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Una misiva que no es queja sino aporte para entender la realidad

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LA TRAGEDIA DE ONCE Y UN REVELADOR ANTICIPO
LA TRAGEDIA DE ONCE Y UN REVELADOR ANTICIPO

En este caso, quien me escribe es Gustavo Miguel Mazza, pero no para criticar algo puntual del sitio sino para aportar un dato interesante respecto a la tragedia de Once:

 

Sr. Ombudsman, me tomo el atrevimiento de escribirle a usted atento que no sé adónde puedo enviar unos comentarios que juzgo de interés y por ello deseo compartirlos con otros lectores de Tribuna.

Lo invito a leer el artículo publicado en una página de internet y comparar los hechos ocurridos un 12 de julio de 1930 y compararlos con los recientemente acaecidos en la estación del Once. El hecho en cuestión es la caída de un tranvía al Riachuelo, desgracia que conmocionó la opinión pública del momento, acaparando los titulares de los periódicos de la época.

Hecho que incluso llegó al cine y hoy mismo, para aquellos que peinamos canas, aún sin ser contemporáneos a los hechos sigue marcando un ícono en la lista de los accidentes (¿accidentes?) ciudadanos. Incluso ha quedado tan registrado en la memoria popular, que hasta quienes no están dentro de arquetipo antes detallo, conocen el desgraciadamente famoso hecho.

Existen similitudes increíbles dentro del marco general de los hechos, pero lo más increíbles está en las conclusiones de la causa a las que el Juez llegara en su momento. Incluso es más que sustancioso observar a quien se sindicó, en primera instancia, como culpable del luctuoso hecho, que hasta lleva una similitud particular en el número de víctimas.

Espero que sea de vuestro interés como así también del de otros lectores, e incluso dicha comparación" pueda llegar a servir para que Ustedes, con muchas más posibilidades que yo, puedan profundizar sobre este hecho, el cual 80 años después parece que todo sigue igual.  

La tragedia del tranvía obrero. La niebla desconcierta, inhibe y es tema de conversación que sobrevive a su disipación. Los millones de trabajadores que truene, llueva o granice deben salir en busca de los pésimos medios de transporte que los llevarán hacia sus empleos, dejan de prestarle tanta atención a estas cosas. No es que se acostumbren, sólo tratan de no sumar una angustia más a las que deben sobrellevar como pueden todos los días.

Aquella mañana de invierno otra vez la niebla se había adueñado de Buenos Aires y aquel vagón sucio ya venía atestado desde su salida en Temperley y se siguió llenando, desafiando las leyes de la física y violando todas las leyes que "protegen" a los usuarios de los medios de transporte público. El tema entre muchos de los sufridos pasajeros era el inminente debut de la Selección nacional en el próximo campeonato mundial de Uruguay y los crecientes rumores de un golpe de Estado que terminaría con el gobierno de Yrigoyen.

Un desvencijado interno 75 de la línea 105 de Compañía de Tranvías Eléctricos del Sur había salido a las 5 de la mañana de aquel 12 de julio de 1930. Era el popularmente llamado "tranvía obrero": allí iban hombres, mujeres y también muchos niños que oficiaban de aprendices haciendo las peores tareas en talleres y frigoríficos. Por aquel Riachuelo que ya por entonces era el desagüe de todos los desperdicios de la industria que lo rodeaban y que le daban su clásico aspecto denso y negro, venía cansinamente la chata petrolera "Itaca II" que con sus sirenas le avisaba al encargado del puente levadizo, el español Manuel José Rodríguez de 68 años, que fuera levantándolo para darle paso.

El hombre hizo lo de siempre, encendió las luces de peligro para evitar que algún tranvía intentara cruzar en ese momento y puso en marcha el mecanismo para que el puente comenzara a elevarse. Al frente del tranvía venía su motorman, un italiano de 31 años llamado Juan Vescio.

