nacional”, le hablan a los ingleses desde el diario o la televisión, produciendo en ese ida y vuelta agresiones groseras y hasta cómicas después de tanto dolor por nuestros muertos con honor. Al mismo tiempo que se estira la cuerda en las relaciones bilaterales, la Sra. Presidenta designa como Embajadora en el Reino Unido a quien fuera un “poquito más cercana” al emperador bolivariano contemporáneo. Es decir que por un lado, los funcionarios gerenciadores les dicen a los ingleses que son unos cretinos, idiotas y muchas bellas palabras más (como nos tienen acostumbrados) y por otro, en medio de la explosión de humo, envían a la nueva Embajadora (azafata), que ya fue recibida con beneplácito, olvidando que la explotación petrolífera en nuestras Malvinas, la está realizando la misma empresa que tiene acciones en las cuestionadas minas de Famatina.
Para seguir distrayendo aún más a la sociedad, tratando de alejarla de la triste imagen que produce la cruel necesidad de la gente por llevar algo a su estómago (y la gente son: niños, abuelos y jóvenes) se crean Comisiones todos los días o se nombran funcionarios para cargos que jamás imaginamos existían.
Tenemos aviones de reacción sobre el cielo del norte litoral para combatir la droga y resulta que pasan a 800 Km. por hora, para que alguien como yo, que soy parte de “la gilada” se coma la foto del “estamos combatiendo el delito” y resulta que los que tienen que estar custodiando fronteras por puertos y ríos, léase Gendarmería o Prefectura están cuidando a los barra bravas del futbol, en la Panamericana o un piquete en Constitución.
El personal de las fuerzas de seguridad debe estar un poco cansado, ya que hay muchos efectivos que viven en el interior del país y por estos inventos del Escudo Norte, Escudo Sur, Plan Villas o cuanto plan nuevo han creado, trasladaron a mujeres y hombres a los centros de conflicto, produciendo el consecuente deterioro en la vida familiar de cada integrante.
Me parece, modestamente que es hora de poner en práctica palabras tan respetuosas como honorabilidad, ética, equilibrio, que a “todos y a todas” nos hace falta como fue el deseo de “él”.
Ricardo Bustos
DNI 7788556