Un clima preelectoral en el que suelen acelerarse alineamientos, fricciones y rupturas quedó abruptamente instalado esta semana en el escenario político, cuando apenas se cumplieron seis meses del segundo mandato de cuatro años de Cristina Kirchner.
Por fidelidad y pertenencia al grupo político que tomó las riendas del país en 2003, el encontronazo prematuro con el gobernador bonaerense, Daniel Scioli, fue el más ruidoso. Pero compartió cartel con renovadas muestras de hostilidad de y hacia el Gobierno nacional por parte de la CGT y Mauricio Macri.
Tanto con Macri como con Scioli el fondo del asunto es la pulseada por la sucesión presidencial en 2015. Así lo entendió Scioli, que para no profundizar fricciones fue claro y frontal: "Tengo aspiraciones presidenciales pero si la Presidenta quiere la reelección no la voy a enfrentar".
El Gobernador siempre dijo ser parte del kirchnerismo, fue leal hasta en la Embajada de Estados Unidos como reflejan los cables de WikiLeaks, y esperaba en algún momento ser bendecido como el continuador de ese proyecto político.
Sin embargo, decidió no embarcarse en algunas peleas clave como la que lleva el cristinismo con el grupo Clarín y parece haber quedado fuera del umbral de fidelidades K. La aprobación de un pedido de informes en el Senado bonaerense sobre la publicidad oficial del Gobierno provincial tiene que ver con ese nudo de lealtades y provocó el estallido.
La reacción de Scioli, a través de tres funcionarios de su confianza contra su vice Gabriel Mariotto, y luego en persona fue el dato político de la semana después de haber tolerado con pulso de cirujano sus embates junto a La Cámpora.
Esa ofensiva fue sostenida contra el ministro de Seguridad y Justicia, Ricardo Casal, e incluyó la creación de una comisión investigadora legislativa del caso Candela. También alumbró un pedido de informes sobre los contratos con la empresa Boldt, a la que Amado Boudou acusó de estar detrás de su vía crucis judicial; y una embestida sobre el área de Derechos Humanos provincial.
Mientras resiste una nueva embestida contra Casal, Scioli dispuso el recambio de Sara Derotier de Cobacho por Guido Carlotto, hijo de la presidenta de la Asociación Abuelas de Plaza de Mayo, en la Secretaría de Derechos Humanos.
Pero al mismo tiempo dio señales de autonomía política con recorridas por el país y el aval explícito al lanzamiento de La Juan Domingo, una agrupación nacida para rivalizar con La Cámpora y Mariotto; y de otra formada por sciolistas puros. La pregunta es si esa pulseada puede conllevar un ahogo financiero para Scioli y si se puede sostener a más de un año de las elecciones legislativas y a tres de los comicios nacionales.
"Tampoco se puede incendiar la provincia más importante del país que tiene el 40 por ciento del padrón electoral porque sería pegarse un tiro en el pie", sostuvo un dirigente del círculo presidencial en diálogo con este columnista. Esa combinación o paradoja entre falta de recursos y necesidades mutuas confluyó esta semana en la Legislatura donde miembros de La Cámpora chocaron con ruralistas que resistían un aumento del impuesto inmobiliario rural.
La evolución de la relación entre Presidenta y Gobernador será tema a seguir semana a semana. Lo cierto es que en el marco de la pulseada con Scioli, los laboratorios electorales de Balcarce 50 desempolvaron un proyecto que ya había sido analizado desde el mismo momento del triunfo electoral de 2011.
Consiste en la posibilidad de adelantar las elecciones de 2013 y ponerle proa a una reforma constitucional para otra reelección kirchnerista. La movida no cuenta todavía con aval presidencial explícito pero ya fue analizada por juristas y dirigentes de distintas cepas del oficialismo, hasta intendentes del conurbano. El rumbo de la economía, siempre decisiva en los turnos electorales, será clave para el éxito o fracaso del intento.
Rivales nuevos y viejos
Con una marcada desaceleración industrial e inflación persistente, el escenario no es el más auspicioso para el Gobierno y el país. Ese cuadro de situación llevó a la Presidenta a tachar de irresponsables a los sindicalistas. El llamado de atención excedió a Hugo Moyano, titular de la CGT -ya fuera del oficialismo- ya que coincidió con un paro de los metalúrgicos del jueves y en medio de unas paritarias muy duras en distintas ramas de actividad.
El reclamo presidencial impactó de lleno en Antonio Caló, titular de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM) y candidato oficial a suceder a Moyano en la central obrera como emergente del grupo de los "independientes" de la CGT. Tras haber quedado en la mira de la Presidenta y sin aval pleno de sus eventuales aliados -los denominados Gordos y barrionuevistas- esa pulseada todavía está abierta.
Otro que debió readecuar su plan de labor para los primeros años de mandato fue Mauricio Macri, quien archivó su intento de entablar relaciones cordiales -pero hipócritas- con la Nación y pasó a resistir distintas iniciativas oficiales que impactarían de lleno en las arcas porteñas.
Un proyecto que analiza la Legislatura bonaerense para impedir que la basura de la Ciudad sea enterrada en la provincia de Buenos Aires, más otro del Congreso nacional que le restaría fondos al Banco Ciudad, y la posibilidad latente de tener que hacerse cargo de obras del subterráneo sin acceso al crédito forman parte del combo que preocupa al jefe de Gobierno.
"Queda claro que la Presidenta quiere fundir a la Ciudad", exclamó Macri esta semana en medio esos cruces. Al jefe de Gobierno la estrategia de la "victimización" le dio buenos resultados durante el primer mandato, pero ahora necesita mostrar acciones diferenciadoras y "gestión" para apuntalar su proyecto presidencial, reconocen sus colaboradores.
En ese marco, decidió que los porteños voten con boleta única en 2013, dentro de un plan más ambicioso de reforma política que incluye el sufragio electrónico y el sistema de internas abiertas en el ámbito de la Ciudad de Buenos Aires.
Gabriel Profiti
NA