En la mañana del lunes 2 de mayo, la defensa del imputado comisario de la Bonaerense Alfredo Franchiotti realizó unas pericias en la zona del Puente Pueyrredón para establecer que el citado no utilizó postas de plomo en la represión salvaje del 26 de junio de 2002. A sólo dos semanas del comienzo del juicio por las muertes de los jóvenes piqueteros Maximiliano Kosteki y Darío Santillán, este suceso demuestra que los letrados del oficial tienen más que claro que su defendido será el principal cabeza de turco del inminente litigio. Aunque existen demasiadas evidencias que demuestran la culpabilidad de Franchiotti, es de suyo que el poder político hará la del chancho rengo a la hora de evadir responsabilidades en la cacería del Puente Pueyrredón. Pues se han establecido evidencias de peso acerca de la nutrida participación de elementos de inteligencia del duhaldismo, para que aquel día de junio se convirtiera en una orgía de represión y muerte: “El viernes 25 de junio, en la víspera del segundo aniversario del asesinato de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki, unas 50 organizaciones populares realizaron un escrache a la llamada 'Estación Billinghurst' de la Secretaría de
En ese mismo tiempo, las organizaciones piqueteras emitían un comunicado con motivo del segundo aniversario de este doble crimen, que finalizaba con estos reclamos: “Juicio y castigo a los responsables de la masacre del 26, condena a todos aquellos que ocupaban cargos de responsabilidad política al momento de los hechos: estamos hablando de quienes eran presidente de la Nación Eduardo Duhalde; gobernador de la Provincia de Bs. As. Felipe Solá; Jefe de Gabinete Alfredo Atanassof; Ministro del
Apertura de los archivos de la S
Anulación de la causa por atentado a la democracia que pesa sobre quienes protagonizamos la lucha del Puente Pueyrredón.
Amnistía o desprocesamiento a los miles de luchadores populares perseguidos por la justicia.
También reafirmamos que mientras se mantenga la impunidad de los asesinos que dieron la orden de reprimir y matar, mientras caminen tranquilos por la calle y continúen ocupando cargos públicos, mientras gobierno, jueces y fiscales no hagan nada contra los asesinos que dispararon y los asesinos que planificaron, vamos a seguir luchando, denunciando y exigiendo justicia.
Juicio y Castigo a los responsables de los asesinatos de todos los luchadores populares
Los 30000 compañeros desaparecidos y todos los muertos por la represión y la impunidad en democracia están presentes en nuestra lucha.
Darío Santillán y Maximiliano Kosteki presentes, ahora y siempre. La sangre derramada no se perdona, no se olvida, no se negocia.”
De más está decir que la administración Kirchner no sólo desalentó uno por uno de estos puntos, sino que intentó por todos los medios motorizar una comisión desinvestigadora para que pintara de nuevo el Gatopardo, a fin que en el aludido juicio caigan solamente las cabezas de los bonaerenses detenidos.
Masajeando con los medios
El papel de la corporación mediática nacional que cubrió estos sucesos, fue más que lamentable: “Hace unos días, una charla casual hizo que borrara la versión previa de este artículo. Debo confesar que borré cada letra con la carga de odio propia de quien se descubre víctima de su propia ingenuidad. O estupidez, para ser más exactos. El papel semiprotagónico de los medios en los hechos que rodearon al asesinato de Maximiliano Kosteki y Darío Santillán el 26 de junio en Avellaneda, exigía que ése fuera un tema del sumario. ¿Prensa y represión?, ¿Prensa y libertad? ¿Qué decir cuando durante un día entero se ocultan las pruebas de un asesinato? Pruebas en testimonio oral, fotográfico y fílmico. ¿Qué decir cuando la televisión insiste en mostrarnos a un infiltrado con un mal disfraz de manifestante abriendo su saco y apuntando a sus compañeros de azul con un arma larga, para unas pocas horas después llenar de circulitos la pantalla señalando los errores en la elección del vestuario? ¿Qué, cuando el llamado periodismo progresista no se juega a denunciar, ya no lo obvio, si no lo probado? ¿Qué, cuando un fotógrafo acepta la decisión editorial de ocultar la masacre, cargando su máquina de complicidad asesina? ¿Qué decir frente a los popstars de los medios dando cátedras de balística y excesos policiales. Una a una fui borrando las palabras de un artículo que mostraba las atrocidades de los multimedios, el discurso mete bala de la prensa fascista y la labor de fotógrafos y cámaras. Los puntos que tejen la trama de estos asesinatos son tantos y tan indigestos, que bien valen volver al blanco y barajar de nuevo.
