En el boletín de calificaciones kirchnerista hay algunas materias que salen aprobadas, pero una que se destaca por sobre todas: humor social. Hay que mantener a la gilada contenta —o perejilada, en la vieja jerga de “
Decimos materias del juego del poder, no hacemos un calificativo de otro orden —moral, ético, etc.— porque en definitiva lo que se debe desentrañar es cuáles resultados, no intenciones, se van obteniendo en el juego del poder, que, en definitiva, es el juego que se juega en la política.
La construcción de una realidad tangencial, una mirada sectaria —o facciosa— se debe juzgar en dicho campo, el del control —o no— del poder, tanto del Estado como del discurso y de la agenda. ¿Otras miradas? Son también tangenciales, o verdades relativas o singulares: la historia está plagada de esclavos felices, irracionalidades que no por ello desmienten las reglas del juego del poder.
En este marco y, como decía cierto veterano general que devino y volvió herbívoro a la Argentina allá en los malditos años 70, la víscera que más sigue monitoreando cada argentino, sigue siendo, indefectiblemente, el bolsillo.
Así, mientras algunos economistas estuvieron realizando muy buenos informes y reportajes en las últimas dos semanas —cosa que la Presidente polemista que tenemos se ocupó de criticar con las opiniones arteras y mendaces con que nos tiene acostumbrados— estos adolecen de cierta parcialidad y especificidad que los hacen muy estáticos. Les falta un poco de análisis político por técnicas, deben ser tomadas como opiniones consultas, y nada más.
Lo que se quiere referenciar es que el discurso oficial —como todo discurso— incorpora una serie de contradicciones y absurdos que no son relevantes en la medida de que, a lo largo del tiempo, se puedan saldar con una cierta estabilidad —demencial, es cierto, si lo analizamos punto por punto— pero que a la víscera individual de las individualidades locales de nuestra extraña población la termina justificando. Algunos ejemplos serían el mantenimiento de algunos subsidios —que este año rozarán los 120.000 millones de pesos—.
El habitante común se congracia con el absurdo costo del transporte, la energía, etc., y por más que en algún intento de razonamiento pueda inclinar su cabeza de arriba hacia abajo —aprobando un razonamiento crítico— se complacerá de seguir viajando “gratis” y que el Estado le siga regalando $12.000 de subsidio mensual por cada colectivo con los que los facinerosos empresarios denominados “trasportistas” se siguen engordando a la sombra.
Y sí, el problema también está en nosotros
Así, existe una gran perversidad en el “ser argentino”, un humano de lomo azotado por genocidios y quebrantos, que mira con desdén las pequeñas o grandes miserias públicas o privadas desde una indolencia inimaginable para seres de otras culturas. El argentino es indolente por necesidad en muchos casos, necesidad de sobrevivir.
Así, la mayor virtud del kirchnerismo, es la de colocar el termómetro social en la axila popular. La neutralidad no es una política kirchnerista; lo contrario, toda política se enmarca en un rol activo aún entre conflictos particulares.
En definitiva, aborrece la idea de neutralidad del Estado en la sociedad, adopta un criterio faccioso: gobierna a favor de una parte de la sociedad y en contra de otra —aún en contra de una sola persona—, no necesariamente con lógica, porque esto lo hace en la medida de la coyuntura y la conveniencia de dicha coyuntura —léase de Cristina—.
Mismo criterio ocurre desde las alianzas políticas, se nota dicha contradicción en la rotación de nombres, aliados, funcionarios ayer “oficialistas” hoy opositores con voz. Todo vale, si se roba para la corona.
La lucha por el poder para el kirchnerismo
Así, podemos definir a la doctrina K como una praxis política del poder en donde existen dos apotegmas mayores: el poder absoluto y eterno, por un lado, y la desarticulación de cualquier atisbo de organización de opositores —alternativas— ya sean dentro o fuera del oficialismo.
La idea de una democracia con partidos y alternativas, con un parlamento, es aborrecida por las mentes oficiales. Dentro de la heterogeneidad de sus integrantes internos, en donde se encuentra, tibiamente, el “pejotismo” como Daniel Scioli o José Manuel De
El conflicto social, analizado en abstracto, podrá resultar una dificultad para los analistas económicos y sociólogos, pero debe entenderse que dicho conflicto social no es más que una necesidad desde la óptica kirchnerista del poder, elemento básico de la perpetuación del régimen.
Los elementos necesarios de la matriz política K consisten en la necesidad de una acción política unitaria que ponga dicho conflicto social, dicha “acción” a desarrollarse a través de una decisión política total, en la cual no se admiten matices. La existencia del Estado conducido como necesidad suprema, y una sociedad o sociedad “ligada” a dicha fuerza de poder —facciones internas, grupos sociales, piqueteros, sindicatos adictos, etc.— conforman “la línea” del Estado. El resto de la sociedad permanece “separada”; es el enemigo.
Una idea “contraria” a dicho pensamiento sacralizado es definido como “liberar” y al mismo se le achacan todos los “males” del pasado, crisis —mayores iguales o peores que las actuales, aún repetitivas, pero imperceptibles por la “masa”.
