“En febrero de 1982 ante el
agravamiento de la crisis, la CGT aprobó un plan de movilización y se
repartieron volantes con consignas que marcaban un neto cambio de entonación.
“Son
derechos y humanos”, decían los panfletos, “pero
reprimen en nombre de la democracia. Aseguran que ganaron la paz, pero se
comen la paloma”. En marzo, la misma CGT anunció la realización
de un acto masivo “para
decir basta a este Proceso que ha logrado hambrear al pueblo, sumiendo a miles
de trabajadores en la indigencia y la desesperación”.
La fecha prevista inicialmente fue
el 24 de marzo, aniversario del golpe, pero como resultaba demasiado
provocativa, se postergó para el 30. Ese día unas 15000 personas pugnaron
durante horas por llegar a la Plaza de Mayo, batallaron en diversos puntos de
Buenos Aires con un dispositivo de mil policías que apalearon, embistieron
con autos y caballos, gasearon y mojaron a cualquier persona que transitara
por la calle a la hora en que terminan su jornada de trabajo las oficinas del
centro. A diferencia de 1979 y 1981, la movilización de 1982 fue nacional, y
en Mendoza la policía hizo fuego sobre las columnas de manifestantes y mató
al obrero José Ortiz. Ubaldini y otros sindicalistas fueron detenidos.
Al día siguiente, la CGT elaboró
un documento afirmando que el proceso militar estaba “en
desintegración y desbande”y reclamando un gobierno cívico
militar de transición a la democracia. Ese texto nunca llegó a difundirse,
porque antes los militares salieron de la sombría situación en que se habían
colocado huyendo hacia las Malvinas” (La
última batalla de la Tercera Guerra Mundial, de
Horacio Verbitsky).
“Las
fábricas automotrices suspendían y echaban obreros, la inflación crecía y
el salario bajaba. La CGT convoca a una movilización a Plaza de Mayo.
Numerosos grupos de obreros se acercan al centro. Los más nutridos son los de
SMATA. Un impresionante dispositivo policial cubrió la zona céntrica. La
represión es violenta. Gases, palos y disparos de
A
palos la policía controla la situación. Más de 2000 trabajadores son
detenidos y hay varios heridos de bala. En Mendoza, donde casi como todo el
interior se realiza la protesta, cae asesinado un trabajador jubilado. Al otro
día, hay más bronca y a la vez más confianza. A pesar de los palos se puede
salir. Los dirigentes políticos preanuncian un estallido social” (Malvinas,
prueba de fuego. Ediciones Antídoto)
Ese
día de ira, el país estaba mal gobernado por una junta militar tripartita
compuesta por el general Leopoldo Fortunato Galtieri, el almirante Jorge
La
oposición a esta anteúltima junta militar se encuadraba en los políticos
entresacados de la Multipartidaria, mientras que la mencionada central
sindical se encontraba dividida en dos sectores antagónicos. La que motorizó
el citado plan de lucha, se hacía llamar CGT
Brasil, pues estaba enclavada en la calle del mismo nombre, con la
conducción de Saúl Ubaldini, mientras que la otra (o denominada transera,
a secas), sentaba sus reales en la sede de la calle Azopardo, y al frente se
encontraba Jorge Triaca.
Es
muy probable que la virulencia de los enfrentamientos haya sorprendido incluso
a los organizadores de la movida, puesto que la jornada de ese martes
constituyó la primera vez que se enfrentaban abiertamente policías y
trabajadores.
Todos contra la pared
La crudeza del enfrentamiento dejó pasmado a los personeros
de la dictadura, quienes súbitamente percibieron que el tiempo se les estaba
acortando. Como bien se relata arriba, las columnas de manifestantes lejos
estaban de retirarse ante la acometida represiva, como sucedería luego el 20
de diciembre de 2001. Seis años de furia contenida parecieron estallar súbitamente
aquel cálido martes, dejando al terceto militar contra la pared de la
ignominia.
El
temido estallido social les golpeaba las puertas de Balcarce 50, y el amigo
yanqui parecía hacerse el otario. Muy ingratos ellos, sobre todo luego del
favor de la intervención en América Central.
Ni
lerdos ni perezosos, Galtieri, Anaya y Lami Dozo, sobre todo por presión del
segundo, resolvieron plantear el planeado desembarco en Malvinas para el
siguiente viernes 2 de abril; que originalmente estaba pautado para mediados
de mayo de ese año.
Lo
que siguió, es historia conocida que aún suscita rencor, lágrimas y la
sensación pesada de una tristeza infinita. Sobre todo, a la luz de los
actuales acontecimientos que adquieren una dimensión mayor cuando se los
analiza con el prisma de esta historia reciente.
Fernando Paolella