Difícil de explicar que una provincia con los recursos con que cuenta Santa Cruz, hoy se encuentre al borde del abismo económico. Con los servicios en manos del estado seriamente resentidos, sin calendario salarial ni paritarias, endeudada sin límites ni control, y lo más grave, sin tracción. Paralizada, no va ni para atrás ni para adelante.
Es indudable que sin plata, un gobierno tiene atados los pies y las manos y que un presupuesto robusto garantiza al menos una gestión regular, que no es poco. ¿Pero acaso no fue Santa Cruz una provincia rica, con presupuestos siderales, ahorros en el exterior, una provincia joven con poca población y con índices de desocupación y pobreza envidiables?
Queda demostrado tras veinte años de bonanza económica que la crisis que hoy aqueja a Santa Cruz y a los santacruceños es de estricta índole política. Y no hay que darle más vueltas al asunto. No hay lugar para más excusas, ni silencios piadosos, ni vacíos cómplices, que intenten justificar lo evidente.
Que la plata no está es cierto. Tanto cierto como que si en lugar de Peralta el gobernador fuese otro —otro al que quieran los K— el dinero para superar la coyuntura ya estaría en ventanilla para el cobro.
¿O no ocurrió lo mismo con el ex gobernador Sancho a quien en 2007 reemplazó justamente Daniel Peralta por decisión y con el financiamiento del entonces presidente Néstor Kirchner?
A esta altura ya no bastan los rencores “Peralta sabía con que bueyes araba y si hoy lo están asfixiando se lo tiene merecido” Ni siquiera el autocomplaciente “Yo no lo voté..” El castigo o como se llame que la nación le está imprimiendo al gobierno provincial lo está sufriendo toda la sociedad. Y lo están padeciendo todos por igual, quienes votaron a Peralta y quienes no lo votaron
El gobierno está empeñado en instalar en la opinión pública que el problema que existe en Santa Cruz es que la economía desbarrancó —“por culpa de terceros” claro— y que por eso hay que recuperar YPF, incrementar la producción de petróleo, y de ese modo, poder pagar los sueldos con aumentos, comprar insumos para los hospitales, convocar a médicos de todo el país que quieran habitar el suelo santacruceño, reactivar la obra pública, y anunciar el corte de cintas de las represas Barrancosa y Condor Cliff.
En realidad en una provincia pródiga en recursos, este discurso no suena descabellado. Pero no pasa por allí el hilo de la trama.
Hace tiempo que el gobernador Peralta no maneja la agenda política más allá de sus esmeros en mostrar una imagen de administrador activo y preocupado, con estrechos vínculos con Nación y un claro y cabal conocimiento del rumbo de la provincia
Un gobernador sobreactuado y sobre exigido. Presionado por los cuatro costados, Olivos, La Cämpora, los intendentes, los gremios estatales, el partido al que desairó en el último Congreso, los acreedores, y el tiempo que transcurre inexorable tensando la cuerda de la paciencia y la tolerancia de la gente.
La arremetida presidencial contra YPF puso a Peralta en el brete de tener que increpar a Eskenazi con discursos de tierra adentro, mientras que por otro lado tiene que rogarle que le adelante fondos para poder pagar los sueldos. Destino cruel el de quien gobierna por encargo.
La contracara de Peralta es el Intendente de Río Gallegos, Raúl Cantín, quien por defecto aparece como el administrador prolijo, serio y responsable, lejos de las chicanas y los enfrentamientos. Odiosas pero inevitables comparaciones.
Aunque también se encuentra presa del dilema de elegir entre la economía y la política: ¿Pagar los sueldos a sus empleados para lo cual cuenta con los fondos necesarios y de ese modo poner aún más en evidencia las deficiencias de la administración provincial? O asumir el costo de postergar los salarios hasta que la provincia pueda abonarlos y de ese modo preservar una relación con Peralta que hoy por hoy es de mutuo respeto y necesidad.
“La economía es el arma, la política es saber cuándo apretar el gatillo”, es una de las tantas frases memorables de El Padrino la obra de Mario Puzo, llevada al cine por Francis Ford Copolla.
La pregunta es, ¿quién maneja el arma en Santa Cruz y de quién depende la decisión de apretar el gatillo y sobre todo, para qué lado apunta el disparo?
Héctor Barabino
OPI Santa Cruz
Pensar que la solución es facil y esta Lastima que las políticas de la mafia sean de cohersionar mediante el poder del dinero Vean www.tarjetatei.com.ar
SI SOS AMIGO TENES TODO, SI NO SOS AMIGO NO TENES NADA. TRISTE REALIDAD LA DE NUESTRO PAIS SE CASTIGA AL GOBERNADOR IGNORANDO A LA GENTE QUE ESTA EN LA PROVINCIA LA GENTE NO IMPORTA LO UNICO QEU IMPORTA SI EL GOBERNADOR ES O NO ES AMIGO Y NADA MAS.
Me da pena por la gente idiota que les creyó, aunque se lo tienen merecido por no pensar como haía sido la gobernación del finadito
Sr. Barabino Soy un asiduo lector del portal OPI, al cual tengo en alta estima por el valor de sus artículos periodísticos. Precisamente en ellos reiteradamente se ha puesto en evidencia lo ridículo de las sumas percibidas por la provincia en concepto de regalías mineras, por sus hidrocarburos y pesca, dejando en blanco sobre negro que siendo una provincia rica, el producto de la explotación de sus riquezas no van para la provincia, sino a otras manos. Se da así el caso de una provincia rica en recursos que vive en extrema pobreza y necesidad. No creo que muchos territorios, no solo en Argentina, sino en el Mundo, dispongan de riquezas tan diversificadas y abundantes como la provincia de Santa Cruz. Dejando esto establecido, es claro que se trata de un problema político. Está fundado en un proyecto de nación meramente dedicada a la producción primaria, extractiva y agrícologanadera, en manos de multinacionales y en menor medida, del establishment local como socio menor (muy menor). Mientras esto no se modifique, no habrá solución a la eterna falta de recursos de esa y las otras provincias. El que los recursos naturales y las riquezas del País estén destinadas al beneficio de los argentinos, de nosotros dependerá, y de no lograrlo solo cabrá esperar la decadencia (que ya estamos viendo hoy) y la disolución como Nación. Es exacto que por las peleas y rivalidades de grupúsculos internos del propio sector político gobernante, la Casa Rosada no acude en ayuda de determinadas Administraciones provinciales. Pero la pregunta es: ¿Por qué las provincias deben esperar el auxilio del Gobierno Central, para subsistir económicamente?, o ¿Por qué las provincias, más siendo tan ricas como Santa Cruz, deben depender de la dádiva de la Nación para subsistir?. El verdadero Federalismo dice que la Nación es la que debe financiarse con aportes que a tal fin decidan las provincias, y no al revés. Es hora de que las Provincias ciertamente administren sus propios recursos. Atte.