El contexto superó el gesto, y pasó desapercibido, pero definitivamente fue todo un hecho político.
El pasado martes, mientras la Presidenta se encontraba en Roma durante la ceremonia de inicio de pontificado del Papa Francisco, Cristina Fernández le cedió el atril del Salón de Mujeres Argentinas de la Casa Rosada al vicepresidente Amado Boudou para que diera sus anuncios sobre firma de convenios de asistencia financiera con el BID y el CAF.
No solo eso, además mantuvo una charla por videoconferencia con vecinos de la localidad bonaerense de Punta Alta, a quienes les entregó viviendas, al mejor estilo CFK.
Pocas veces la mandataria cedió el atril con la escenografía de Eva Perón de fondo para que hable algún funcionario, y en todas las veces ella estuvo presente. Una de ellas fue a Diego Bossio, en el marco del plan ProcreAr, el otro fue recientemente a Lino Barañao, ministro de Ciencia y Tecnología, el cual habló distendido, haciendo bromas y mucho más tiempo que su predecesor. Por supuesto, esa Cartera es la que más enorgullece a Cristina.
Sin embargo, el gesto para con Boudou fue llamativo, quien, nervioso, sin La Cámpora, banderas, cánticos o militantes aplaudiendo, tuvo que salir a cumplir el rol para el cual fue asignado: reemplazar a la jefa de Estado durante su ausencia.
Si bien en otros países esto podría pasar desapercibido, no es así en la actualidad argentina. No solo Cristina trata de no dar mayor relevancia a sus funcionarios y ministros, mientras que su círculo de la confianza se achica cada vez más, sino que los escándalos por corrupción que ostenta Boudou hicieron que la Presidenta optara por no darle más protagonismo que el necesario, si bien lo mantuvo en su cargo.
Hay que recordar que la designación de Boudou como vice significó en su momento un posible “pase de mando”; un hombre joven, popular y capaz que pudiera continuar con el legado de Néstor y Cristina. Poco después del inicio de su ejercicio, los escándalos que llegaron a la prensa bastaron para que la opción quedara descartada, y Cristina sin un sucesor.
María Luisa Torres