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20/11: Día de la Soberanía Nacional

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LA BATALLA DE LA VUELTA DE OBLIGADO
LA BATALLA DE LA VUELTA DE OBLIGADO

 “¡Allá los tenéis! Considerad el insulto que hacen a la soberanía de nuestra Patria al navegar, sin más título que la fuerza, las aguas de un río que recorre por el territorio de nuestro país. ¡Pero no lo conseguirán impunemente! ¡Tremola en el Paraná el pabellón azul y blanco y debemos morir todos antes que verlo bajar de donde flamea!”. Arenga del general Lucio Mansilla a la tropa

 

    Durante mucho tiempo y acorde al antirosismo de la Historia Oficial y sus epígonos, se “olvida” la gesta de la Vuelta de Obligado.

    Contrario sensu, ya el 10 de mayo de 1846, José de San Martín en carta a Tomás Guido, refiriéndose a la hazaña de Obligado le expresa: “los interventores habrán visto (...) que los argentinos no son empanadas que se comen sin más trabajo que el de abrir la boca”.  El Libertador da gran importancia a esta contienda.

    Es a  pedido del historiador José María Rosa y por medio de la Ley Nº 20.770,  que se instaura el 20 de noviembre como “Día de la Soberanía Nacional”, en conmemoración de la batalla de Vuelta de Obligado.

    No es el propósito de la presente nota establecer si somos o no somos soberanos. Simplemente intentaremos narrar la epopeya y recordar a los bravos combatientes que defendieron nuestro suelo en tan trascendental acción.

 

Los bloqueos de las potencias colonialistas

    Durante el segundo gobierno de Juan Manuel de Rosas nuestro país sufre dos bloqueos por parte de dos potencias extranjeras: en el primero, 1838, el agente agresor es Francia. En el segundo, 1845, unen sus garras expansionistas Francia e Inglaterra.

    En este trabajo nos ocuparemos del segundo bloqueo, específicamente de la llamada “Vuelta de Obligado”, dejando para otra oportunidad la embestida anterior. 

Antecedentes

     El 6 de diciembre de 1842, el general Manuel Oribe triunfa en Arroyo Grande, Entre Ríos, sobre las fuerzas del general Fructuoso Rivera. El primero, del partido blanco, está plegado a la política de Juan Manuel de Rosas; mientras que le segundo, del partido colorado, prefiere aliarse con los unitarios. En febrero del año siguiente, Oribe sitia Montevideo.

    La política anglo-francesa actúa de una manera dual y acomodaticia, pero la realidad es quieren sacar ventajas comerciales  en Montevideo y Buenos Aires. Para ello “debía arrancarse de las manos funestas de Rosas el control de la navegación de los ríos”. 1

    Un grupo de unitarios rivadavianos, opositores a Rosas, avalan a  las potencias agresoras. Tan es así, que en 1843, Florencio Varela viaja a Londres y a París con instrucciones de la Comisión Argentina, emigrados unitarios, “invitando al gobierno inglés a tomar intervención, con sus fuerzas armadas, en el seno de nuestro territorio; estableciera aquí un protectorado, tuviera libre navegación de nuestros ríos interiores; y, además, reconociera como Estado soberano al territorio de nuestra provincias de Entre Ríos, Corrientes y Misiones”. 2

    En 1845, el general Justo José de Urquiza, unido a Rosas en ese tiempo,  triunfa en India Muerta sobre Rivera. Este último cuenta con el gran apoyo de soldados extranjeros: “de los tres a cuatro mil soldados de la defensa, sólo 400 son orientales” 3  Además, cuenta con la ayuda de fragatas, bergantines, vapores y goletas de Inglaterra, Francia y Brasil.

    La fuerzas conjuntas de Oribe y del almirante Guillermo Brown establecen un riguroso bloqueo sobre el Estado Oriental.

 

La misión OUSELEY- DEFFAUDIS

 

     Para apagar el fuego llegan a estas orillas  los interventores William Gore Ouseley y el barón Deffaudis, representantes de Gran Bretaña y Francia, respectivamente. Su misión es “ exigir el retiro de las tropas argentinas del Estado Oriental y el levantamiento del bloqueo. Sus instrucciones les indicaban como medidas de coerción el apresamiento de la escuadra argentina, la ocupación de Martín García y de los puertos como el Buceo, por donde se comunica Oribe con el gobierno de Rosas, y en último recurso el bloqueo de Buenos Aires”. 4 

   Ambos diplomáticos pretenden dar carácter de estados nacionales soberanos a las provincias de Entre Ríos, Corrientes y Santa Fe. 

