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El abolicionismo provoca un daño inconmensurable

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ZAFFARONI, CARLÉS Y UNA DOCTRINA MALDITA
ZAFFARONI, CARLÉS Y UNA DOCTRINA MALDITA

La pseudo-docrina foránea conocida como abolicionismo penal  ha influído notoriamente en la formación de abogados, magistrados judiciales y estudiantes de derecho de todo el país. Ha marcado a fuego muchas de las decisiones jurisprudenciales más controvertidas de los últimos treinta años. Ha colocado -hasta hace muy poco tiempo- en uno de los sillones del más alto Tribunal de la República a su máximo referente (Zaffaroni). Y, actualmente, el Poder Ejecutivo puja por reemplazarlo por uno de sus discípulos predilectos (Carlés).

 

Que el abolicionismo y los abolicionistas han hecho un daño inconmensurable al Derecho Penal Argentino y a la Administración de Justicia Penal, no es ninguna novedad. Por el contrario, es un tema demasiado trillado.

Pero muy poco se ha dicho o escrito sobre la nefasta influencia de esta supuesta corriente doctrinaria en la prevención delictual, resorte exclusivo del Poder Ejecutivo.

En medio de la inaudita ola de inseguridad que nos azota, dónde no sólo el delito aumenta en cantidad, sino que -además- se incrementa la violencia en casi todas las formas de comisión criminal y el negocio de la droga y el consumo masivo de estupefacientes inciden en forma directísima en ambas variables, los gobernantes y los aspirantes a serlo buscan desesperadamente las respuestas a las desesperadas demandas de la comunidad (o "de la gente", como indican que debe decirse los modernos manuales de marketing político)

"Más policías en las calles"; "camaritas, botones de pánico y alarmas"; "policías municipales, locales, comunales, barriales, deportivas", etc., parecieran ser las palabras mágicas con las que los candidatos se ilusionan para construir las soluciones a aquellas demandas "de la gente".

Pero, con la sóla presencia no alcanza. El delincuente no se intimida con la existencia de la Policía en las veredas. Ni con las cámaras. Ni con los patrulleros multicolores o con los jovencitos y jovencitas con sus impecables uniformes almidonados, caminando sin rumbo fijo por calles y avenidas... Por el contrario, los desafían constantemente. Es el ADN del criminal.

La prevención delictual es presencia policial, si. Pero también es conocimiento, información, análisis. Es táctica y estrategia. Es adelantamiento a la conducta del ilegal.

Sin embargo, nada de esto sucede con la Policía actual...

Desde hace años, diversos fallos judiciales han neutralizado -o directamente, eliminado- normas contravencionales, facultades policiales preventoras en conductas o sospechas de conducta pre-delictuales (vgr. merodeo, omisión de indentificación, vagancia, etc.), eliminación de los álbumes de "modus operandi",  satanización del denominado "instinto policial"  o de la llamada "actitud sospechosa", etc. Abolir es la cuestión.

Con los rótulos de policización, policialización, estigmatización, militarización policial, derecho penal del enemigo, entre otros términos que adornan cursos, conferencias, libros y revistas de los gurúes abolicionistas, distintos fallos judiciales hicieron posible que la fuerza policial se fuera quedando -exclusivamente- con la presencia, las camaritas y los patrulleros con calcos símil autos del TC 2000... Es decir, estar ahí, en la calle, con la esperanza de atrapar al delincuente in fraganti...

Obviamente, esto no es prevención. El criminal podrá ser aprehendido instantes después de haber cometido el delito... Pero ya habrá robado, violado o asesinado. La policía, en este caso, habrá llegado cinco segundos tarde. Pero tarde al fin.

 

¿Y el Gobierno?

Mientras los fallos abolicionistas se dedicaban a la prevención delictual, los poderes ejecutivos (nacional y provinciales) "acataban respetuosamente" las decisiones de la Justicia... Presumo que por tres razones:

La primera, era la excusa perfecta para deslindar responsabilidades,  argumentando respecto de los delincuentes, "la policía los atrapa, el poder judicial los libera"...

La segunda, constituía una oportunidad inmejorable para sostener el discurso progre-abolicionista, y ganar más adeptos.

La tercera, todavía no había nacido el "partido judicial", y no había necesidad de recurrir las decisiones jurisdiccionales hasta las últimas instancias procesales, presionar a los jueces o amenazarlos con juicios políticos.

En tanto, los delincuntes siguen ahí, en las calles de un país que se acostumbró a vivir al margen de la ley.

