Uno de los criterios más decisivos para la taxonomía específica, es la infecundidad entre las formas vivientes. El jaguar y el puma no se cruzan entre sí, luego son especies diferentes se dice. Sin embargo, hay elasticidad en este criterio Algunas especies dan descendencia como el mulo, hijo del caballo y asna o de asno y yegua, infecundo aunque no siempre, y el híbrido entre liebre y conejo y entre el canario y el jilguero.
No voy a pretender aquí reclasificar al Homo sapiens (“alias” Hombre sabio) para denominar a cada raza como especie negra, amarilla, blanca y cobriza (según una antiguas clasificación ya en desuso), sino señalar con pruebas evidentes que no se trata en el caso del hombre, de una sola especie, sino de una variación heterogénea conspicua de formas antrópicas, resultado de un proceso sin unidad que es el hominal. El hecho de que existe la posibilidad de cruzamiento entre todas las denominadas “razas” humanas del planeta, no significa que se trate de una sola especie originada de una última rama filogenética única.
Las “especies” animal y vegetal son un invento humano con fines clasificatorios, pero para ser cautos, tratándose de las que hoy son tomadas como principales razas (blanca, negra y amarilla y algunas otras como la de los pigmeos y la melanesio-papúa), podríamos hablar de subespecies y no de especies, en lugar de razas. Aunque lo más acertado será hablar de líneas evolutivas en lugar de etnogenias. Así tenemos la línea negroide con sus sublíneas como los negros nilóticos, bosquimano-hotentotes, pigmeos y negros de la selva, entre otras.
Dentro de la línea mongoloide, se encuentran los mongoloides extremos de Liberia, Mongolia y Kamchatka, con los ojos de aberturas estrechas de adaptación al medio que suplen a las gafas oscuras; tibetanos, chinos del norte y asiáticos del sudeste de Tailandia, Birmania, Indonesia y las Filipinas. Estos son sólo algunos ejemplos, pues la variación es notable en esta línea que algunos denominan como raza amarilla”.
Hay líneas locales índicas como los grávidas y los hindúes. En las Amétricas están las líneas amerindias que seguramente derivan de la mongoloide y entre las cuales se hallan los esquimales, los indios norteamericanos (antes mal llamados “pieles rojas”), los centroamericanos (antes mal llamados “pieles rojas”, los centroamericanos y los sudamericanos.
Como líneas aparte tenemos a los polinesios los micronesios y los melanesio-papúes.
Dentro de la línea que podemos denominar como caucasoide para tomar el nombre de lo que según los etnólogos es una más de las tres o cuatro”razas” principales, podemos mencionar a los europeos del noreste (Rusia, Estonia, Lituania, Finlandia y Polonia) y del noroeste (Escandinavia, gran parte de Alemania, los Países Bajos, y parte del Reino Unido e Irlanda). Los alpinos se encuentran en Suiza, Austria, Baviera, República Checa, hasta el Mar Negro, y los irano-mediterráneos en torno del mar Mediterráneo y Arabia.
Ainos, patagones, fueguinos, vedas, lapones negrito de Oceanía quichuas, aimaras (collas) e infinidad de variedades de todo el orbe harían inacabable una minuciosa descripción del resultado fenotípico de las infinitas variaciones mutacionales de la línea evolutiva Homo. Existe una infinita variedad de lo que se denomina “raza” que por razones de espacio no podemos mencionar aquí en su totalidad. Además, los etnólogos aún no se han puesto de acuerdo sobre su número exacto ni han aunado criterios acerca de su clasificación. Pero lo cierto, lo que podemos sacar en conclusión de todo este despliegue de variedades, es que el Homo es un “proceso” sin unidad que derivó continuamente en múltiples ramas filogenéticas, tal como lo hicieron sus ancestros prehomínidos.
En lo concerniente a la controvertida cuestión acerca de la existencia de razas superiores, la primacía de unas razas con respecto a otras en cierta a todas luces. Existen razas que progresan científica y tecnológicamente, basta que exista la oportunidad para ello, mientras que otras permanecen estancas. Hay pueblos que se destacan por la profundidad de sus pensamientos que se relucen en filosofía, por ejemplo. Hay otros que no descuellan en estas cualidades, en cambio lo hacen en deportes como el atletismo y diversos juegos competitivos.
La superioridad racial puede estar dada por las aptitudes intelectuales en unos casos o físicas en otros, sin excluirse a veces.
Hay pueblos más inteligentes que otros, o unos más diestros físicamente que otros, pero menos inteligentes. Una de las condiciones ara que la inteligencia se revele, es la oportunidad histórica de los pueblos. Empero todo esto no significa que del seno de un pueblo con un índice intelectual bajo, no pueda surgir algún genio y viceversa, de un pueblo inteligente un idiota. Las mutaciones genéticas “no descansan”, y se manifiestan a veces sorpresivamente. Pero el hecho de que aparezcan genios en pueblos con un menor índice intelectual no invalida la superioridad de ciertas razas. Según el mecanismo genético de las mutaciones, es imposible que todas las razas del mundo posean en forma innata básica la misma capacidad intelectual. Esto sería sobrenatural, y puede ser aceptado únicamente desde un punto de vista mitológico rayano en una falsa ciencia que aceptan muchos nigromantes para vivir a expensas de los creyentes, pero jamás a la luz de la Ciencia Experimental, ya que en este caso, estaríamos ante una mera pseudociencia.
La presunta igualdad del género humano presupone un mito creacionista:”todos iguales para la prueba”; todos descendientes de una única pareja creada de una vez, según un texto antiguo. Más la realidad científica es muy otra, pues exige enormes diferencias en las capacidades de los distintos pueblos, las que realmente existen porque son el resultado de mutaciones aleatorias que hacen variar continuamente ya que en este caso estaríamos ante una mera pseudociencia.
Ladislao Vadas