 

El robo de la escuadra de Brown


    El 21/22 de julio, mientras se llevan a cabo las tratativas diplomáticas entre los mediadores y Rosas, se inicia la captura de la escuadra de Brown, que finaliza en los primeros días de agosto. El atropello lo ejecutan los capitanes de las escuadras aliadas Pasley y Moursieur. Se apoderan de los buques argentinos: Maipú, Echagüe, 9 de Julio, 25 de Mayo y San Martín. En los tres primeros, se iza la bandera inglesa; en los restantes, la francesa.

    La toma de la escuadra es considerada por el gobierno de Buenos Aires como el comienzo de las hostilidades, sin que mediara una previa declaración de guerra.

    El 18 de septiembre de 1845, es declarado el bloqueo anglo-francés al puerto de Buenos Aires y a los puertos bajo jurisdicción de Oribe.

    En la Confederación Argentina la reacción es inmediata y en la legislatura se alzan las voces de “ los diputados Garrigós, Lorenzo Torres, R. Sáenz Peña, Argerich, Campana, Anchorena, Manuel de Irigoyen, Celedonio Pereda, Romualdo Gaete, Tiburcio de la Cárcova, con el apoyo unánime de la sala”. 5

 

LOS  ATROPELLOS DE JOSE GARIBALDI 

 

    Garibaldi, el llamado “Héroe de Ambos Mundos”, tiene una hermoso monumento en la Plaza Italia. También, una calle lleva su nombre en La Boca. Sin embargo, nunca hizo algo bueno por nuestro país como para merecer tales elogios. Muy por el contrario, su actuación es nefasta.

    El corsario Garibaldi, vendido a Rivera,  cuenta con  unos  treinta barcos para abrir la navegación de los ríos. También,  debe llegar a Corrientes para unirse con los opositores a Rosas.

    El 30/31 de agosto toma Colonia. Con “doscientos cañones bombardean la población, cuya defensa se limita a algunos centenares de infantes y que no ofrece resistencia. Después de cuatro horas de fuego ocúpanla las tropas de desembarco y saquean las ruinas”. 6 

   El ataque de Garibaldi es apoyado por las fuerzas de los almirantes Inglefield y Laine.

    El 5 de septiembre, con el sostén de la corbeta Expéditive, ocupa la isla de Martín García.  Cabe señalar que “Rosas, aleccionado por la estéril aunque gloriosa defensa de 1838, la había hecho evacuar previamente, dejando sólo una guarnición simbólica compuesta de diez soldados ancianos y un niño y el pabellón argentino izado al tope del mástil, como signo de soberanía”   7

    Tres días después, se apodera de la isla del Vizcaíno y el Rincón de las Gallinas.

    Esta última, es defendida por el teniente Martín Montenegro junto a una veintena de soldados. Doce patriotas pierden la vida y los restantes son heridos y tomados prisioneros.

    Asimismo, la escuadra del “Caballero de la Humanidad” es atacada por “fuerzas de fusilería de la División del Sud comandadas por el sargento mayor D. Florencio Villanueva”.  8

    El 20 de septiembre, saquea Gualeguaychú.

    En Paysandú es repelido por las tropas del general Antonio Díaz.

    Sigue hacia el norte por el río Uruguay. Ataca Fray Bentos, Bopicuá y Paysandú.

    El corsario, en las proximidades de Concordia, en el Hervidero, se fortifica. La carga de su segundo, Anzani, es resistida por milicianos locales.

    A fines de octubre, ocupa Salto, en dónde encuentra poca resistencia.

    Es de destacar las actuaciones de los marinos federales: Elordi, Donatil, Bonifacio. Sin omitir, el brillante desempeño del general Antonio Díaz, quien se apodera de la goleta Pirámide. En el ataque pierde un brazo el teniente Luis Cabassa.

    El “humanista” Garibaldi fusila al comandante de la balandra de guerra Ituzaingó, encargada de defender a la Pirámide, por no haber cumplido su misión. 9

    Pero la defección del “León de Caprera” tiene antecedentes. En 1942, Rivera lo convoca  para enfrentar a Rosas y le da el grado de coronel del ejército uruguayo y jefe de la segunda división de la Escuadra Oriental. A pesar de los mayestáticos cargos, es derrotado, por Guillermo Brown, en Costa Brava (en el límite entre Corrientes y Entre Ríos sobre el río Paraná).Destacan en esta batalla los guardiamarinas de la Confederación: Mariano y Bartolomé Cordero.

