Ayer martes a la tarde, la presidenta Cristina Fernández expresó que "para hacer una profunda reforma de la Justicia" debería ser modificada la Constitución Nacional, pero apuntó que no impulsará una iniciativa de ese tipo, por lo que pidió a los jueces que realicen una interpretación de la Carta Magna "que no sirva a los intereses corporativos".
Luego, la Presidenta, desde su atril en la Universidad de La Matanza, pasó a hacer algo que no suele practicar en sus alocuciones y que es gesto muy característico en los discursos de Nicolás Maduro ahora, y de Hugo Chávez antes: empuñar y mostrar en alto el libro de la Constitución Nacional.
“Este es el libro de las reformas, esta es mi vieja Constitución que, como verán, está gastada, macheteada, la tengo desde la época en que era legisladora, le leo toda completa, no la leo por partes como algunos, donde si me conviene es constitucional y si no me conviene es anticonstitucional. No, a esta hay que leerla completa, del primero hasta el último artículo”, dijo al sacar el libro y exponerlo en público.
"Para hacer una profunda reforma de la Justicia debería ser modificada la Constitución Nacional. Pero no voy a proponer ninguna reforma constitucional. Por eso envié estos seis proyectos al Congreso", apuntó la mandataria durante un acto en la Universidad Nacional de La Matanza en el marco de una jornada de debate sobre la reforma judicial.
Vírgenes, muñecas de trapo, diarios y hasta muestras de petróleo ha mostrado la Presidenta en sus discursos, pero nunca había recurrido a levantar la Constitución para hablar sobre ella y vapulear a los demás.
En un artículo de 2007, César Rodríguez —Profesor de la Universidad de Los Andes (Colombia) y miembro fundador de Dejusticia— escribió:
“No sé si recuerdan las famosas imágenes de Hugo Chávez regresando victorioso al palacio presidencial después del golpe de Estado de 2002…” “… En retrospectiva, lo memorable de esas imágenes no fue tanto el espectáculo del helicóptero de Chávez aterrizando en el palacio, o de las masas que bajaron del cinturón de miseria caraqueño para respaldarlo. Lo extraordinario fue la escena de Chávez sacando una diminuta constitución de su bolsillo mientras anunciaba que los golpistas serían procesados por los medios legales y que, con su regreso, restablecía el orden constitucional y democrático que aquellos habían quebrantado”, indicaba el autor para Semana.
“Digo que eso es lo memorable porque la próxima semana –cuando los venezolanos aprueben la reforma que eternizará a su Presidente en el poder–, asistiremos a la escena contraria: Chávez se echará la nueva constitución venezolana al bolsillo”.
Era la primera vez que el ahora fallecido se envalentonaba apretando el libro más importante para hacer luego todo lo contrario a lo que allí se indicaba, o bien reformarlo para ello. Se replicaría en innumerables discursos y Maduro lo seguiría después.
Dijo ayer la mandataria: "Para hacer una profunda reforma de la Justicia debería ser modificada la Constitución Nacional. Pero no voy a proponer ninguna reforma constitucional. Por eso envié estos seis proyectos al Congreso". ¿Es decir que Cristina acepta que la reforma judicial y sus seis proyectos son inconstitucionales, entonces?
Luego, agregó que como no iba a impulsar modificación alguna, pidió a los jueces una "interpretación" de la CN que "no sirva a los intereses corporativos". La Presidenta, con la Carta Magna en alto, exigió a los jueces interpretarla como a ella le gusta y contra los intereses que ella considera peligrosos.
Sí. Cristina lo imita, aunque ya había comenzado hace tiempo.
Eliana Toro
Seguir a @ToroEliana