Mauricio Macri es el nuevo Fernando de la Rúa y se puede ir en helicóptero de la Casa Rosada, redondeó palabras más palabras menos Cristina Kirchner, al reaparecer en escena el viernes, en la estocada más directa de la "campaña del miedo" que adoptó el oficialismo como estrategia para el balotaje.
La ofensiva contra el candidato de Cambiemos arreció luego de que el posible ministro de Economía de Macri, Alfonso Prat Gay, transparentara una medida que a juicio de esa propuesta política es inexorable: si llegan al Gobierno, se libera el cepo, habrá devaluación y un solo precio del dólar. Así, de una, en shock.
Según el ex presidente del Banco Central la economía ya se acomodó al precio del dólar "blue" por lo que la corrección ubicará al oficial por debajo del paralelo y no conllevaría consecuencias graves, una definición al menos cuestionable.
Con todo, los economistas de Daniel Scioli también hablan de una actualización del tipo de cambio, pero bajo la administración del Estado, con cepo y de manera gradual. Sus adversarios replican que es más grave para la economía la "expectativa de devaluación", porque mantiene la especulación sobre ese valor futuro, que la pérdida de valor del peso propiamente dicha.
El dilema
El oficialismo le habla a un sector del electorado que quizá pretende un cambio, pero que puede tener reparos respecto de la política económica macrista. En ese contexto, fue claro el jefe de Gabinete de Scioli el viernes al afirmar que "gane quien gane, el 10 de diciembre cambia el Gobierno".
Para Mariel Fornoni, directora de Management & Fit, todavía "el nivel de indecisos es alto" y agregó: "No nos animamos a dar una definición contundente sobre lo que puede pasar. En los números no hubo mucho cambio, pero las expectativas cambiaron 180 grados desde el resultado de las elecciones".
La consultora y analista consideró también que "la campaña 'sucia' influye pero es difícil medir cuánto y resaltó que "a veces no asusta pero enoja y eso es contraproducente".
De hecho, la estrategia de atribuirle a Macri las siete plagas de Egipto levantó cuestionamientos dentro del propio oficialismo y tensó al máximo la convivencia interna a principios de semana.
Frente a ello, el macrismo eligió victimizarse pero no puede presumir de inocencia en cuanto a campañas negativas, ya que es uno de los estandartes proselitistas del asesor estrella del jefe de Gobierno, Jaime Durán Barba.
Luego, la agenda fue ganada por dos hechos relevantes en materia institucional: la designación -en medio de un escándalo en el Congreso- de dos camporistas en la Auditoría General de la Nación (AGN) y la decisión de la Corte Suprema de Justicia de declarar inconstitucional la ley de subrogancias que permitía al Gobierno completar tribunales con jueces de su agrado.
Julián Álvarez y Juan Ignacio Forlón renunciaron a los cargos de secretario de Justicia y presidente del Banco Nación para asumir en el único órgano de control que mantuvo su función supervisora del Ejecutivo en los últimos años y pasaron a engrosar una tropa de ultrakirchneristas que se mantendrán agazapados en distintos roles en el próximo turno presidencial.
Massismo sin Massa
A dos semanas de las elecciones, tanto Macri como Scioli buscan seducir a los votantes de Massa, ya sea asumiendo la agenda de campaña del excandidato de UNA o visitando aquellas regiones donde el líder del Frente Renovador dejó votos "huérfanos" como en el Norte o en el Conurbano bonaerense.
Macri dijo que las propuestas de Massa coinciden casi completamente con las de Cambiemos y por si faltaba alguna, anunció él también que pagará el 82% móvil a los jubilados de la mínima en caso de ser presidente. Scioli ya lo había hecho.
El postulante oficialista, por su parte, no solo recita completo el Padrenuestro massista sino que llamó por teléfono al ex intendente de Tigre para disculparse por haber puesto en duda la denuncia que hizo cuando un exintegrante de Prefectura Nacional entró a su casa en 2013 con fines poco claros.
Massa, ungido en árbitro, asegura que un 14 del 21% que lo eligió el 25 de octubre ya decidió su nuevo voto en una proporción de 65% a 35% en favor del candidato de Cambiemos, mientras que el 7% restante aún duda cómo votará el próximo 22.
Especulando con su rol futuro y siendo blanco de propuestas de todo tipo de uno y otro lado, evitó por el momento dar un respaldo contundente a sus ex adversarios.
"Macri lleva ventaja pero no está nada definido ni mucho menos", sostiene en privado el excandidato presidencial de UNA, quien advierte que la campaña del miedo puede ser eficaz.
El diputado nacional observa una pulseada de mayorías por ver si pesa más entre los indecisos el deseo a un cambio o el temor a que ese cambio signifique pérdida de conquistas.
En el comando electoral del PRO, allí donde el armador y ministro de Gobierno macrista, Emilio Monzó, se mueve entre mapas de escenarios y electores, estiman que la relación post 25 de octubre es de 57% a favor de Macri y 43% para Scioli.
Sostienen que la primera presidencia para el partido amarillo está más cerca que nunca pero esperan un repunte de Scioli y advierten que la elección no está definida. "Cada punto que descuente Scioli cuenta doble porque lo baja Mauricio", asumen.
También en las oficinas porteñas del Banco Provincia, búnker sciolista, las proyecciones son por el momento adversas pero se esperanzan con que la energía del gobernador bonaerense y la campaña anti-Macri terminen por dar resultados favorables.
En ese contexto, tanto Massa como el candidato del FPV consideran crucial el debate público del domingo 15 para definir la contienda que será una semana después.