Marcelo  Carlos  Romero
Fiscal de la Provincia de Buenos Aires
Especial para Tribuna de Periodistas

 
 

10 comentarios Dejá tu comentario

  1. La ideología es, básicamente, seleccionar los elementos de la realidad que apoyan nuestra opinión, y minimizar o soslayar los otros. El análisis en un tema tan grave debería ampliarse a otros aspectos que creo centrales: a) que hacemos para combatir las causas del delito; b) como aseguramos ejemplaridad con gobernantes procesados; c) como generamos relaciones aceptables de confianza entre la policía y la gente, en especial los jóvenes, porque la prevención requiere la colaboración de todos.

  2. Octavio Septimio, en primer lugar agradezco que se haya tomado la molestia de responder a mi comentario. En cuanto al eje del debate, no veo motivo por el cual no pueda automatizarse la ley a su máxima expresión. Es decir, en una determinada situación en la que se considera que alguien incurrió en un delito tipificado por ley, coincido con usted en que es imprescindible la interpretación humana de los sucesos ocurridos, siempre respaldados con pruebas. Pero si se determina el delito y se comprueba de manera inobjetable la participación de un sujeto en ese delito ¿la pena no debe ser única? ¿a sucesos iguales, a delitos iguales, la pena no debería ser la misma? ¿Por qué interpretar la pena, entonces? La pregunta central de mi comentario anterior es: ¿dónde está la falla en el sistema para que estemos en esta situación? ¿Es la ley ambigua y deja lugar a la subjetividad? ¿es la ley interpretable? ¿es la ley injusta y abolicionista? ¿o son los encargados de la administración de justicia quienes incurren en falta? En cuanto al error que usted me marca, tiene razón en que dogma e ideología no son lo mismo. Quise reforzar la idea de que no hay justicia porque la ley no es igual para todos. Y tampoco hay justicia porque se viola sistemáticamente la Constitución. Ambas injusticias se justifican en la ideología desde el interior de la misma Justicia. Coincido con usted en que la gran mayoría de las leyes son inconstitucionales. ¿Por qué han de tener validez, entonces? ¿Por qué falla la autoridad de aplicación? Deberían, todas esas leyes, estar derogadas. Y no lo están. Los jueces deben velar por el cumplimiento de la Constitución Nacional. Y no lo hacen. ¿Por qué ellos no tienen castigo ni responsabilidad de ningún tipo? ¿No puede intervenir de alguna manera la Justicia Internacional? La respuesta a todo eso creo que usted ya me la dio: no vivimos en un Estado de Derecho y no hay quién nos defienda.

  3. Ramon, se lo resumo, no hay republica, al no haber republica y que solo sea un enunciado, no se respetan las instituciones, al no respetarse las instituciones, el simple ciudadano queda desprotegido. Cualquiera con poder se lleva por delante a alguien sin poder y no pasa nada. No le busque mas vuelta, sin instituciones no hay republica, y sin republica, no solo no hay libertad porque la democracia se convierte en un populismo, sino que tampoco hay seguridad fisica ni economica. Disculpe la sintesis, pero eso es en suma su preocupacion, espero haber contribuido a aclararle el tema. Saludos PD: Busque el teorema de Ironics en alguno de los articulos de Tribuna y se le aclaran muchas incognitas que resultan incomprensible para el comun de la gente.

  4. Las leyes,alguien dijo alguna vez,defienden al que tiene,el que no tiene,no tiene nada que defender,por la tanto el que tiene dinero o poder de alguna índole va a tener justica,es asi de simple,el problema a mi entender radica en que a la ley no hay que interpretarla sino cumplirla y hacerla cumplir,si no es asi entramos en el entramado que nos rige hoy dia. Ademas con la clase gobernante de hoy en dia orientadas a un ¨neo marxismo¨y la abolición de las instituciones se esta agudizando aun mas el tema

  5. Totalmente de acuerdo Dr. Romero, lejos de nuestra realidad social esta la utopía abolicionista. Se recurre a métodos caros y operativamente imposibles para atacar la creciente ola delictiva. la verdad da vergüenza ver como una deuda tan grande para con la ciudadanía es utilizada por todos los políticos como bastión de campaña. Da vergüenza ver los patrulleros bonaerenses que parecen blogs publicitarios de la actual gobernación. Lo grave es que la inidoneidad en combatir la inseguridad, se evidencia en su publicidad "más de doce mil policías en la calle", cuando en realidad el mérito sería tener que utilizar menos fuerza de seguridad pública y no largar chicos absolutamente incapaces para cumplir la función policial.y con 5 meses de instrucción. En fin Esperemos que haya vientos de cambio y pronto. Atte Paula

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