“Estando en una gira de promoción por España, recibí de Alberto el dictamen que iba a presentar en el Congreso. En base a eso hice un artículo que se tituló La trilogía Nisman.  Se lo mandé no sé si el 17 ó el 18 de enero, y esperé su feedback. Lo que me llegó fue el terremoto con la noticia de su muerte”.

Gustavo Perednik tiene 58 años y está en Punta del Este, donde brinda una serie de conferencias. Desde Uruguay regresará a Israel, donde vive, y en un mes vendrá a la Argentina. Es autor de  Matar sin que se note (Editorial Planeta, reeditado por estos días, queapareció originalmente en 2009), una “crónica novelada”, como la define, donde narra la investigación del fiscal Alberto Nisman sobre la AMIA.

“Lo conocí hace diez años –cuenta Perednik– . Publiqué un artículo sobre el terrorismo en la Argentina, y él me escribió diciendo que coincidía en muchas cosas y que me quería ver. Pero sin tutearme. Arreglé con su secretaria y nos vimos. A partir de ese momento nos encontramos muy seguido. Empecé a llevar a alumnos míos de distintos ámbitos para que les diera charlas. Y luego, cuando vi que su tarea excedía una entrevista, pensé en escribir un libro. Se lo comenté, aceptó y ahí empezamos a reunirnos, muchas veces en la Fiscalía”.

El libro se editó en el año 2009. Y afianzó la amistad entre el escritor y Nisman. “Llevé a Alberto a Israel. Volvió encantado. Estuvo en casa, dio entrevistas y charlas”, relata quien, además, tiene títulos de Filosofía en las Universidades de Buenos Aires, Jerusalén y Nueva York y es un conocido conferencista y profesor. Perednik pone al fiscal en un pedestal, y cuenta una anécdota que hiela la sangre:

“Yo me reunía con él en un bar de Uriburu y Arenales. Antes de publicar el libro le llevé cinco títulos posibles, porque gran parte de la información me la daba él. Sin su guía, me habría llevado quince años este trabajo sobre su vida. Él puso el dedo en la tercera opción y me dijo: ‘Este es piola’... Decía: ‘El asesinato de Alberto Nisman’”.

 –Pero en el libro no lo matan.

 –No, ni tenía la intención de terminarlo así, porque la crónica es real. Como se juega con las amenazas que recibía, se podía atraer la atracción del lector. Pero lo abandoné, por morboso. Hubiera sido un exceso... La vida de Nisman es impresionante. Un funcionario menor de la Justicia de San Martín, a quien en una fiesta de casamiento se le acercó el fiscal Eamon Mullen y le propuso ser parte de la investigación del caso AMIA.

 –¿Eso es real o parte de un mito?

 –Fue tal cual. Está en el libro y todo es verídico. Está novelado, pero la crónica es exacta. Lo llamaron por-que él sabía de juicios orales y ellos no. Pensaron que iría a poner un sello y listo. Pero no. Y ahí cambió su vida. Él se dio cuenta en el juicio oral que todo era un fraude. Cuando empezó a interrogar vio que los policías bonaerenses acusados podían ser corruptos, pero no tenían nada que ver con el atentado, y los usaban para ocultar algo gigantesco. Los hizo liberar y empezó de fojas cero.

 –¿Cómo se llevaba con los ex fiscales Eamon Mullen y José Barbaccia, y con el ex juez Juan José Galeano, que tuvieron en principio la causa?

 –Mal. Ellos fueron cayendo de a uno. Él quedó solo al frente del caso. Y logró saber la verdad.

 –¿En esas visitas a la Fiscalía conoció a Diego Lagomarsino?

 –No. Ahora sí lo vi. Quizás lo haya visto antes, pero no me di cuenta. Después del asesinato leí lo que dijo, pero no lo escuché.

 –¿Qué hipótesis tiene sobre la muerte del fiscal?

 –El suicidio lo descarto de plano. ¿Quién puede creer en esa teoría? Era jovial, dinámico, hiperkinético, amaba lo que hacía, amaba a sus hijas, jugaba al tenis, estaba por presentar los frutos de años de investigación, en la cúspide de su carrera. Es absurdo. Ahora, no sé quién lo mató, pero seguro no fueron sus amigos, sino sus enemigos. Y tenía muchos. Entre ellos Irán, al que expuso en todos los foros internacionales. Si fueron servicios de inteligencia, lo tendrá que decir la Justicia.

 –¿Lo vio alguna vez a Jaime Stiuso?

 –Nunca. Pero muchas veces me lo nombró. Tenían una relación excelente. “No sabés lo que es: sagaz, sutil, súper inteligente”, decía. Cuando terminé el libro, Alberto me dijo: “Ahora te voy a dar un premio. Vamos a tomar un café, Stiuso, vos y yo”. Nunca se dio porque Stiuso, por su profesionalismo, era huidizo.

 –¿Le manejaba la investigación?

 –El fiscal lideraba la investigación. Para exhumar las pruebas necesitaba a los servicios de inteligencia; eso era todo. Y así era en este caso.

 –¿Conoce a la ex mujer, la doctora Sandra Arroyo Salgado?

 –Sí, pero a través de él.

 –¿Habló con ella en estos días?

 –No. Si fuera la viuda lo habría hecho. Estaban divorciados. Ella no era la pareja de Nisman. Sí hablé con la madre y con la hermana, no con la ex.

 –¿Le contaba cómo era su relación con su ex mujer?

 –Cuando lo conocí estaba muy enamorado. Después, no tanto... Pero nunca me habló mal de ella.

 –La última podría haber sido la primera: ¿Nisman resolvió el caso AMIA para usted?

 –Totalmente, o en 95 por ciento. Pero está impune, ya que los perpetradores están protegidos por Irán (Revista Gente).