En el acto por el retorno de la Fragata Libertad pudo observarse toda la organización que falta en el país. Todo estaba pautado, nada podía salirse del libreto. Cualquiera que llegara por primera vez a la Argentina hubiese podido decir: “¡Qué organización!, ¡cuánto patriotismo!, ¡cuánta conexión entre el gobierno y su gente!”.
Sin embargo, los ciudadanos son conscientes de la distancia que hay entre las fotos que el Gobierno se esfuerza por mostrarle al mundo y a la audiencia de su televisión, y la cruda realidad.
Mientras en el acto de Mar del Plata los periodistas tenían un lugar asignado del cual no podían moverse y las columnas de gente llegaban casi marchando con sus banderas, fuera del escenario el pueblo sigue padeciendo autoritarismo, inflación, corrupción y saqueos.
Hay una relación directa entre el fanatismo y la superficialidad. Siempre en la Argentina existieron los problemas que se sufren hoy en día. Son parte del sistema de elevada concentración del poder y discrecionalidad. Pero jamás nadie se animaba a defender vehementemente tales injusticias.
Cada golpe que se fue acumulando sobre la conciencia del pueblo fue provocando más bronca que indignación, y se dejaron enceguecer, sea supeditándolos a la idolatría (caso que parece minoritario) o a la indiferencia (el gran enemigo). Esto es caldo de cultivo para que un grupo de fanáticos usados por verdaderos psicóticos logre impulsar un gobierno.
La pauta oficial en medios gráficos creció en el primer cuatrimestre del 2012 87% respecto de igual período del año anterior. Pasó de 70 millones de pesos a 130 millones. El reparto volvió a privilegiar a las empresas periodísticas afines a la Casa Rosada. O sea que no sólo hay muchas cabezas pensando en el maquillaje del gobierno, sino también en sostener y promover la ceguera.
El sistema político argentino sigue siendo tan fraudulento y poco representativo como siempre. Pero ahora parece estar adquiriendo una capacidad extraordinaria de distraer, confundir y adoctrinar. O por lo menos se esfuerza como nunca para lograrlo.
Acaso ese sea el gran cambio del kirchnerismo. El sistema sigue siendo el mismo en esencia, pero ahora aunque sea entretiene a muchos. Claro que el peligro es que el resultado bien puede ser un pueblo menos capaz de reaccionar, institucionalmente hablando.
an perverso es el nuevo rostro del sometimiento que incluso toma las reacciones espasmódicas y las convierte en parte del show. Lo hizo Chávez en Venezuela, lo están haciendo acá.
¿Cómo hacer para adoptar una actitud verdaderamente ciudadana en este contexto? ¿Cómo mantener la calma para actuar razonadamente y mirar la pequeñísima semilla que cada uno de los habitantes es capaz de sembrar cada día?
Por momentos estas palabras pueden parecer no tener respuestas, pero el ser humano se caracteriza por su capacidad de adaptación.
La humanidad siempre resurgió en los peores momentos, cuando parecía que estaba destinada al fracaso. El cambio requiere decisión, no surge de la nada, pero el tiempo también es una forma de respiro.
Rafael Micheletti
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