Este miércoles, el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, pidió a las distribuidoras de energía que realicen cortes de luz programados ante el colapso del sistema en medio de la ola de calor. Ello podría provocar que la Argentina vuelva a revivir la misma situación que padeció en el último tramo de la presidencia de Raúl Alfonsín.
Durante aquellos años, la Secretaría de Energía decidió realizar interrupciones rotativas del servicio de electricidad a raíz del déficit de generación de tensión producido por el bajo caudal de los ríos Limay y Uruguay, así como por dificultades en las plantas nucleares de Atucha y Embalse. Las zonas afectadas fueron la Capital y el Gran Buenos Aires, con cortes de cinco horas por turno, en distintos días y zonas, por lo que la gente debió restringir el consumo durante casi un año.
Las interrupciones del servicio habían comenzado en abril de 1988, pero se agravaron en diciembre, cuando el calor del verano comenzaba a agobiar a los argentinos, como en estos días donde rige la alerta naranja por el Servicio Meteorológico Nacional.
Según recuerda diario La Nación, los cortes comenzaron en paralelo en el sector industrial, en hogares, comercios y empresas. El 1 de diciembre de 1988 se decidió adelantar la hora oficial y, a la semana, se restringió por decreto a los espectáculos deportivos a "ajustar su desarrollo a los períodos de luz solar".
Ya en enero de 1989, comenzaron los cortes programados rotativos en algunas zonas de Capital Federal y el conurbano. Se habían anunciado por sólo 15 días, de lunes a viernes, distribuidos en tres turnos de 5 horas de duración cada uno, empezando a las 7 de la mañana, pero no pasó un mes para que se agregaran los sábados. En febrero de aquel año, se sumó una hora más y llegaron a ser 6 horas diarias.
María Luisa Torres