“La
licuadora mutiladora
destruye todo con impunidad,
es la impotencia, es la violencia
el resultado generacional,
tomando vidas, chupando mentes,
estamos en la mira. Beben nuestra
sangre”.
La
licuadora mutiladora (El
Otro Yo)
“Cuando
decidamos nuestra unión, ya no estaremos solos”, entona
en un momento de la canción puntualizada arriba la banda de marras, en un
video donde se muestra la resistencia y el aguante de quienes no se resignan.
Esto lo tienen muy claro buena parte de los movilizados el lunes 28 de
febrero, cuando se cumplieron dos meses de la masacre de Cromañón.
Si bien en determinados tramos se hicieron patentes las
profundas diferencias que separan a los deudos de las víctimas, en buena
parte gracias a los buenos
oficios gubernamentales, también una gran mayoría de estos se
esfuerza por mantenerse incólume frente a tal amenaza. Su fuerza se hizo
sentir cuando, arribados a la sede del Gobierno porteño custodiado por los expertos
de la Guardia de
Ocho
cuadras de gente cantaron con toda su bronca esto, mientras Mariana, madre una
víctima de esa luctuosa noche del 30 de diciembre, dejaba en claro que “va
a seguir reinando la impunidad si no van los políticos responsables de esto
presos. Queremos conformar una comisión independiente para investigar lo que
realmente sucedió en Cromañón, pues Kirchner no se pone del lado de los
padres y no destapa las ollas de la corrupción como prometió, y sigue
sosteniendo a su amigo
“Que no desmembren nuestro dolor”
Al llegar a la Plaza de Mayo, la citada y otro padre
expresaron su desagrado ante la maniobra divisionista perpetrada por el
abogado José Antonio I
glesias, viejo conocido de este portal. El
citado letrado, ni bien empezó la movilización, pretendió prohibir toda
alusión política,
manifestada en cánticos hostiles al oficialismo y en el reflotado que
se vayan todos. Particularmente, causó sorpresa este
requerimiento, puesto que muchos de los integrantes de la movilización
directamente no son para nada naif,
y sospecharon sin hesitar que semejante precaución
obedece claramente a una parcialidad muy poco disimulada con el oficialismo.“Nos
quiso romper la marcha, pero no lo logró”, comentó un familiar
a este cronista, cuando el ambiente se podía cortar con una cucharita de
helado. “Pretende
uniformar el dolor, por eso me parece que su requisitoria no tiene nada de
ingenua”, alegó
otro. También se pudo escuchar cómo otro sector, muy cercano al ministro Aníbal
Fernández, se reunía todos los lunes con él, recibiendo dinero cantante y
sonante para micros y otras utilidades.
Otra
de las preocupaciones expresadas en la Plaza, era el virtual estancamiento de
la causa a manos del juez Julio Lucini. Es que éste hasta ahora se limitó a
apresar al empresario
payaso Omar Chabán, al manager de Callejeros
Diego Argañaráz, y a los dos supuestos jefes de seguridad Raúl
Villarreal y Lorenzo Bussi; mientras que ni insinuó una patita investigativa
de las conexiones políticas del primero de estos. Y es de cajón que jamás
lo hará, siguiendo la misma línea del postergado juicio de la masacre del
Puente Pueyrredón, donde es más que evidente que sólo se condenará a los
Bonaerenses autores materiales de la misma, y no a los responsables ideológicos
del duhaldismo.
Frente a este nuevo pacto de impunidad del poder, que
pretendió comprar el dolor de los familiares con $300.000, ellos descubrieron
que el dolor por la pérdida de sus seres queridos puede transformarse en
fuerza para cambiar el actual estado de cosas imperante. Precisamente, San
Agustín decía que “la
esperanza tiene dos hijos. La ira por el estado de cosas, y el valor para
cambiarlas” . Pues esta gente tiene mucho de ambos, y por eso no
va a bajar los brazos. Así lo dejó en claro Mariana cuando, megáfono en
mano, remarcó “No
al plebiscito tramposo para ratificar el poder a
Precisamente,
la única forma de zafar de la licuadora mutiladora, que funciona a destajo
desde hace tres décadas, es la unión que hace la fuerza, prenda efectiva
contra todo intento de desintegración provenga donde provenga.
Fernando Paolella