Desde hace algún tiempo, el gobierno nacional se encuentra en una encrucijada de la que todavía no ha podido salir, que es la suma de la fuga de capitales y la inflación.
Estos dos problemas no solo tienen mucho que ver uno con el otro, sino que más aún, forman parte de lo mismo.
Vale recordar que tanto la inflación y la fuga de capitales no son causas, sino consecuencias. Este sería, a la postre, el inconveniente. Para solucionar las consecuencias, se deben corregir las causas, y es ahí donde el kirchnerismo tiene su único escollo: solucionar las causas que generan el problema económico.
Lo que motivó el cepo al dólar es la fuga de capitales. ¿Por qué se genera esto? Fácil: A) Desconfianza, y B) Tipo de cambio no competitivo. Esto último responde al atraso del valor del dólar respecto a la inflación.
Ahora bien, como el kirchnerismo jamás va a recurrir a algo que no haya salido de sus cerebros, y mucho menos va a reconocer un error, que es el del atraso cambiario respecto a la inflación, no tuvieron mejor idea que restringir la compra de dólares y cerrar las importaciones. Esto, dicho en otras palabras, es como si en el auto se enciende la luz roja de la presión de aceite, y en lugar de agregarle lubricante apaga la lucecita del tablero.
La inflación se produce por la excesiva emisión monetaria, relacionado íntimamente con el excesivo gasto fiscal (subsidios, planes sociales para fomentar el clientelismo, abundancia de empleados públicos, gasto desmesurado en pauta oficial, empresas estatales ineficientes y deficitarias como Aerolíneas Argentinas, Correo Argentino, Aysa, Lafsa, y ahora YPF, Fútbol para Todos, Incaa (Cine) trenes, colectivos, servicios, a la Iglesia Católica, organizaciones sociales como la Cámpora, Kolina, Movimiento Evita y Movimiento Encuentro, los fondos nunca controlados del Ministerio de Desarrollo Social de Alicia Kirchner, y ahora a los trenes de carga del Ferrocarril Belgrano, al consumo en el exterior a través de tarjetas de crédito, al subsidio de compra de autos importados o el subsidio al Régimen de promoción de Tierra del Fuego, entre otros).
O sea, cuando no haya déficit, no habrá emisión monetaria desmesurada, por consiguiente no habrá inflación o ésta será mínima y fácilmente controlable; al no haber inflación no habrá retraso cambiario y, por lógica consecuencia, no habrá fuga de capitales. A esto debemos sumarle que, seguramente, habrá más inversiones en el país.
Hay que recordar que, además, ya se dejaron de imprimir los billetes de cien pesos con la imagen del General Roca debido a la falta de letras para las series, y serán reemplazados por los billetes con la imagen de Evita. Esto no es más que la demostración empírica de la emisión descontrolada, que así como el control de precios en supermercados, es la mejor demostración de la incapacidad del gobierno para controlar la inflación.
Pablo Dócimo
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