Pues
en este país es perentorio de manera urgente-
manifiesta Yanco- buscar
consensos para reformular procesos de construcción política. Los partidos
políticos como estructuras están vaciados de contenido ideológico, y no son
creíbles para el conjunto de la sociedad civil. Porque han establecido una
mecánica perversa en la que los políticos se representan a sí mismos. No
hay renovación de caras, ni de ideas, como tampoco no hay de procedimientos.
Por eso, la gente desde la crisis de diciembre de 2001 sigue rechazando sistemáticamente
la práctica de los partidos políticos. Sus principales detentadores están
inmersos en feroces internismos, propio de un sistema caníbal que al final
siempre se cae en una jibarización”.
Como
muestra, basta puntualizar el pase de factura entre algunos dirigentes
ibarristas, que se pasan la papa caliente de la masacre de Cromañón.
Una dicotomía sistemática
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Si
se analiza el pasado reciente en América Latina, y los acontecimientos de
Ecuador, se cae en la cuenta de la dicotomía entre la clase política y sus
vapuleados representados.
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Exacto.
Como el ecuatoriano Gutiérrez y el argentino De la Rúa, hay que agregar a la
lista a Cubas Grau y a Goñi. Estos nombres constituyen el retrato fiel del
político latinoamericano devorado por sus propias contradicciones, marcando
una bisagra donde se muestra el cansancio de la sociedad civil que también es
aprovechado por aquellos advenedizos de siempre. Esto sucede porque los
pueblos no logran sacarse de encima a los aparatos, por eso se debe perseverar
en el logro de la transparencia para que la política vuelva a ser garante del
bien común.
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Pero
para lograr esto, se requiere de un esfuerzo titánico para superar una
cotidianeidad adversa.
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En
Argentina, y en la gran mayoría de los países latinoamericanos se padece de
una cultura costumbrista del modo de hacer política, que se circunscribe
solamente en aspirar a un cargo. Por eso, es preciso un cambio de mentalidad
para retomar la coherencia entre el pensamiento y la acción. Quienes dicen
gobernar en nuestro país, primero se aseguran que exista una suerte de paz de
los muertos. Pues el PJ establece un criterio de inmovilismo estéril, donde
nada cambia un ápice y no prácticamente no existe la vida ciudadana. Por
esto, se plantea un desafío que consiste en que la realización política
pase no por la carrera hacia un cargo público, sino por la búsqueda
constante de posibilidades concretas para el mejoramiento de la sociedad en su
conjunto. Para llegar a esto, es preciso preparar a la gente para que tenga un
conocimiento cabal de lo que realmente sucede, en un universo complejo,
cambiante y desafiante que se muestra reticente al cambio. Así es coto de
caza para determinados sectores que insisten en que todo siga igual. Por eso,
esta tarea es apasionante y requiere para concretarla voluntad de cambio y
perseverancia”
Por eso, la supervivencia del mencionado aparato está garantizada por la apatía
y la indiferencia de las grandes masas, absolutamente aborrecedoras de toda
actividad política a causa de las aberraciones cometidas en su nombre. De
continuar esto, y de no proseguir en el camino citado anteriormente haciendo
abstracción partidaria, la gran brecha que separa a la sociedad civil con la
corporación política se volverá un precipicio que tragará a muchos. Aún
se está a tiempo, pero éste dista mucho de ser eterno.
Fernando Paolella