El kirchnerismo eligió contrincantes que jamás podrían ganarle en las urnas, uno de ellos fue la Iglesia, y el ahora elegido Papa, Jorge Bergoglio fue la principal cara de ese enfrentamiento.
El purpurado jesuita se hizo famoso por sus duros palazos lanzados desde y fuera del púlpito, es un intelectual con sotana que no ahorró críticas a la hora de dilucidar la realidad argentina durante sus seis años en la presidencia del Episcopado.
“Una confusa cultura mediática mediocrizada nos mantiene en la perplejidad del caos y de la anomia, de la permanente confrontación interna y de ‘internas’, distraídos por la noticia espectacular para no ver nuestra incapacidad frente a los problemas cotidianos. Es el mundo de los falsos modelos y de los libretos. La opresión más sutil es entonces la opresión de la mentira y del ocultamiento, eso sí; a base de mucha información, información opaca y, por tal, equívoca. Curiosamente, tenemos más información que nunca y, sin embargo, no sabemos qué pasa. Cercenada, deformada, reinterpretada, la sobreabundante información global empacha el alma con datos e imágenes, pero no hay profundidad en el saber. Confunde el realismo con el morbo manipulador, invasivo, para el que nadie está preparado pero que, en la paralizante perplejidad, obtiene réditos de propaganda. Deja imágenes descarnadas, sin esperanza”, dijo el ahora Papa Jorge Bergoglio, en el Tedeum del 25 de mayo y las caras de muchos de los integrantes del gabinete nacional reflejaban un notorio disgusto.
Dos años después, en el Tedeum por el 25 de Mayo, en la Catedral de Buenos Aires, Bergoglio cuestionó que "nadie se haga cargo" de tragedias, crímenes y deudas que "debemos pagar por hechos de corrupción", y advirtió sobre "las locuras" cotidianas que impiden el proyecto de país.
El primado argentino había asegurado también que "el poder como ideología única es otra mentira" y recordó que el diálogo que lleva a construir un proyecto común requiere de "escucha, denuncias, reconocimiento de los errores, aceptaciones de los fracasos y equivocaciones".
Por actitudes como esta, la presidenta Cristina Fernández nunca disimuló su antipatía por el cardenal, y de hecho faltó todos los 25 de mayo al tradicional Te Dem en Buenos Aires, una tendencia que ya había inaugurado Néstor Kirchner.
A Su Santidad Francisco I, dice la carta de felicitaciones que publicó la Presidenta a través de su cuenta en diferentes redes sociales, escueta y sin ningún mensaje además del acto protocolar.
"En mi nombre, en el del Gobierno argentino y en representación del pueblo de nuestro país, quiero saludarlo y expresarle mis felicitaciones con ocasión de haber resultado elegido como nuevo Romano Pontífice de la Iglesia Universal", afirmó la mandataria nacional.
Se prevé que Cristina asista a la asunción de Francisco I, aunque ya tenía previsto ir a la entronización del que surgiera electo.
El silencio del kirchnerismo ante la noticia solo fue superado por la minimazación del hecho y de la hipótesis de que es una acción para “eclipsar” lo que pasa en Latinoamérica. De hecho, cuando se conocía la noticia de que el arzobispo argentino era el nuevo Papa, la TV Pública eligió pasar Paka Paka durante varios minutos.
María Luisa Torres