    Algunos de sus biógrafos callan la agresión de Garibaldi a la Confederación. Un autor masón contemporáneo sostiene que el “Caballero de la Humanidad” opta por la civilización y en ésa época la civilización son los unitarios...

 

SE PREPARA LA DEFENSA

 

Vicente López y Planes, compone una “Oda Patriótica” para infundir ánimo: “Se interpone ambicioso el extranjero,

Su ley pretende al argentino dar, 

Y abusa de sus naves superiores
Para hollar nuestra patria y su bandera,
Y fuerzas sobre fuerzas aglomera
Que avisan la intención de conquistar.
Morir antes, heroicos argentinos,
Que de la libertad caiga este templo
Daremos a la América alto ejemplo
Que enseñe a defender la libertad”

    Se decide concentrar las escuadras federales en un lugar estratégico. En las proximidades de San Pedro, el río Paraná forma un recodo conocido como la Vuelta de Obligado. Tiene una profundidad de 40 metros y 700( otros autores dicen: 800 a 900) metros de anchura. Rosas elige ése sitio “por la vuelta que hace el río en una punta saliente y difícil de remontarse con el viento, a quien viene navegando, debido al cambio que hace de rumbo el canal principal”. 10
    Indefectiblemente los enemigos deben pasar por allí para llegar a Corrientes con el fin de aglutinarse con los unitarios y aislar a Entre Ríos.
    El encargado de la defensa es el general Lucio Mansilla.
    Monta en la orilla 21 cañones, repartidos en cuatro baterías:
    1.A la derecha, en un ángulo de la barranca, la Restaurador Rosas, de  20 m. de altura, con 6 cañones, dos de a 24 y cuatro de 16, al mando del ayudante mayor de marina Alvaro de Alzogaray. Defendida en su flanco derecho por 500 milicianos de infantería, de los cuerpos de Patricios de Buenos Aires, al mando del coronel Ramón Rodríguez. Otros cuatro cañones, de a 4,  están a las órdenes de José Serezo. El otro flanco, lo defienden 100 combatientes bajo la tutela de Juan Gainza.
    2. A ciento diez varas de la primera, la General Brown, de 7 m. de altura, con cinco cañones, uno de a 24, dos de a 18, al mando del teniente de marina Eduardo Brown, hijo del almirante Guillermo Brown.
    3. A cincuenta varas, la General Mansilla,  rasante, con tres cañones, dos de a 12 y uno de a 8,  a cargo del teniente de artillería Felipe Palacios.
    Las baterías General Brown y General Mansilla son resguardadas por 200 guerreros, que responden al teniente coronel Manuel Virto.
    4. A 160 varas de la anterior, la Manuelita, de 19 m., con siete cureñas de mar, de a 10 y de  a 8, gobernada por el teniente coronel de artillería Juan Bautista Thorne. Acompañadas por 160 artilleros y 60 de reemplazo. En su flanco, posee dos cañones de a 4, dirigidos por el teniente coronel Laureano Anzoátegui y el capitán de marina Santiago Maurice. El comandante Luis Barreda tiene a su cargo a 200 hombres.
    A unos metros de las cuatro  baterías están las reservas: 600 hombres de infantería y dos escuadrones de caballería al mando del ayudante Julián del Río y del teniente Facundo Quiroga, hijo del “Tigre de los Llanos”. Ambos, bajo la instrucción del coronel José María Cortina.
    A este ejército profesional hay que añadir los vecinos de: San Pedro, Baradero y San Antonio de Areco, que están a las órdenes de Benito Urraco, Juan Magallanes y de Tiburcio Lima, respectivamente.
    El teniente Cruz Cañete escolta al general Mansilla con 70 hombres. También, participa en la acción el teniente general Donato Alvarez.
    Las baterías son comandadas por el coronel Francisco Crespo.
    Las fuerzas locales suman unos 2.500 hombres.
    De poco serviría esta defensa si no se coloca un entramado metálico que obstaculice el paso de las escuadras refractarias.
    El río se cierra por una barrera formada por 24 barcos  desmantelados, atados entre sí, con triples cadenas de hierro. Por un lado, en un mogote aislado, se apoyan las anclas que se continúan con los buques. En el otro extremo, se apresta el bergantín Republicano, con seis piezas de a 10, al mando del irlandés capitán de marina Tomás Craig. Tres lanchones: Místico, Restaurador y Lagos,(algún historiador no menciona al Místico)  con una pieza de a 6 cada uno, apoyaban las acciones del bergantín grande.
    Complementaban esta “trampa criolla” 14 embarcaciones a remo con 200 infantes y dos líneas, de a 5 chalanas, unidas entre sí, con material incendiario para ser lanzados en cualquier momento.
    El astuto general Mansilla, por si la flota anglo-francesa decidiera evadir la Vuelta de Obligado, coloca en el otro paso posible, en la Ramada, sobre el Pavón, “dos cadenas de orilla a orilla sobre siete lanchones, una a pro y otra a popa, interceptando el paso. Detrás estaba la escuadrilla fluvial al mando del coronel de marina D. Nicolás Jorge (...)Una batería en tierra a las órdenes del coronel D. Francisco Erézcano, también veterano de la Independencia, capitán de la goleta Chacabuco y que era el comandante superior (...)Además, se habían hundido alguna barcas para dificultar la navegación que presentaba el problema de su poca profundidad para buques de mayor calado”.  11 
   La gran falla está en la escasez de artillería pesada  y de municiones. 


