Hay frases de presidentes que quedan en la historia. Podrían recordarse, por ejemplo, aquella de Raúl Alfonsín: “A vos tan mal no te va, gordito”; o la de Carlos Menem: “Estamos mal pero vamos bien”; la de Fernando de la Rúa: “Qué lindo es dar buenas noticias”; la de Eduardo Duhalde: “El que recibió dólares recibirá dólares” y, ya más cercano en el tiempo, la tristemente célebre “¿Qué te pasa Clarín, ¿estás nervioso?”, de Néstor Kirchner. Pero sin dudas Cristina Fernández se despacha a gusto tirando frases, y no puede olvidarse aquella en alusión a
Lamentablemente, estas frases quedan el la memoria colectiva no por buenas, reales o coherentes, sino por exactamente todo lo contrario.
Evidentemente, cuando la Presidenta dijo lo que dijo sobre la embarcación, dejó ver que en realidad mucho no le interesaba el tema, pero claro, cuando advirtieron la negativa repercusión popular que tuvo este lamentable hecho, desde el Gobierno comenzaron a tratar de revertir la penosa situación por todos conocida.
Fiel al estilo K, una vez lograda la liberación de la fragata, comenzó la increíble manipulación kirchnerista que, en lugar de gobernar, permanentemente especula con la más mínima posibilidad propagandística y trata de dibujar las cosas según el relato oficial.
Otro claro ejemplo de la especulación propagandística K para la rápida modificación del relato resultaron ser las paritarias, claro producto de la inflación, pero, para el relato K, transformadas en un total logro para los trabajadores.
No queda claro, por otra parte, que pasó cono ese cacareo de barricada más propio de una señora de barrio que se pelea con la vecina de enfrente que de un Jefe de Estado, acusando de usureros a los acreedores de bonos, puesto que ahora cambiaron de idea y se pidió reabrir el canje. Claro, el miedo no es sonso, y el temor a un nuevo embargo y padecer otro papelón internacional hizo que Cristina se tenga que tragar una por una sus propias palabras.
Esa parece ser la misma razón por la que no se mueve del país el Tango 01. Sería de muy mal gusto quedarse varados en algún aeropuerto y tener que salir a alquilar un avión para volver.
Por estas horas la especulación de la llegada de la fragata al puerto de Mar del Plata y la fiesta de recepción que prepara el kirchnerismo, sería algo así como festejar el levantamiento de un embargo después de pagar lo que se debe. La pseudo celebración no es más que otro artilugio del relato para tapar todo, aprovechando el valor afectivo que tiene la nave insignia para el pueblo argentino.
Cuando el Tribunal del Mar destrabó el problema y ya se sabía que la fragata zarpaba rumbo a nuestro país, la mandataria dijo: "He instruido al Ministro de Defensa para que nuestra Fragata Libertad arribe al puerto de Mar del Plata para que todos los argentinos vean a esa Fragata Libertad, que es también su libertad".
¿Cómo fue que con en el transcurso de solo unos meses, pasó de importarle nada un barquito a representar la libertad misma? Esas son las maravillas del relato K, del doble discurso que se viene viendo, sintiendo y padeciendo desde hace ya varios años.
No hay que confundirse. La única política kirchnerista es la política populista del "yo nunca me equivoco" y del "relato único" que lamentablemente está llevado al país hacia la desintegración social y fogoneando una nación en donde se está con ellos o se es el enemigo mismo.
Esto quedó demostrado claramente con las declaraciones del actor Ricardo Darín, que se preguntó lo mismo que nos preguntamos todos, cómo hizo el matrimonio Kirchner para amasar una fortuna, y otra vez le salió a la Presidenta la vecina de barrio que discute con la de enfrente, y trató de responder vía Facebook, cuando en realidad no pudo revelar nada, ya que es imposible demostrar lo indemostrable, y solo quedaron expuestas una personalidad conventillera y de mediocre redacción.
Por eso, bien al estilo populista, la fiesta del 9 de enero (que pagamos todos) será para tratar de hacer creer que la liberación de la fragata fue un nuevo logro del modelo.
Volviendo a las frases célebres, hay que recordar la de Diego Maradona en su partido homenaje, un acto de sinceramiento reconociendo de haber cometido errores y excesos en su vida: “La pelota no se mancha”… y la Fragata tampoco.
Pablo Dócimo
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