Si alguien piensa que la Iglesia Católica es solo una entidad dedicada a difundir la palabra de Dios por el mundo, está equivocado. La Iglesia tiene y ejerce poder, poder no solo económico, también lo tiene en el plano geopolítico, y no es poco, sino todo lo contrario, es mucho, muchísimo. Tanto que las personas comunes no tienen la real dimensión de ese poder.
La elección del Papa no es al azar ni casual, ni mucho menos debe ser, de hecho, la elección más cerrada y selectiva del mundo.
Para ser Papa no solo se deben reunir una serie de condiciones religiosas. La elección del Pontífice es mucho más que eso, y depende de las circunstancias que se vivan en ese momento.
Juan Pablo II fue elegido el 16 de octubre de 1978, y se convirtió en el primer Papa polaco en la historia, y el primero no italiano desde 1523. ¿Es esto casual?
La iglesia católica sufrió desde los principios de la Revolución Rusa el ataque y hostigamiento del comunismo. Hay que recordar que los comunistas, además de autodefinirse como ateos, no solo sostienen que "las religiones son el opio de los pueblos", sino que además, siempre según Karl Marx, "el hombre no es una creación de Dios, sino que Dios, es una creación del hombre". Estas sentencias marxistas marcan las diferencias entre catolicismo y comunismo.
En el año 1978, cuando comienza su papado Juan Pablo II, la guerra fría se encontraba en uno de sus puntos más álgidos. Hay que tener en cuenta que en ese mismo año, los comunistas afganos dieron un golpe de estado y tomaron el poder siguiendo las directrices de Moscú. Los primeros pasos de los gobernantes de facto fracasaron, especialmente al intentar implementar la reforma la agraria y, principalmente, chocaban con la tradición islamita. En diciembre de 197,9 tropas rusas invadieron Afganistán. Ese era el clima que se vivía en aquellos años.
Juan Pablo II venía de un país perteneciente a la órbita soviética, dominado económica y políticamente por el imperialismo ruso.
Hoy, nadie puede desconocer la fuerte influencia que ejerció el en ese entonces Papa para contribuir a la caída de "la cortina de hierro" del comunismo, empezando, precisamente, por su propio país.
El 2 de junio de 1979, en la Plaza de la Victoria, Varsovia, el Papa dio una homilía en la que pronunció un fuerte discurso. En el acto se encontraba el por entonces sindicalista y activista de Derechos Humanos, Lech Walesa, cofundador, además, de Solidaridad, primer sindicato independiente del bloque soviético, quien en 1990 sería electo Presidente de Polonia. A partir de ese discurso, los polacos iniciaron la ruta de la liberación del régimen comunista polaco.
Luego, Walesa dijo, textualmente: "A partir de ese día fuimos testimonio y protagonistas juntos de la fuerza inquebrantable de la fe. Pese a cincuenta años de comunismo en Polonia, un pueblo entero participaba en los encuentros del Papa, un pueblo entero comenzó a rezar y esperar".
Y agregaba: "Sin el Papa Wojtila no habría habido la experiencia de Solidaridad, aquella experiencia única y tan potente de solidaridad de los hombres en lucha pacífica por la libertad quedo conoció cerca de unos años después de la visita del Papa polaco a su tierra".
Para llegar a la caída definitiva del comunismo hubo otros hechos, pero sin lugar a dudas este fue el primer paso, dado por Juan Pablo II.
Hoy, el comunismo dejó de ser una amenaza, tanto para la Iglesia como para uno de sus principales aliados, Estados Unidos y el bloque occidental, o la OTAN.
Sin embargo, para quienes enfrentaban a la URSS en la guerra fría, hoy existe otro enemigo: el terrorismo islámico. La declaración de guerra fue el 11 de septiembre de 2001, con el atentado a las torres gemelas y el Pentágono.
Si bien jamás Hugo Chávez le declaró la guerra a los Estados Unidos, es más que conocida su posición contraria lo que él llamaba "el imperio yanki", y su amistad con los enemigos de Estados Unidos, especialmente Cuba e Irán.
Luego de la asunción de Chávez a la presidencia, para los Estados Unidos comenzó la conformación de un nuevo "eje del mal" integrado por Venezuela, Cuba e Irán, a los que se sumaron, como amigos del difunto presidente venezolano, los gobiernos de la Argentina, Bolivia y Ecuador.
Hoy, la mayor preocupación de la Iglesia y USA pasa por lo que pueda hacer Irán, quien extendió sus conexiones a Latinoamérica a través de Venezuela y, casualmente, acaba de firmar un acuerdo por el atentado a la AMIA con el gobierno argentino.
¿Es casual, entonces, la elección del Cardenal Bergoglio como Papa?
Claro que no, sin embargo, tal hipótesis no será difícil de comprobar, será prácticamente imposible, por más que los hechos se sucedan de manera similar a como sobrevinieron en relación al comunismo y Juan Pablo II.
Si hay alguien que entiende mucho de estas tramas es Luís D’Elía, archidefensor de Chávez y Mahmud Ahmadineyad. No en vano publicó en su cuenta de Twitter lo siguiente: "Fransisco I (sic) es a América Latina lo que Juan Pablo II fue a la Unión Soviética. El nuevo intento del imperio por destruir la unidad suramericana".
Este periodista, por primera vez coincide con Luis D’Elía. Salvo que él piense que si esto ocurriese sería un mal para Latinoamérica. Pero los que somos defensores de las libertades creemos que muy por el contrario, de ocurrir, sería una verdadera bendición.
Pablo Dócimo
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