San Juan es una provincia en donde vivir es complicado. Viven más o menos 700.000 personas de las cuales 500.000 creen que solo un habitante es el mejor, que solo uno puede guiarlos.
El único, el que decide el destino de los 700 mil, es un tipo más bien chabacano, que habla arrastrado, que tiene a su esposa de siempre, a su hija monja, a uno de sus hijos (el menor) con capacidad especial, más otro hijo que no destaca por alguna cualidad especial.
Como habla muy sanjuanino, se expresa con modismos que la mayoría de la gente utiliza a diario, a veces hasta inventa algunos como el que utiliza frecuentemente que dice “no nos almorcemos la cena”.
Se viste como uno más del pueblo, no hace ostentación de riqueza, se moviliza en autos normales.
Gracias a estas cosas se ganó el mote de “El Flaco”, como cualquiera de los 500.000 llamarían a su amigo,
¿Quién no tiene un amigo al que le dicen El Flaco? El Flaco, a los ojos de la mayoría sanjuanina, es uno más.
Esta mayoría siente que si alguno de ellos tuviera la posibilidad de llegar a ser gobernador, serian con él, como El Flaco.
Un tipo que entiende el sentir del pueblo, alguien que sabe que necesita cada uno de los 500.000 de 700.000, aunque sea solo en el decir y no en los hechos.
El Flaco se muestra como el tipo bueno que está con todos los que necesitan.
El Flaco creó una estructura de poder donde él es el supremo.
Algunos conocedores del manejo del poder, dicen que tiene “la ganchera alta”, frase que escuché por primera vez después que El Flaco cumpliera un tiempo en la gobernación.
Todo pasa por él.
Ante algún problema, por chico que sea, quienes reclaman, piden por él.
Todos desconocen la autoridad de las líneas intermedias.
En San Juan los ministros no son fusibles, nadie reconoce a los ministros, ni siquiera como fusibles.
Estos mandos que deberían ser contenedores, verdaderos fusibles, saben que, con El Flaco de jefe, solo son nada.
Son nada que cumplen funciones administrativas sin verdadero poder de decisión, que (solo algunos, muy pocos) participan de los beneficios económicos de pertenecer al grupo de poder.
Solo muy, pero muy pocos, hacen fortuna al lado de El Flaco.
Por supuesto que quienes aceptan estar bajo el mando de El Flaco saben que estar con él es tocar el cielo con las manos, porque sin él, no son nada.
Todos estos personajes, trajeados y bien peinados, si no estuvieran con El Flaco, no serían nada.
Y más vale ser nada aparentando que son algo, a ser nada de nada.
En fin, es triste la vida de El Flaco, solo rodeado de inservibles que él sabe que domina a gusto. Pero peor es la vida de estos dominados.
El Flaco planteó grandes desafíos cuando llegó al poder, les voy a contar solo algunos:
Hizo el Centro Cívico que pensó algún Gobernador de la dictadura hace 30 años.
Hizo un dique que pensó algún Gobernador de la dictadura hace 30 años.
Planea hacer el paso a Chile que planeó algún Gobernador de la dictadura hace 30 años.
Este líder atrasa 30 años, dice ser un militante perseguido por la dictadura, se jacta de haber sido un preso político, pero hoy es quien tiene como plan terminar las obras públicas de aquella época.
Tuvo la visión de pensar el San Juan Minero y trabajó arduamente codo a codo con Menem para lograrlo.
El apellido de El Flaco es hoy sinónimo de minería en el país
Una visión que lo llevó a entregar el mineral sanjuanino a empresas extranjeras a cambio de casi nada.
Dice El Flaco que San Juan debe ser minero, pero los sanjuaninos no lo acompañan en esto.
Las empresas mineras prefieren contratar mano de obra foránea antes que sanjuanina, porque dicen que a los sanjuaninos no les gusta trabajar.
A pesar de esto El Flaco insiste conque San Juan es minero y los 200.000 que no acompañan el pensamiento de El Flaco dicen que él solo lleva adelante esto por su conveniencia personal.
Entre estos 200.000 están los viñateros de la provincia que sienten que El Flaco puso toda la fuerza del Estado para hacerlos desaparecer.
El Flaco está hoy en Angola junto a CFK.
Hay al menos 200.000 sanjuaninos que saben que a San Juan esto no le traerá ningún beneficio, pero la prensa mayoritaria, pagada con fondos públicos, lo mostrará cómo el gran líder que se preocupa por su pueblo.
Y así seguiremos hasta que los 200.000 se transformen en mayoría.
¿Cuánto tiempo tiene que pasar para que esto suceda?
No lo sabemos, pero sucederá.
Daniel Valenzuela
danorva@hotmail.com.ar