LAS ESCUADRAS ENEMIGAS

    La fuerza naval anglo-francesa se compone de 11 buques de guerra con 99 ó 101 cañones. La artillería es superior a la de la Confederación. Casi toda de calibre superior a 30 libras. Algunos cañones franceses utilizan Paixhans, balas con espoleta.
    No hay un mando único. El jefe más antiguo es Hotham.
    La escuadra se cumplimenta con buques carboneros que la abastecen.
    Para dar una idea del poderío basta decir que la numeración no indica calibre, sino peso. Así, “los de grueso calibre eran de a 32 y a 24 libras, es decir que disparaban balas esféricas de ese peso (...) El diámetro de una bala de 32 es aproximadamente de 15 cms (...) Una bala de a 18 perforaba 70 cms.  de madera”. 12 


ENEMIGO A LA VISTA

    El 18, Mansilla envía tres lanchones para otear la zona. Son repelidos por el bergantín Dolphin, comandado por Leringe.

SIEMPRE HAY UN TRAIDOR

    El 19, Mansilla manda al general Corvalán con un parte al “Exmo. Señor Gobernador y Capitán General de la Provincia, Brigadier Don Juan Manuel de Rosas”.  Le comunica la situación y que “anoche ha desertado en un botecito un marinero del bergantín de guerra nacional Republicano, e incorporándose al enemigo”.  13

