Hace dos semanas, el jefe de Gabinete de Ministros de la Nación, Juan Manuel Abal Medina, aclaró que el Gobierno tiene tiempo de hablar o de gobernar. No de ambas.
“A los comentaristas que dicen que no damos conferencias de prensa o que hablamos poco, les digo que no se preocupen. Si hablamos poco es porque estamos trabajando”, dijo. "Algunos pretenden que hablemos más para que gobernemos menos", concluyó el funcionario frente a las numerosas críticas que viene afrontando el gobierno kirchnerista al evadir conferencias de prensa con preguntas. Eso sí, se había olvidado de Cristina Fernández, reconocida por, al menos dos veces por semana, salir en televisión a explayar largos monólogos, algunos llegaron a batir su propio récord.
Sin embargo, los periodistas no quieren discursos unidireccionales, quieren preguntar y que se les responda. Es por eso, que reconocidos corresponsales de diferentes medios hicieron pública una carta a Abal Medina, para pedirle, básicamente, que los dejen hacer su trabajo, mientras que aprovechan para preguntarle lo que hasta ahora no pueden.
“Frente a sus declaraciones, es forzoso recordarle que, por ejemplo, desde el 1º de marzo, la Presidenta de la Nación se dirigió a la ciudadanía en no menos de nueve oportunidades, incluidas las tres horas y media que empleó para dar inicio al período de sesiones parlamentarias. Nada nos hace pensar que, por eso, la Presidenta no trabaja. Suponemos que lo hace. Y mucho. Sin embargo, en ninguna de esas ocasiones que, es cierto, pertenecen a un nuevo género al que no podemos llamar ‘conferencia de prensa’, se admitieron preguntas. Es la Presidenta quien se dirige a la concurrencia. Las comunicaciones de la Jefa de Estado y, en líneas generales, las de la inmensa mayoría de sus funcionarios, son de vía única. Ignoramos, por lo tanto, si la Presidente y sus funcionarios escuchan.
Paralelamente, la lista de hechos de hostigamiento hacia la prensa es enorme. Solo basta recordar los ‘juicios éticos y populares’ que Hebe de Bonafini —con presencia de funcionarios públicos como Néstor Busso— realizó en 2010 y 2012 contra varios colegas; la desgraciada reacción del Ministro del Interior Florencio Randazzo tras decir que los diarios La Nación y Clarín atentaban ‘contra la democracia y la calidad institucional’; las amenazas del empresario de medios ligado al Gobierno Sergio Szpolski, defensor acérrimo de la actual administración en su multimedios, contra otro colega por publicar un diálogo público; y la acusación directa de ‘nazis’ a otros dos periodistas por parte, ni más ni menos, de la Presidenta de la Nación. A todos estos hechos se les suma el uso del dinero y los medios públicos para sostener esta política de acoso que, como es evidente, excede los hechos puntuales para volverse sistema.
Los abajo firmantes, periodistas de distintos medios, edades, orígenes sociales, políticos y culturales tenemos una obligación común: preguntar. Se nos ha enseñado en las escuelas, en las redacciones, en los textos que teorizan sobre los alcances de nuestra profesión que el compromiso del periodista es con la verdad y la verdad son los hechos; que la misión del periodista es indagar, cuestionar e informar a la opinión pública, frente a la que tanto ustedes, funcionarios, como nosotros, gente de prensa, somos responsables.
La prensa es un instrumento de la República y un reaseguro para el control ciudadano de los actos del gobierno. Es así que los hombres de Estado están obligados a rendir cuentas y nosotros incurriríamos en mala praxis si no pidiéramos esa rendición. En razón de esa tensión saludable y democrática, por cierto, es que más allá de las falacias con que Ud. acaba de contestar las demandas de diálogo, seguiremos insistiendo en preguntar, ejerciendo nuestro derecho y exigiendo el cumplimiento de esa obligación.
No es sencillo ser un funcionario político. Está claro. Tampoco ser periodista es siempre fácil. No es agradable responder a preguntas incómodas. Lo imaginamos. Tampoco lo es formularlas, pero se trata, desde nuestro punto de vista, de un acto necesario. Hacemos votos porque en algún momento, mejor temprano que tarde y sin que eso los distraiga de sus tareas, la Presidenta, usted y sus colegas del Gobierno, acepten ese intercambio como lo que, en esencia, es: una carga pública.