La dialéctica “amigo-enemigo” es la que define el concepto de lo estatal, mimetizado con lo “político”: el “enemigo” es expulsado del paraíso de la política —el Estado— y vagabundea por el desierto. No existe lo “distinto”, sino que se construye una estética de lo “lindo” y lo “feo”, lo “bueno” y lo “malo”. Se construye un forzado consenso, anulándose toda posibilidad de disenso político, al cual se cataloga de enemigo, apátrida, neoliberal, agrogarca, gorila, cazazurdo, procesista, extremista.
Extremar el antagonismo es, en definitiva, una de las puntas del discurso legitimante más utilizadas, así como toda acción o discurso debe extremar una polémica en donde se denoste cualquier atisbo de opinión que no se someta a la verdad —permanente o circunstancial— oficial.
En definitiva, en el Nuevo Estado Conservador, hecho a la medida del pensamiento del alemán Carl Schmitt, el Estado es un producto de la comunidad, un Estado Total, una superación del Estado Liberal, la superación del partidismo, del disenso, el parlamentarismo, la justicia independiente de la “línea Estatal”, o los partidos diferentes. No hay ataduras ideológicas que no sean con “la tierra” y el compromiso político con la conducción política del Estado.
La pseudo ideología del conservadurismo nacional se produce en aquellos países que hubieron experimentar grandes fracasos —cuellos de botella— en lo económico, indignados por el liberalismo; se aborrecen el igualitarismo, y la materialismo comercial de la civilización industrial —explotación capitalista o imperialista—, la “urbanidad ociosa”, “abogando consecuentemente por la destrucción de la democracia y el orden liberal, por la fuerza, si fuera necesario” —Oswald Spengler—.
Cualquier comparación de dicha línea de pensamiento con la realidad que se impone en
Plan Marzo
Así, desde la mentira del “socialismo del siglo XXI”, el Gobierno sigue dando grandes platos de vidrio molido a sus adeptos, con los cuales los hace alimentar de ideología, mentida, mírese por el lugar desde donde se lo mire.
La actual crisis económica —revelada desde octubre de 2011— mereció una seguidilla de medidas económicas consistentes en armar un corralito cambiario, la reducción drástica de las importaciones; ello a través de una metodología a veces reñida con las leyes, demuestran que el “humor social” —aquella “materia del boletín” que los K tenían aprobada— estaría en riesgo. Se acabó la guita, dirían en mi barrio.
El discurso es tan falso que Axel Kicillof, en una de sus últimas apariciones estelares de TV, anunció las “bondades” de comprar los insumos hospitalarios de manera centralizada… mecanismo muy discutido por el mismísimo FPV, quien vino usando esta política —aborrecible entonces— como caballito de batalla en contra del macrismo, quien en
¿Cómo justificarán tremenda contradicción los dirigentes de cartón locales del “frente cristinista”?
¿Habrá compras centralizadas “revolucionarias” en la nacional, y el mismo método “reaccionario” en
Al desastre de la “toma de Kajas” —AFJP, Anses, BNA, BCRA— le devino la evaporación de las reservas de libre disponibilidad… ¿Cuál fue la respuesta? Lo que ocurre en los 10 meses de restricciones cambiarias que llevamos, aumento de la inflación, de la emisión, “parate” brutal de la economía, recesión.
Los conservadores decían que una buena cosecha salvaba a la Argentina, el mismo discurso que se escucha hoy en las mesas de café “off de record”, respecto de una buena cosecha de soja, que rondaría los 30.000 millones de dólares en 2013, de parte de los dirigentes oficialistas. ¿Alcanzará? No importa, el “aparato” buscará una nueva salida, un nuevo discurso, un nuevo cuento, o “relato”… ¡Hasta el endeudamiento se plantean como potencial salida al “modelo”! ¡Caraduras!
¡Qué ironía! ¡El campo salvando “el modelo”! Pensar que en 1952 y 1953 se quemaron los campos para tratar de echar a Perón, hoy, la transgenia de los Monsanto y los amigos del “Glifosato Club”… Grobocopatel, Midlind, Elsztein y los grandes “pooles” salvan el modelo que los odia… ¿Los odia?
¿Todo consiste en “aguantar” hasta la cosecha gruesa? ¡Ese era el discurso del General Justo!
¿Será una contradicción o este en realidad es el gobierno de los Monsanto,
No importa, a la masa de comedores de vidrio molido —llamados “militantes”— ya se les dará un nuevo “libretito” que difundir, junto con el reparto de las netbooks, o con las entradas a “Tecnópolis”, un verdadero grotesco posmoderno, o el Ital Park kirchnerista del siglo XXI.
Tan grotesco como la pseudo ideología de socialismo del siglo XXI, que en realidad no es más que una superestructura neoconservadora, dependiente del monocultivo de soja y de la extracción de minerales… ambos de manos de las multinacionales.
Así estamos.
José Terenzio