LA BATALLA DE LA VUELTA DE OBLIGADO

    El 20, amanece con niebla espesa, pero a las 8 despeja.
    A las 8 y veinte, el enemigo avanza con firmeza y lentitud.
    A las 9, el bergantín inglés Philomel dispara el primer cañonazo y ocasiona la “primera sangre”. La banda de los Patricios de Buenos Aires responde con el Himno Nacional. Luego, de un “¡Viva la Patria!”, contestan el fuego.
    Arturo Carranza realiza una muy buena reseña de la batalla, por lo que la transcribimos:
    “El avance de los buques (anglo-franceses)  fue muy lento, por la corriente, que era de tres nudos, y por escasear el viento (...) Algunos (...) no lograron llegar a los puestos asignados. Entretanto, Mansilla largó a la deriva sus diez brulotes, los que debieron molestar considerablemente a los buques amontonados en la angostura. El diario del Dolphin registra un incendio por su causa. Recién una vez anclados todos los buques, hacia las 10,30 pudieron éstos contestar eficazmente al muy pesado fuego federal (...) El fuego se hizo general y se mantuvo vigoroso un par de horas, cuando empezó a amainar el de tierra, más seguramente por escasez de munición que por efecto de los cañones aliados, por poderosos que fueran, contra los anchos parapetos de tierra. Por su parte tampoco debían causar mayores averías al maderamen de los cascos los mezquinos proyectiles federales, y más destructores resultarían sin duda para la marinería los tarros y racimos de metralla. Sin embargo, el San Martín, que era el buque más avanzado sobre la estacada, y en el que flameaba, en vez de la gloriosa insignia de Brown, la del capitán Tréhouart, recibió más de 120 impactos, de los que 11 en el palo mayor, que apenas se sostenía ya; tenía 28 bajas sobre un total de 100 tripulantes, entre ellos sus dos únicos oficiales; su arboladora y velamen estaban destrozados. Recién hacia mediodía lograron arrimarse en su apoyo otros barcos y acudió el vapor Fulton, asestando sus poderosas piezas de a 80 libras de frente sobre las baterías. A las 12,15 una bala le cortó al San Martín la cadena del ancla, y recién entonces resolvió Tréhouart dejarse ir a la deriva aguas abajo, hasta varar -por falta de vela sana- junto al Gorgon, al que se trasladó el jefe para entrevistarse con su colega Hotham. Otros dos bergantines de la misma división, Dolphin y Pandour, fueron, después del San Martín, los barcos que más sufrieron en la jornada; el Fulton tuvo también más de cien impactos, especialmente era el fuego de la última batería -la más alta, mandada por Thorne-, que enfilaba la obstrucción. El Prócide y el Pandour estuvieron momentáneamente varados. Por su parte, el fuego de tanto buque sobre las baterías, por protegidas que estuvieran éstas, concluyó por destrozarlas. El Comus registra que las dos baterías centrales fueron cuatro veces abandonadas por su gente y otras tantas cubiertas nuevamente. El jefe británico, al elogiar el valor de la defensa, menciona que la caballería estaba atenta a contener a los fugitivos cargando sobre ellos y lanceándolos. A mediodía, voló el Republicano, ofreciendo imponente espectáculo. Era que Craig había agotado su munición y se iba con su gente a reforzar la batería de Thorne. Poco después, hacia las 12,30, una lancha se destacó del Firebrand llevando al comandante del vapor, Hope, con 8 hombres, el jefe de máquinas Meredith, un yunque y martillos, y protegida por el Fulton se adelantó sobre la estacada, metiéndose valientemente en la boca de lobo; acompañábanla dos botes, del Dolphin uno de ellos, con el armero del Gorgon. No nos explicamos qué harían para entonces los lanchones y balleneras que tenía previstos Mansilla para el caso, lo cierto es que Hope y sus armeros se instalaron impávidos en uno de los pontones,(...) su tentativa tuvo éxito. Sin que uno de sus hombres fuera herido, quedó abierta en la parte oriental de la obstrucción una brecha de unos 80 metros, por la que se coló inmediatamente el Fulton (1 h. p.m.), yendo a flanquear desde aguas arriba las baterías con el fuego abrumador de sus cañones de a 80 libras. Los otros dos vapores siguieron luego su ejemplo (2 hs. p.m.), y para las 4 de la tarde podía considerarse decidida la jornada. Las baterías flaquean, agotadas de munición. Callan la primera, que lleva ya más de seis horas de fuego, y la tercera -la de la playa, que sólo cuenta con tres piecitas-; las otras dos sólo se dejan oír de vez en cuando, a largos intervalos. Las piezas volantes de la derecha han sido retiradas. A las 5 hs. p.m. Tréhouart, que había trasladado su insignia a la Expéditive, aprovecha la brisa de la tarde para arrimarse a la costa, junto con el Pandour y la Prócide, hasta varar a tiro de pistola de las primeras baterías, con lo que éstas quedaron pronto definitivamente evacuadas. Sólo les restaba ahora a los intrusos consolidar la destrucción mediante el desembarco de tropas. Mientras Tréhouart, así arrimado a la costa, la barre con su artillería a quemarropa, Hotham, a las 5,45, inicia personalmente el desembarco en la playa de la cadena, con 325 marineros y soldados; dos compañías, al mando de Sullivan, avanzan cuesta arriba al asalto de las baterías del sur. Un cuarto de hora después de los ingleses desembarca a su vez Tréhouart en persona, reforzando a aquellos por la derecha con algo más de un centenar de hombres, hasta sumar un total de 450. Mansilla dirige personalmente una valiente carga a la bayoneta en ‘esfuerzo desesperado’ por defenderlas baterías; pero casi de inmediato es herido en el pecho por un rebote de metralla que lo deja sin sentido. Reemplázalo el jefe de las baterías, coronel Francisco Crespo, a pesar de estar ya contuso, y ordena al coronel Ramón Rodríguez rechazar con sus tropas al adversario. Pero éste, protegido por el fuego de los buques, al que nada parecido podía ya oponerse de tierra, logró penetrar a las baterías, apoderándose de ellas y del bosque a costa de muy escasa pérdida. Sin embargo, el terreno se disputó palmo a palmo y la última artillería volante concluyó finalmente por retirarse. La batería de Thorne parece haber sido la última en cesar el fuego, hacia las 6 de la tarde. Los marinos extranjeros, dueños del campo de batalla gracias a la artillería de sus buques, se ocuparon en destruir las tres primeras baterías, clavando los cañones, rompiendo las cureñas y arrojando al agua pólvoras y proyectiles remanentes. Al obscurecer, reembarcáronse prudentemente, dejando para el otro día la destrucción de la 4ta. batería. En la mañana siguiente, desembarcaron nuevamente -sin que nadie los inquietase- y clavaron los cañones de la 4ta. batería, arrojando al agua sus cureñas; las de las otras baterías fueron quemadas; las piezas de bronce, en número de diez, se llevaron a bordo. Después de lo cual los aliados quedaron en posición de la llanura y del bosque -hasta donde alcanzaba el tiro de sus cañones- y pudieron dedicarse a zafar de su varadura a los buques de Tréhouart y a reparar averías. El San Martín, que estaba hecho un amero, sin dos pies sanos de casco, encontró buenos mástiles de repuesto en uno de los pontones de la estacada. Estos pontones fueron incendiados (día 22 y 23), con excepción de algunos que se cargaron y enviaron a Montevideo. Pareciera también que uno de ellos, el Federal, fue armado por los aliados y rebautizado Vuelta de Obligado”. 13
    Juan Bautista Thorne, pasa a la historia como el “sordo de Obligado”, debido a que una granada enemiga explota cerca de él, le fractura un brazo y lo priva de la audición.
    Importantísimo es resaltar la valiente actuación de Petrona Simonino, quien junto con otras valientes mujeres atienden a los heridos y dan apoyo a maridos, hijos y amigos.
    De acuerdo al informe británico tienen 28 muertos y 85 heridos. En cuanto a las pérdidas de la Confederación, el parte de Crespo dice: 150 muertos y 90 heridos.


