En 2012, pocos meses antes de ser ungido como Sumo Pontífice de la Iglesia Católica, el entonces Cardenal Jorge Bergoglio tuvo una durísima alocución frente a la estación ferroviaria de Constitución, en el marco de una jornada contra la trata de personas en la ciudad de Buenos Aires.
Las palabras del jefe de la arquidiócesis porteña debieron significar un cimbronazo para la estructura política local del PRO de Mauricio Macri y, en especial, para el gobierno nacional de Cristina Kirchner.
"¿Dónde está tu hermano esclavo? El que estás matando todos los días en el taller clandestino, en la red de prostitución, en las redes de distribución de drogas, en las redes que usan a chicos para mendigar. ¿Dónde está tu hermano? Ese que trabaja a escondidas de cartonero. ¿Dónde está tu hermano? En esta ciudad está instalado el sistema de trata de personas, ese crimen mafioso y aberrante. ¿Dónde está tu hermano? ¿Cuál? El esclavo, ese que sufre formas de martirio. La ciudad abierta es la que se abre para que la saqueen, porque fue vencida. A vos, tratante, hoy te decimos: ¿para qué hacés esto? Te vas a llevar las manos llenas de sangre. Te vas a ir, tal vez, por el balazo de un competidor, porque así operan las mafias. El esclavo es tu hermano, es tu carne. Esa carne esclava es mi carne. Señor, mirá esto. Cambiales el corazón a estos esclavistas. Estos que entran a esta ciudad abierta a ver qué pueden saquear, qué mujer pueden explotar, qué niños pueden vender. La ciudad fue vencida, cualquiera puede entrar a esclavizar la carne de sus semejantes", dijo.
Macri y CFK callaron, una vez más, ante las críticas despiadadas del molesto jesuita.
Todo siguió igual, hasta la gigantesca sorpresa del 13 de marzo de 2013, cuando un cónclave reunido en la Capilla Sixtina designó a este sacerdote de 77 años como nuevo ocupante del trono de Pedro.
Entonces, Macri y CFK partieron raudamente rumbo a Roma, para rendirle pleitesía al hombre que habían ignorado de manera olímpica.
Bergoglio los recibió. Aceptó un mate de la primera mandataria y hasta preguntó por Antonia, la hija menor del Jefe de Gobierno porteño.
Pasó un año y en la Reina del Plata las cosas han empeorado, ya que las mafias ahora se enseñorean demostrando que le ganaron sus batallas al Estado y no retroceden ante las órdenes judiciales ni los operativos policiales en sitios como Once, la avenida Avellaneda o Villa Lugano.
Los miles de puestos callejeros son atendidos por personal a menudo extranjero explotado por redes criminales que comercializan en plena vereda el producto de los talleres clandestinos.
La prostitución está en cada manzana céntrica y semi céntrica, promocionándose se manera alevosa, a plena luz del día.
Los dealers de la droga jamás hicieron tanto dinero como en la actualidad.
Los cartoneros siguen revolviendo la basura porque no pudieron crear en la ciudad más rica de Argentina ni una sola planta de proceso y reciclado de desperdicios como las que tienen hoy por hoy San Juan y San Luis.
Los homeless se cuentan por miles en la ciudad de mayor ingreso per cápita de la Argentina. Ya no sólo son pobres que se cayeron del sistema. Hoy, en su mayoría, se trata de adictos que lo perdieron todo a manos del paco, la cocaína o las pastillas.
Las villas de emergencia de Buenos Aires se duplicaron en sólo diez años, creciendo en altura y extensión. Las tierras son tomadas por bandas armadas y defendidas por legisladores porteños que hacen de escudo humano a favor de los violentos.
Buenos Aires es, como decía el ex jefe de la arquidiócesis una "ciudad abierta".
Bergoglio jugaba en 2012 con el recuerdo de uno de los filmes fundacionales del neo-realismo italiano, "Roma, ciudad abierta", dirigida por Roberto Rossellini en 1945.
La película se situaba en los últimos años de la ocupación nazi de la capital peninsular y se inspiraba en la historia verídica del sacerdote Luigi Morosini, torturado y muerto por los alemanes por ayudar a la resistencia al fascismo.
¿Por qué Francisco ya no habla de los mismos temas que denunciaba Bergoglio?
El año pasado, en octubre, le llevé hasta el Vaticano mi libro "El Aplaudidor", biografía no autorizada de Aníbal Fernández, donde rescatamos su cruzada contra la trata y las redes creadas por el kirchnerismo para explotar a inmigrantes, especialmente, en Capital Federal y el conurbano.
En la dedicatoria le escribí: "Una palabra suya bastará para terminar con el esclavismo en Argentina" y él contesto: "¿Alguno de los que denuncié fue preso?".
Sin embargo, el Papa tiene sus propios tiempos (que son mucho más laxos que los de la política) y por eso va a recibir a Cristina Fernández el lunes próximo, a pesar de que ella y su marido le birlaron la celebración del 25 de Mayo durante diez años y se lo llevaron fuera de la plaza más importante del país.
Fue como robarle el 9 de Julio a Tucumán o el 20 de Junio a Rosario, pero el ex cardenal porteño los perdonó y lo tiene ya como un tema superado.
Tal vez, en su enorme misericordia, Francisco crea que su prédica puede hacer cambiar a la presidenta argentina (a pesar de que ella misma aceptó el mote que le puso su par uruguayo Pepe Mujica: "vieja terca").
Ella no busca la redención espiritual, lo único que le importa es su redención judicial para que no la metan presa dentro de un año y medio, cuando termine su segundo mandato.
Como diría Joan Manuel Serrat, puestos a escoger, prefiero Bergoglio a Francisco y Morosini a Pio XII.
Marcelo López Masia