Habían pasado unos pocos minutos de las seis cuando el tranvía cruzó la última curva, aquella que les avisaba a los pasajeros que viajaban de memoria que estaban a punto de cruzar el puente sobre el Riachuelo. El encargado del puente recordará: "En ese momento me pareció escuchar el ruido de un tranvía y sentí un sudor frío. Me asomé por la ventana de mi garita y vi, entre la niebla, las luces de las ventanillas de un vehículo que acababa de entrar al puente. Medio desesperado, empecé a gritar para que el motorman me escuchara, pero fue inútil. Era el tranvía 105, que venía muy ligero. El conductor no podía escucharme; tampoco tenía tiempo ya de frenar. Pasó debajo mío como una tromba y lo vi caer al vacío en forma espectacular, hasta que se hundió completamente en el río; en ese momento se apagaron los chirridos de las ruedas y se sintió el ruido del impacto con el agua. Después todo fue silencio aterrador. Bajé de la garita y me encontré con otras personas que también habían presenciado la escena y empezamos a pensar cómo diablos podríamos sacar a esa gente de allí dentro".

De los 60 pasajeros sólo sobrevivieron cuatro: Remigio Benadasi, José Hohe, Buenaventura Arlia y Gabina Carrera.

Remigio Benadasi había subido al tranvía en Lanús. Era un mecánico italiano que viajaba hacia su empleo en la Compañía General Fabril y le contaba a uno de los cuatro cronistas apostados por el diario Crítica en el lugar: "Yo viajaba sentado en uno de los asientos delanteros del lado de la ventanilla. Todas estaban cerradas por el frío y el pasillo estaba repleto de pasajeros. Cuando el tranvía dio vuelta para llegar al puente, vi las luces rojas de peligro y me extrañó que no se detuviera. Sentí una sensación parecida a la de los ascensores que bajan rápido y me encontré en el agua. Todavía no me explico cómo salí del tranvía. Debe haberse roto el vidrio de mi ventanilla, porque tengo una herida en la frente y otra en la mano izquierda. Sin saber nadar, estuve chapoteando un rato hasta que me sacaron".

Las tareas de rescate de los escasos sobrevivientes y de los 56 cadáveres estuvieron a cargo del personal policial y de buzos del Ministerio de Obras Públicas.

El país se paralizó y comenzó la búsqueda de culpables. El autor de El principito, Antoine de Saint-Exupéry, escribió en su diario: "He escuchado una terrible noticia. En medio de la bruma, el conductor no advirtió que el puente había sido abierto para dejar paso a un barco. Crítica afirma que el culpable es el Gobierno, por no mantener suficientes controles".

Muchos acusaron de impericia al joven motorman Vescio, pero el juez de la causa, Miguel L. Jantus, determinó que se trató de una falla mecánica debida a que el comando que accionaba el freno se encontraba defectuoso debido al desgaste del uso. El fallo confirmaba que Vescio era una víctima más del sistema, que dejaba cuatro hijos y a su viuda embarazada. La responsabilidad era compartida: absoluta negligencia de la empresa propietaria, que no tenía entre sus hábitos el control mecánico de unidades destinadas a simples obreros, y ausencia de control por parte de un Estado ausente.

Las riberas del Riachuelo se llenaron de curiosos y cronistas de todos los medios. A todos los conmovió la noticia de que entre los muertos había un obrerito, un niño trabajador. Entre los que se condolían había uno de los hombres de Crítica que buscaba responsables más allá de los visibles. Se preguntaba por qué tenía que estar allí ese niño.

Raúl González Tuñón escribió en la quinta edición de Crítica del 13 de julio de 1930: "Uno de los cadáveres extraídos era el de un chiquilín como de 14 años de edad. Obrerito joven, la muerte lo sorprendió tiritando de frío en un rincón del tranvía. Nadie lo reconoció en el momento de ser sacado de las aguas. ¡Quién sabe si ese chiquilín no tiene más familia que una abuelita vieja, a la que debe mantener con sus pobres jornales! Cuando levantaron ese cuerpecito liviano, llamó la atención lo abultado de uno de los bolsillos de su saco. Ese bulto resultó ser un sándwich. Un pan francés abierto en dos, llevando adentro una milanesa, seguramente sobra de la comida del día anterior. Ese sándwich era el único almuerzo de la infeliz criatura. Cuando se lo sacaron del bolsillo, ese sándwich, último sándwich de quién sabe cuántas jornadas de hambre, tuvo el prestigio de arrancar más de una lágrima".