Mientras tanto, frente a la imposibilidad de hacerlo en los escenarios habituales y, reiteramos, para no abdicar de nuestro derecho a recabar información, quienes suscribimos este texto le informamos que, de aquí en adelante, haya o no contestación, formularemos las preguntas que consideremos de interés a través de los medios que estén a nuestro alcance. Las que siguen son sólo algunas de ellas:
-¿Por qué razón los funcionarios del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner no se vinculan con la prensa más allá de un grupo de periodistas amigos?
-Todos somos esclavos de la ley. Eso diferencia a los sistemas donde impera la justicia de aquellos que se apartan de la legalidad y de las conductas democráticas ¿Por qué el Gobierno desconoce los fallos de la Suprema Corte de Justicia de la Nación sobre la publicidad oficial?
-¿Por qué se dejaron de brindar detalles de la distribución de la publicidad oficial, pese a que varias ONGs presentaron pedidos de acceso a la información pública, basándose en el Decreto 1172/03, que dictó Néstor Kirchner?
-Frente a las incontables declaraciones de enemistad y desagrado respecto de nuestra tarea, ¿qué rol cree su gobierno que debemos desempeñar los periodistas? ¿Por qué es letra muerta la Ley de Acceso a la Información?
Sin más, por ahora, lo saludan atte.: Alejandro Alfie, Mariano Alonso Balmendia, Norberto Angeletti, Carlos Ares, Marina Artusa, Ricardo Alberto Arrúa, Jorge Aulicino, María Laura Avignolo, Osvaldo Bazán, Mónica Baumgratz, Juan Bedoian, Alejandro Bianchi, Martín Bidegaray, Marcelo Bonelli, Julio Blanck, Guido Braslavsky, Marcelo Cantelmi, Nelson Castro, José Crettaz, Walter Curia, Sergio Danishewsky, Federico Domenianni, Luis Domenianni, Georgina Elustondo, Daniel Fernández Canedo, Jorge Fernández Díaz, Marco Fernández Leyes, Silvia Fesquet, Alejandra Gallo, Héctor Gambini, Andrés Gauffin, Florencia Grieco, Silvina Heguy, Daniel Juri, Ricardo Kirschbaum, Jorge Lanata, Facundo Landivar, Román Lejtman, Alfredo Leuco, Gabriel Levinas, Daniel Leyba, Josefina Licitra, Matías Longoni, Paula Lugones, Luis Majul, Silvina Márquez, Silvia Mercado, Federico Monjeau, Joaquín Morales Solá, Marcelo Moreno, Daniel Muchnik, Oscar Muiño, Alberto Muney, Silvia Naishtat, Pedro Navarro, Gustavo Noriega, Mariano Obarrio, Alcadio Oña, Eugenio Paillet, Carlos Pagni, Marcelo Panozzo, Osvaldo Pepe, Javier Porta Fouz, Rodolfo Pousá, Quintín, Ceferino Reato, Ricardo Roa, Paula Rodríguez, Analía Roffo, Diego Rojas, Magdalena Ruiz Guiñazú, Matilde Sánchez, Gonzalo Sánchez, Daniel Santoro, Claudio Savoia, Laura Serra, Sergio Serrichio, Gustavo Sierra, Eduardo Tagliaferro, Jorge Urien Berri, Dolores Valle, Eduardo Van der Kooy, Daniel Vecchiarelli, Susana Viau, Sylvina Walger, Miguel Wiñazki, Nicolás Wiñazki, Gerardo Young, Juan Carlos Zapiola”, entre otros.
Si bien el kirchnerismo viene siendo reconocido por no ser una administración gustosa de responder interpelaciones de los periodistas, la tragedia ferroviaria en la Estación de Once provocó que distintos funcionarios de la Nación convocaran a lo que ellos llamaron “conferencias de prensa”, pero no permitieron que los periodistas realicen preguntas.
A partir de allí, diferentes agrupaciones periodísticas han hecho saber la imperiosa necesidad de que los funcionarios públicos realicen de manera periódica conferencias de prensa con una dinámica adecuada para que los periodistas puedan cumplir su tarea profesional y realizar preguntas sin condicionamientos ni prerrogativas.