Lo obsceno
Los medios de los grandes grupos actuaron, en las primeras veinticuatro horas, con una impunidad que recuerda su desempeño en la última dictadura. BAE, el diario que dirige Antonio Laje, niño mimado de la trouppe Hadad, tituló 'Argentina violenta: los piqueteros desataron otro día de terror' y habló de 'agitadores de izquierda', de 'troskistas y guevaristas' organizados y armados con armas con 'fusiles FAL y granadas de mano'. De lo que no habló Laje, ni Eduardo Feinmann, ni el mismísimo Daniel Hadad, fue de los muertos. En el Después de Hora del miércoles 26, se habló de todo, menos de Santillán y Kosteki. Ni una mención, ni una sola. Tal vez la explicación a ese silencio, pueda encontrarse en las palabras del cronista de BAE, Gabriel Pousa: 'Lo que los jóvenes encapuchados piensan -otorguémosle el beneficio de la duda suponiendo que puedan pensar...'. Ni una mención, ni una sola.
Para La Nación del jueves 27 no era 'sensato hablar de represión indiscriminada'. En nombre de la sensatez, habló de 'bandos enfrentados' para referirse a las diferencias entre los grupos piqueteros, de "heridas compatibles con armas de fuego" para evitar arriesgarse al peso del plomo de las balas asesinas, y de que lo ocurrido no fue más que producto de acciones delictivas que han superado todos los límites de la legítima protesta.
Es cierto, en nombre de la sensatez hay que decir que cualquier protesta que lleve a cabo un trabajador, y más aún un desocupado, puede tildarse de acción delictiva. Las leyes laborales aprobadas en los últimos quince años, restringen el marco legal a cualquier legítima protesta. Porque la legitimidad, en nombre de la sensatez, es otra cosa.
Lo indigesto
La obscenidad de los grandes medios se contraponía, en la versión ahora borrada de este artículo, a la labor de cronistas, fotógrafos y camarógrafos. Pero la charla casual de la que hablaba en el principio, me clavó una verdad en la garganta. Fueron muchos trabajadores de prensa los que presenciaron el asesinato por la espalda de Darío Santillán y el montaje de escena de la policía que contribuyó a que Kosteki se desangrase rápidamente. Tantos, como los que llenaron de tinta y crónica las emisiones del 26 y la mañana del 27. Los mismos que hablaron o callaron frente a las editoriales de 'bandos enfrentados' y 'piquetes violentos'. Nada se dijo demasiado fuerte, el impulso en la denuncia recién estuvo cuando el gobernador bonaerense Felipe Solá se mostró acongojado por la mentira de sus hombres.
Entonces, sí. Las secuencias fotográficas salieron a la luz, las cámaras de Canal 7 airearon su grabación del asesinato en directo, y las tapas de los diarios se plagaron de nuevos nombres y nuevos héroes. Dice el prólogo de un libro, que lleva por título 'Periodismo y militancia', luego de mencionar nombres como los de Mariano Moreno, Juan José Castelli y Rodolfo Walsh: '¿Por qué, entonces, el periodista de hoy debería ser un individuo pasteurizado o un mercenario? Para preservar el empleo, se dirá. ¿Es que para estar en la categoría de periodista en nuestro tiempo habrá que ser un héroe o un revolucionario dispuesto a mayores sacrificios?'.
En nombre de la sensatez, no. En nombre de la dignidad, la de los amigos de charlas casuales que se clavan en la garganta, sí”, de acuerdo con una nota de Carolina Broner, publicada en Sudestada.
La ruleta de la realidad hará girar sus números en los tribunales de Lomas de Zamora, dentro de dos semanas. Habrá que ver si los números que salen son acertados, y no los puestos de siempre.
Fernando Paolella