EL QUEBRACHO Y EL LEVANTAMIENTO DE LOS BLOQUEOS

  
Si bien la batalla naval se pierde, Rosas no se amilana y ordena que se continúe la lucha en los ríos interiores.
    Los ejércitos de Lucio Mansilla, Ramón Rodríguez, Juan Bautista Thorne, José Serezo, Santiago Maurice y Alvaro de Alzogaray realizan ataques imprevistos al entente anglo-franco-unitario.
    Finalmente, en junio de 1846, en las barrancas de El Quebracho, Mansilla, Thorne, Virto y Santa Coloma ponen punto final a la navegación anglo-francesa en el Paraná.
    En 1847, los ingleses levantan el bloqueo. Un año después, lo hacen los franceses.

 

Néstor Genta

NOTA1: Agradecemos la ayuda del doctor Sandro F. Olaza Pallero, de la biblioteca del Instituto de Investigaciones Históricas “Juan Manuel de Rosas”.

 BIBLIOGRAFIA

1.Ramos Jorge Abelardo. Las mazas y las lanzas.Hyspamérica.  República Argentina. 1986.p.147.

2.3.Carranza de Arturo. La batalla de la Vuelta de Obligado. Revista del Instituto de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas. Nro. 41. Buenos Aires.1995. p. 13.

4.Carranza de Arturo. Ibid.,p. 15.

5.Baldrich de Fernando Amadeo. La Vuelta de Obligado.   Revista del Instituto de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas. Nro. 53. Buenos Aires. p.125.

6.Carranza de Arturo. Op.cit. p.19.

7.Ezcurra Medrano Alberto. La Vuelta de Obligado. Revista del Instituto de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas. Nro.41. Buenos Aires. 1995. p.96.

8. Linares Carlos A. y Linares Carlos M. Episodios inéditos antes de la batalla dela soberanía. Revista del Instituto de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas.Nro. 48. Buenos Aires. p.53.

9.Carranza de Arturo.Op.cit. p.20.

10. García Mansilla Daniel. Conferencia realizada, en 1950, en la Casa de la provincia de Buenos Aires.

11.Baldrich de Fernando Amadeo. Op.cit. pp.125/6.

12.Carranza de Arturo. Op.cit. p.23.

13. Ezcurra Medrano Alberto. Op.cit.p.100.

14.Carranza de Arturo. Op.cit.pp.24/7.

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Armin Vans

 

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