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LA HOMOSEXUALIDAD DE ALEJANDRO

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EL MAGNO Y LOS ERRORES HISTÓRICOS
EL MAGNO Y LOS ERRORES HISTÓRICOS

    Desde hace un tiempo, estamos viendo surgir grandes producciones cinematográficas que intentan recrear epopeyas de la Historia Antigua y nos recuerdan a las mega producciones de Hollywood como “Ben Hur”, “Quo Vadis” o “Cesar y Cleopatra”.
   
Así por ejemplo, Ridley Scott, presentó el film “Gladiador” (2000), sobre un guión que si bien no es un relato histórico, tiene lugar en la etapa final del Imperio Romano.
   Sin embargo, a pesar del intento de reflejar fielmente a la sociedad de la época y algunos de sus protagonistas, dicha película contiene numerosos y graves errores históricos, por ejemplo, uno de ellos es que el Emperador Cómodo, en realidad no murió en la arena, como lo expone el final del film.
   No obstante, apareció luego la película “Troya” basada en la fábula o no (todavía se está investigando la veracidad) de los relatos de Homero).
Recientemente se estrenó el polémico film de Oliver Stone “Alexander”, una película al igual que las anteriores, de corte épico que intenta ser un retrato de Alejandro (356 a 323 A.C.) a quien la historia llamó Magno (El Grande) por la amplitud de sus conquistas y la poderosa influencia que ejerció en el mundo antiguo.
      La película cuya producción ha rondado los 150 millones de dólares, de la que participaron centenares de soldados marroquíes y en la que se utilizaron 30 elefantes, no ha convencido demasiado a la crítica que la definieron como “carente de emoción”.
     
Pero en ella se refugian también otras cuestiones que van más allá del detalle que la actriz que desempeña el papel de Olimpia –madre de Alejandro-, sea en la vida real, apenas unos meses mayor de quien en la ficción es su hijo.
   
Para Grecia, significa una de sus mejores promociones a pesar de la inquietud inicial por parte de la prensa, de las posibles alusiones en la película a la homosexualidad de Alejandro. No descartaban también que el film, sirviera de pretexto a su vecino país Macedonia, -no reconocido aún oficialmente por Grecia- para que oficie un reclamo territorial sobre la provincia griega del mismo nombre y dónde se cree que habría nacido Alejandro.
    Esta lucha entre la historia y su fiel representación cinematográfica, parece detenerse también en cuestiones de moralidad (la homosexualidad o no del protagonista) perdiendo de vista el contexto histórico en el cual tales distinciones, diferencia o reglas sexuales no existían aunque más tarde serían considerados como graves pecados.
   
Por supuesto que los protagonistas de estas películas, nunca deben ganarse el odio de sus espectadores y por ello sus recreaciones pasan por alto o disminuyen en su expresión más baja, a las destrucciones de sus conquistas y  magnitud de sus muertes (por ejemplo Tebas, dónde por orden de Alejandro, sus habitantes fueron degollados y el resto vendidos como esclavos).
   No obstante estas circunstancias,  naturales para la época y criminales para la posteridad, la humanidad le debe a Alejandro su intento por conectar dos mundos (Occidente y Oriente) –a su muerte, el vasto imperio de Alejandro comprendía en Europa, Grecia, Macedonia y Tracia, en África Egipto y en Oriente, Asia Menor, Siria, Caldea y gran parte de la India- y más allá de su amor por Hefestión.
   
Su compañero y amigo, su legado llamado Helenismo supera cualquier juicio sobre su moral, aún a destiempo del marco histórico que lo vio morir en forma misteriosa a los 33 años.

 

Ricardo Darío Primo

 

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