Ligado al tema de la estructura del universo (para mí Macrouniverso), cuya hipótesis he comentado en mis libros, se halla el tema de las leyes físicas. Primero, es necesario aclarar, qué entiendo por leyes físicas.
Según mi cosmovisión, las leyes físicas no consisten tan sólo en las que se deducen de las experiencias y especulaciones que las dividen en física de los corpúsculos, átomos, electrones protones, neutrones, neutrinos… quarks, gluones, etc.; física del electromagnetismo o estudio de las radiaciones y física mecánica de los cuerpos rígidos y de los fluidos, incluida la mecánica celeste.
Las leyes físicas las hago extensivas no sólo a la química y bioquímica, sino también a la biología y al psiquismo.
Tomar a nuestro psiquismo, por ejemplo, como un proceso que obedece a otro orden de cosas es tan solo el síntoma de nuestra ignorancia acerca de cómo se produce el pensamiento en nivel ángstrom o en nivel “quarks”, cosa que algún día explicará la física corpuscular o subatómica, a saber, lo que hoy se toma como espiritual. Véase: de Michel Gazzaniga: ¿Qué nos hace humanos?” La explicación científica de nuestra singularidad como especie. Paidós 2010, Barcelona).
Luego todo obedece a las leyes físicas según mi concepción de la sustancia universal que “dibuja” objetos, formas energéticas, y entra en la producción de procesos tales como soles, planetas, vida, conciencia…
El hombre en general acepta que las leyes universales no sólo son las mismas en todos los rincones de su universo, sino también constantes.
Nada más lejos de la realidad ante un panorama como el que propongo, basado en un Macrouniverso contenedor de múltiples regiones heterogéneas.
Siguiendo con mi hipótesis, tan sólo una de esas regiones puede contener las leyes físicas que nosotros detectamos por doquier. Se trata de nuestro universo de galaxias o microuniverso en expansión, y quizás también de otros supersoles parecidos que atraviesan por similares circunstancias.
El resto del todo agaláctico, sin corpúsculos (átomos, quarks, gluones), sino formado de sustancia continua, sin cuerpos, sin objetos, sin radiaciones, carece de leyes físicas, por cuanto las que aquí, en nuestro planeta, conocemos, son leyes circunstanciales que han advenido en virtud de la configuración actual, y el momento que está “viviendo” nuestro supersol en expansión resuelto en galaxias. Más allá de él, todo debe ser diferente, según he adelantado en el artículo titulado Teorías cosmogónicas, la supuesta creación de la nada, y mi cosmología, publicado en este periódico el 5-3-11.
Cuando nuestro universo de galaxias sea absorbido por las regiones circunvecinas del Macrouniverso, o mucho antes, las actuales leyes físicas dejarán de tener vigencia reemplazadas quizás por otras o diluidas en una región sin leyes y sin posibilidades de que ocurra ya más nada.
La humanidad, aunque exista aun millones de años más, difícilmente será testigo de este acontecer, aunque no se puede descartar la posibilidad de que nuestra tecnología del futuro, mediante algún ultrasensible instrumental, detecte las sutiles variaciones de las leyes físicas tenidas hasta el presente por constantes.
La desaparición de las leyes físicas que hoy rigen los acontecimientos de nuestro entorno, asimismo como nuestro propio proceso psicosomático, traerá aparejado también el desvanecimiento de las leyes químicas, bioquímicas, biológicas y psíquicas.
Nada de esto será posible ya entonces, y aquí es donde también tambalean los valores tenidos como eternos. La ética, el amor, la lógica, lo grande, lo pequeño, la posibilidad de la concepción de un triángulo (puesto que no habrá más conciencias), se diluirá en otras dimensiones en donde ningún valor de nuestra razón tendrá sentido, porque ya nunca será posible inteligencia alguna.
Por todo esto, me río de esas especulaciones pseudocientíficas que nos hablan de seres extraterrestres por doquier, como los marcianos, venusinos y otros “bichos”, cigarros voladores y otras naves…
Todo es relatividad pura, nada es constante, eterno, ni la idea de un dios creador, por supuesto. Todo es circunstancial, transitorio, perecedero.
Los dioses no existen, los marcianos, venusinos, jupiterianos y saturninos, tampoco. Tan solo en muy lejanas galaxias (por cálculo de probabilidades), es posible que algún cuerpo planetario contenga transitoriamente algo parecido a nuestra fauna o flora y quizás a algún espécimen inteligente superior o inferior al Homo sapiens, de vaya a saber que figura, intenciones y conducta.
Esta es mi cosmovisión.
Ladislao Vadas