Todos hemos oído hablar de los contrarios, o de la “ley de los contrarios”, como algo necesario para la producción de los hechos.
En cierto modo es en los desniveles de energía (en los que existen los contrarios del más y del menos) donde se producen los hechos, como por ejemplo, los biológicos intercalados en el sistema Tierra-Sol. Pero una cosa son los contrarios y otra las diferencias de niveles.
Según el concepto de entropía (que es parte de la energía de un sistema de cuerpos que no puede transformarse en trabajo) extendido a todo el universo, éste al cabo de un tiempo quedaría reducido a la materia uniformemente distribuida y a la misma temperatura, y por ende destinado a su “muerte”, pues ya nada podría suceder en su seno.
¿Son necesarios los contrarios para que haya sucesos? ¿Por ejemplo altas temperaturas-bajas temperaturas?
¿Existen en otro orden de cosas, varias clases de esencia universal contrarias de cuyo encuentro surge la acción?
¿Los contrarios constituirían entonces el trampolín o resorte de todo suceso, de todo accidente, de todo encadenamiento de hechos o procesos?
En las partículas subatómicas detectadas con la técnica de los aceleradores, se revelan sus cargas positivas o negativas según la curvatura de sus trazos dejados en la cámara de burbujas entre poderosos imanes. (Recordemos al positrón y al megatón) sin embargo también se forman partículas neutras como los leptones, neutrinos antineutrinos, bariones lambda y mesones piones.
Mi sugerencia es que las cargas contrarias son creaciones de la esencia del universo, lo mismo que las infinitas partículas y antipartículas que se trasmutan a causa de sus encuentros.
Aparentemente todo esto nos puede sonar como algo mágico. Estaríamos inmersos en un mundo de magia, donde surgen objetos y señales que nos desconciertan, atentan contra nuestra lógica. No obstante, recordemos que todo aquello que una mentalidad primitiva tomaba como magia, es explicable mediante el conocimiento científico de la actualidad. El concepto de magia, es entonces la señal de nuestra ignorancia. Los magos, entonces, con su absurda pseudociencia “que según ellos causa prodigios”, son sostenedores de puros mitos que sólo sirven para vender libritos y revistas sensacionalistas embaucando a los creyentes.
Lo que parece ser milagroso en el terreno de la microfísica y en el campo cósmico, es sólo aquello que no entendemos.
Pienso que la esencia del universo, no es tan sólo un ente preciso ni muchas entidades concretas contrarias o constantes y heterogéneas definibles en su naturaleza, sino algo indefinible, eternamente mudable. Algo relativo, creativo inconstante, que en promedio de su accionar, permite sustentar transitoriamente situaciones, hechos procesos.
Así en distintos niveles ascendentes, el quark es un proceso, el átomo otro, la molécula otro, la sustancia química otro, la célula viviente otro, etc., pero todo debe ser interpretado estadísticamente, es decir, que se trata de procesos producidos por un comportamiento promedio de las partículas como manifestaciones de la esencia inconcreta. (Véase al respecto mi obra titulada La esencia del universo)
2. ¿Es la esencia una entidad puntiforme o se trata de algo continuo?
Sugiero (dentro de mi alcance) que el vacío concebido como la nada absoluta, podría hallarse en realidad “lleno” o al menos ser algo y no nada.
Una de las fuerzas más misteriosas conocidas hasta el presente, es la atracción gravitatoria. Actúa a enormes distancias, nada la detiene, ni las radiaciones ni los sólidos, ni el “vacío”. Posee carácter universal, pues la hallamos por doquier, hasta en los objetos astronómicos más remotos. Es siempre atractiva. Hasta el presente no existe manera de producir repulsión de la gravedad. Hoy se habla de los hipotéticos gravitones como partículas mensajeras que viajan a la velocidad de la luz y transmiten la fuerza gravitatoria.
¿Dónde se halla realmente esta fuerza? ¿En el vacío? ¿Es decir en “la nada”? Tomemos por otra parte el modelo atómico. Un átomo cuyo radio medio es la cienmillonésima parte de un centímetro, es casi todo él un vacío, pues los electrones se hallan dispuestos en capas a una distancia enorme del núcleo En efecto, repito, sabemos que el radio del núcleo es una diez billonésima parte de un centímetro, esto es, cien mil veces menor que el radio del átomo, y por consiguiente si sacamos el volumen del átomo y lo comparamos con el volumen del núcleo, hallamos que el núcleo ocupa tan sólo una mil billonésima parte del volumen del átomo. Por lo tanto, si todas las partículas se juntaran por cese de las fuerzas que mantienen en rotación a los electrones corticales, la reducción del volumen sería del orden de los 1000 billones.
Para tener una idea de esto imaginemos que el núcleo (cuyo radio como sabemos es cien mil veces menor que el del átomo) se ampliara hasta obtener una esfera de treinta centímetros de diámetro. Entonces según cálculos el átomo ampliado proporcionalmente debería tener un diámetro de 30 kilómetros. Imaginemos entonces el tremendo vacío que existiría entre la esfera de 30 centímetros y la esfera de 30 kilómetros que la contiene con los pequeñísimos electrones de sólo algunos milímetros, en órbita.
De ahí que debamos considerar al átomo prácticamente ¡como un espacio vacío!
Pero allí en ese casi vacío que es el átomo se hallan actuando las llamadas “fuerza fuerte” que impide que se desintegren los núcleos de los átomos; la fuerza débil” que provoca la desintegración de algunos átomos, asimismo como las cargas negativas y positivas entre electrones y protones. Quizás también allí se encuentren otras dimensiones como lo sospechan algunos físicos.
¿Qué significa esto? Que tanto el vacío exterior (espacio intergaláctico, por ejemplo), como el vacío intraatómico, pueden hallarse repletos de formas de energía o. constituir esencia continua no en forma de punto. Lo puntiforme (forma de punto, valga el neologismo) a saber; leptones, bariones, mesones, quarks, etc.) es, según mi hipótesis, una de las múltiples manifestaciones de la esencia universal continua.
Luego el átomo sería otra manifestación en otro nivel, la molécula compleja en otro, las sustancias químicas en otro, y así sucesivamente.
También el electromagnetismo, la gravitación, la fuerza fuerte, la fuerza débil y la posible quinta fuerza natural, son manifestaciones de lo continuo.
No debemos confundir esto con “continuidad de la materia-energía concebida por algunos, en contraposición a la concepción de las partículas últimas”, porque la materia y la energía no consisten en la sustancia universal, sino tan sólo en dos formas distintas de manifestarse lo subyacente continuo.
Según mi enfoque, se confirma entonces que el espacio vacío queda lejos de constituir una nada; por el contrario, se trata de algo existente y tan importante como que consiste en la propia esencia que dibuja el mundo en su propio seno, que es extensible y comprimible hasta el grado superlativo.
Este es mi enfoque acerca de la esencia universal. Dejo para los demás cosmólogos sus respectivas maneras de considerar este asunto.
Ladislao Vadas