El diálogo con Irán entablado por Cristina Kirchner busca avanzar en la causa AMIA, pero en simultáneo empalma mejor en la trama de relaciones exteriores de la Argentina. Si bien se trata de un hecho puntual, —la investigación del peor atentado que sufrió el país hace 18 años, por el cual el Estado argentino acusa a siete iraníes— no puede extrapolarse del contexto en el que se decidió avanzar en ese proceso.
-La amenaza creciente de una guerra entre Irán e Israel por el plan nuclear que desarrolla el Gobierno de Mahmud Ahmadinejad.
-Las relaciones de esos países enfrentados con Venezuela y Estados Unidos, respectivamente; los inminentes comicios en las que Barack Obama y Hugo Chávez buscarán sus reelecciones; y la toma de posición de la Casa Rosada frente a esas elecciones.
-La atención, preocupación y presión que ejerció la comunidad judía argentina en torno al esclarecimiento del atentado.
Todas estas cuestiones quedaron expuestas durante el paso de la Presidenta por Estados Unidos, al margen de las polémicas por los índices de inflación, su crecimiento patrimonial y la reforma constitucional para su eventual re-reelección, surgidas a partir de los intercambios con estudiantes de Harvard y Georgetown.
Durante un encuentro desarrollado en la sede de las Naciones Unidas en Nueva York, los cancilleres Héctor Timerman y Alí Akbar Salehi acordaron explorar una "solución compartida" al caso AMIA. Los representantes legales de ambos ministerios buscarán en octubre avanzar "en un mecanismo legal que no esté en contradicción con los sistemas legales" de ambos países. Se reunirán en octubre en la sede de la ONU en Ginebra.
Fuentes diplomáticas argentinas dejaron trascender que podría reactivarse la posibilidad de que se realice un juicio en un tercer país. La Argentina había propuesto desarrollarlo en Marruecos, pero ahora cabría la posibilidad de que se lleve a cabo en Egipto, un país que daría mayores garantías a los iraníes. La Presidenta habría hablado al respecto con su par egipcio Mohamed Mursi durante un encuentro bilateral en Nueva York.
De inmediato, el gobierno israelí emitió un comunicado para manifestar su "gran desilusión" por la aceptación argentina al ofrecimiento iraní; y Estados Unidos, a través de su máxima representante para América latina, Roberta Jacobson, advirtió que "no es momento para acercarse a Irán".
Ese mismo viernes el presidente estadounidense, Barack Obama, y el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, mantuvieron un diálogo telefónico y se manifestaron "enteramente de acuerdo" en impedir que Irán se dote del arma nuclear, pese a que Teherán habla de que su desarrollo atómico tiene fines pacíficos.
En simultáneo con esos pronunciamientos, Timerman hizo un guiño a Teherán: advirtió que las acciones que demanda la lucha contra el terrorismo internacional "no deben convertirse en vías indirectas de limitar los derechos de los países a la autonomía tecnológica y a los usos pacíficos de la energía nuclear".
Israel amenaza con una intervención militar, mientras que hasta ahora Estados Unidos y sus socios en el grupo P5+1 (los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU más Alemania) habían privilegiado una estrategia que combine la diplomacia con las sanciones económicas.
Israel es considerado el único país de la región que posee el arma nuclear, aunque no lo admite oficialmente. Pese a que la relación política entre Buenos Aires y Teherán estaba prácticamente congelada, la relación comercial creció exponencialmente desde 2005. Ese intercambio siempre generó desconfianza en la comunidad judía argentina, junto con las fluidas relaciones del gobierno de Ahmadinejad con los del eje bolivariano en la región.
Ahora, al conocerse más detalles del nuevo proceso, el titular de la DAIA, Aldo Donzis, consideró que el gobierno de Venezuela "tuvo que ver" en el acercamiento entre la Argentina e Irán.
La neutralidad de los parciales
En medio de los intercambios con los estudiantes de Georgetown y Harvard, Cristina Kirchner fue consultada por los procesos electorales en Estados Unidos y Venezuela. Le preguntaron si Hugo Chávez reconocería una derrota el próximo domingo 7 ante el opositor Henrique Capriles y ensayó una férrea defensa del líder venezolano.
Mientras tanto, dirigentes de la nueva matriz oficialista Unidos y Organizados se preparan para viajar a Caracas para darle su respaldo directo a Chávez, mientras que el PRO de Mauricio Macri alista su tropa para acompañar a Capriles. Claramente la política nacional juega fuerte en esa compulsa venezolana.
Los últimos sondeos mostraban un repunte del retador, pero el Presidente, quien ya lleva 14 años en el poder, estaba mejor posicionado para conseguir su tercera reelección. Sobre los comicios del 6 de noviembre en Estados Unidos, la jefa de Estado dijo que no correspondía pronunciarse y, de hecho, ordenó a sus diplomáticos evitar hacerlo, aunque dejó entrever su favoritismo casi obligado por Barack Obama.
El demócrata se despega en las encuestas frente al republicano Mitt Romney y, además, encarna la opción más potable para el Gobierno argentino, más allá de las diferencias surgidas a lo largo del mandato compartido. Un gobierno de Romney pondría a las relaciones en tensión. Un ejemplo de ello es que Paul Singer, el dueño de Elliott Management, uno de los fondos buitre que se enfrenta con la Argentina en los tribunales norteamericanos aportó un millón de dólares a la campaña del rival de Obama.
Gabriel Profiti
NA