Ficha Técnica:
Título para Latinoamérica: Lo que nunca nos dijimos.
Título original: Lo que nunca nos dijimos.
Dirección: Sebastián Sánchez Amunategui – Guión: Flavia Atencio.
Género: Drama – Apta para mayores de 16 años.
Reparto: Ana María Picchio, Flavia Atencio, Sandra Burgos, Catalina Saavedra, Juan Gil Navarro, Mario Bertone, Miguel Conde.
Productor: Gabriel Gabetta, José Antonio Hernández, Mónica Gorbea.
Productora: Cineworld – Distribuidora: Distribution Company.
Fotografía: Juan Carlos Lazo – País: México, Argentina.
Año producción: 2015 – Duración: 91 min. Estreno: 15/12/ 2016.
Sala: Espacio INCAA – Cine Gaumont / Av. Rivadavia 1635 /Tel: 4382-4406. Precio Localidades: $ 30.
Una co-producción argentina-mexicana con guión y protagónico de Flavia Atencio, con Ana María Picchio y Sandra Burgos en los personajes principales; Juan Gil Navarro, Mario Bertone y Miguel Conde completando elenco. Un drama intrafamiliar burgués bajo el encanto del sol, la cordillera y el malbec mendocino.
En su cuenta de la red social Twitter – con 243 seguidores – @Flavia_atencio se presenta: “Actriz, guionista, productora y creadora de historias. México”. Un saludo cordial nos anoticia: “Felicidades, tu primer guión ya tiene 4 meses en cartelera” (en el país del norte). Augurios de un final feliz para un metraje digno, pese a los altibajos de una cineasta novel. Su obra tiene cuerpo y consistencia argumental. La historia lo dirá.
La sensual actriz mendocina de ojos grandes y mirada profunda, radicada en el país azteca, aborda en su primer trabajo como guionista (al tiempo que lo protagoniza) la problemática del perdón, la tolerancia y la aceptación al diferente. Un guiño / cita a su propia historia, cuando vivió el desarraigo y la nostalgia de sus raíces argentinas exportada a otros lares. Teniendo en cuenta que es su debut como dramaturga – por el tópico elegido y el resultado–, tiene crédito para el Cine de Arte y Ensayo. Trabajo más que aceptable, prueba superada
Para Sebastián Sánchez Amunategui – director y productor chileno afincado en México – también es su “ópera prima”. Dirigió más de doce obras de teatro, en su mayoría de autores sudamericanos. Su pulso de Régisseur explotando las bellezas geográficas de la región andina, para dirigir la imponente fotografía de autor de Juan Carlos Lazo: generosos planos “travelling”, “planos en picado” (la cámara filma de arriba hacia abajo); “planos de ocularización interna” (aquellas capturas que la cámara parece ocupar el ojo del personaje). Este fenómeno otorga mayor profundidad de campo y adición de imágenes, al tiempo que brinda emotividad y explosión del campo visual del espectador. No es poco.
El problema nuclear del film, es la historia que se agota al promediar la narración. Es una trama minimalista que se extiende en el tiempo, y decae por previsible. La tensión y el clímax de una enfermedad terminal – como excusa narrativa – tampoco cierran. Hay clisé de género que sobran. Los cortocircuitos en el Raccord (la continuidad de un plano a otro y la dispersión conceptual). Es “el viejo truco” de los “Mac Guffin”: elementos de suspenso / esos ganchos o excusas argumentales, para que la trama avance y al mismo tiempo cree historias secundarias, otras ficciones.
En cuanto a los protagónicos: “Mariana” – la hija que vuelve a casa (en la epidermis de Atencio) –, ocupa bien el espacio escénico; apuesta demasiado a la “narrativa ocular”, merced a esos grandes ojos y su portentosa mirada intimidante, asociada a su encanto femenino y juventud; pero colisiona con su rol de actor en la construcción del verosímil y el trabajo sobre las emociones. Debe estar más atenta a la escenoplástica. Teniendo en cuenta que: en la primera apertura de plano, la platea se desayuna con una tierna escena de sexo lésbico, con la morbosidad de dos féminas haciendo de las suyas, el comienzo exitoso estaba asegurado. El conflicto del amor lesbiano mal resuelto, muy naif.
Su madre (Ana María Picchio), explotando con creces un personaje de ideología conservadora, que le importa más el qué dirán de sus relaciones sociales, que aceptar a su hija Mariana con la inclinación sexual elegida. Componen una relación tortuosa madre-hija – ¡juntas son dinamita! Pero ¿cuál es el gran secreto que oculta esta familia tradicional mendocina? El guión trabaja sobre los convencionalismos domésticos, los prejuicios burgueses; sobre todo, hace foco en los trastornos psicológicos de Mariana al evocar su infancia en la casa paterna. En realidad, ¡madre e hija trastornadas! Una hija rebelde que vuelve al seno familiar y busca comprensión de sus actos a través de los recuerdos; una madre atormentada por mantener el status quo de su hogar.
El drama andino llega a su fin, y con él la enseñanza moral. Viene de un personaje que aparece desapercibido, como oculto. Un joven con síndrome de Down. Toda la naturalidad, y la captura de una escena de ruptura. Es una intervención metafórica. Un diferente, que hace reflexionar a dos personas que aprendieron a perdonar…
Flavia Atencio. La peculiar belleza del secreto de sus ojos, como distancia focal de la escena con el espectador. Es el drama de aprender a perdonar.
Gustavo Contarelli
Puntaje de la película: 4 Tribunas
Puntaje actor protagónico: Flavia Atencio 4 Tribunas
Referencias:
5 Tribunas: excelente /imperdible
4 Tribunas: muy buena
3 Tribunas: correcta / buena
2 Tribunas: regular
1 Tribunas: mala /pésima
El film es interesante por la mirada que propone: La de la mujer. Los conflictos de una niña y su padre. Esos secretos que alguna vez salen a la luz.