 

Nada más que agregar, muchas gracias por su carta Gustavo, ha sido reveladora.

 

Marcelo Suárez
Ombudsman de Tribuna de Periodistas

 

5 comentarios Dejá tu comentario

  1. Desgarra el corazon ver las similitudes y el desastre que ocurria hace tantos años con el actual de Once. Que poco o nada de amor tienen los responsables de estas tragedias hacia los que todos los dias viajan en tan malas condiciones para trabajar y ganarse su pan. Y cuando leia sobre el niño que iba a trabajar con su pan en el bolsillo me acorde del niño que moria frente a las camaras, no ha cambiado nada en tantos años. Como dijo Belgrano: POBRE PATRIA MIA!

  2. Una crónica desgarradora. Yo había leído sobre lo que pasó con este tranvía esa madrugada fatídica. Hace unos días mi padre también me contó sobre un colectivo que se incendió en la calle Lope de Vega cuando el era muy joven. Y también recuerdo el horroroso accidente de LAPA en Aeroparque. Lo que pasó en Once hace un mes es el resultado de la indiferencia, del abandono total que sufrimos los ciudadanos día a día. Estamos librados a nuestra suerte. Que Dios nos ayude.

  3. AQUI HAY MUCHOS RESPONSABLES ,PERO ENTEVISTEN A HUGO RIZZO ASESOR Y COLABORADOR DE LA SECRETARIA DE TRANSPORTE ,ASESORO A JAIME, EXPORTARON TRUCHAMENTE RIELES A CHILE, RECUERDEN HUGO RIZZO

  4. Cabe acomodar esta cuestion en la falta de respeto, de responsabilidad en los cargos y en el patoterismo. No solo nos faltan el respeto y la dignidad , el cuidado a la seguridad, el hecho de gobernar.... Son todos titulos rimbombantes que se hacen pobre aliento en los diversos discursos y que solo se quedan en eso. Discursos. Muchas provincias son maltratadas de palabra y de obra. No todo es color de rosa y progreso Dias pasados el gobernador de Misiones SR. MAURICE CLOSS, fue maltratado de palabra, el y todo su equipo de productores yerbateros. Moreno los insulto impunemente, les falto el respeto a todos, les llamo polacos pelotudos a toda una comunidad y al gobernador " gordo puto."...si, asi como lo leen. Pueden verlo en Misionlandia y diarios de Misiones. Toda una comunidad esta ardida por el insulto. Lo que se venia a reclamar era el justo precio de la yerba mate. Que la pagan a 90 centavos de ganancia a los productores cuando en las gondolas el kilo se vende a doce pesos, y necesitan ayuda en los precios y las ganancias. Que el unico que aumentaba el precio aqui era el, el maton armado. Los misioneros se fueron insultados y humillados con las manos vacias. Los misioneros quieren que se ponga a un costado, no le piden que se retracte, porque es irretractable, aqui no hay desperdicio, el se pinta solo y completo. Y si no se le saca, significa que tiene el aval de la mandataria, y se permite que a toda una poblacion se le falten miserablemente el respeto.

  5. Las dos son terribles tragedias. También hubo gran cantidad de víctimas. Pero en la del Riachuelo había mucha niebla y fue en 1930, año de la gran crisis ecocómica. En cambio en la de Once los ferrocarriles estaban en pésimas condiciones por la corrupcón de los empresarios y el gobierno kirchnerista. Entre ellos robaron los millonarios subsidios que no fueron invertidos en los ferrocarriles. Fueron a los bolsillos de esos corruptos. Esa es la gran diferencia. Y muy grave por supuesto.

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