Desde hace varias décadas, especialmente desde mediados de los 40 cuando el peronismo había popularizado su eslogan de campaña "Braden o Perón", se instaló en el ideario colectivo de que absolutamente todos nuestros males eran consecuencia de entes foráneos. Léase multinacionales, corporaciones, grandes capitales, etc.
Incluso, el prestigioso escritor uruguayo Eduardo Galeano escribió su ensayo más conocido, "Las venas abiertas de América Latina", que se convertiría en algo así como la Biblia de los simpatizantes de izquierda en general a principio de los 70, cuando esta teoría estaba en su auge máximo, sosteniendo precisamente lo mismo, que Latinoamérica es oprimida por "el imperio".
¿Pero qué tanto hay de cierto en esto de que existen intereses foráneos que aspiran a explotar a los país tercermundistas, especialmente a los latinoamericanos y particularmente a la Argentina?
Nada, absolutamente nada de eso es cierto. Y en el hipotético caso de que alguien crea que realmente somos víctima del imperialismo, el capitalismo salvaje, el neoliberalismo o lo que se le ocurra, ¿sería capaz de explicar porque, después de casi 70 años de —supuestamente— sufrir esos males no fuimos capaces de librarnos de semejante yugo? Tampoco nadie podrá responderlo, por dos sencillas razones, a saber: A) Tales afirmaciones son falsas o B) Son demasiado inútiles como para no haber podido solucionar el problema después de aproximadamente siete décadas.
Sin embargo, no escarmentamos, y mucho menos aprendemos de nuestros errores.
Citemos algunos ejemplos: ¿Que responsabilidad tienen todos esos entes malignos de que en los últimos diez años hayamos tenido, en Latinoamérica a los presidentes más corruptos de la historia?
Solo el chavismo en Venezuela, y el kirchnerismo en Argentina, que curiosamente estaban, y lo siguen estando, enfrentados con el "imperialismo yanky" son ejemplos más que claros y contundentes como para demostrar lo burdo de la teoría conspirativa.
Y ni hablar de los resultados del ejemplo más paradigmático, la revolución cubana, cuyo fracaso económico, político y especialmente social es el más rotundo del planeta.
Y seguimos sin aprender... Hoy estamos más preocupados por un muro que pretende construir Donld Trump en la frontera con México para frenar el ingreso de inmigrantes ilegales que por solucionar nuestros propios problemas, que no son pocos.
Dicho sea de paso, a nadie de los que están en contra de la construcción del muro se le ocurrió pensar porque millones de latinoamericanos quieren ingresar a los EEUU sea como sea y no es al revés.
Por si alguien no lo sabe, Trump se encargó de aclarar el enigma, y lo dijo bien claro: "La gente emigra ilegalmente a los Estados Unidos porque sus países son un asco, y es culpa de los corruptos que se roban el dinero. Si los países se manejaran bien, la gente se quedaría en sus países".
¿Hay alguna duda de que esto es real en un ciento por ciento?
Se puede estar de acuerdo o no, con Trump, puede caer simpático para algunos y repugnante a otros, pero en este punto específico, tenemos decir que tiene razón. Nadie se va de su propio país porque está bien.
Por lo tanto, en vez de preocuparnos tanto por Trump, no sería más lógico preocuparnos por lo que hacemos nosotros?
Veamos un claro ejemplo de uno de los problemas a los que estamos abocados en solucionar los argentinos, el fútbol. Si, nada más ni nada menos que el fútbol, y lo peor del caso es que no lo podemos arreglar.
El conflicto de la AFA, deja al descubierto lo incompetente que somos. Demuestra lo corruptos e inoperantes, salvo alguna rara excepción, que son los dirigentes, administradores de clubes fundidos y endeudados, que se acostumbraron a vivir a expensas del Estado a través de la televisión, único caso en el mundo. Y lo peor es que no llegan a un acuerdo por intereses personales, ambición de poder.
¿Es necesario agregar más ejemplos de porque estamos como estamos? Sin embargo seguimos culpando a vaya uno a saber que ente misterioso que nos oprime y en lugar de solucionar nuestros problemas debatimos si el muro de Trump está bien o está mal.
El canta autor uruguayo Alfredo Zitarrosa, dice acertadamente en un párrafo de su canción "Adagio de mi país" lo siguiente: "Dice mi padre que un solo traidor puede con mil valientes". Y es muy cierto; el punto es que debemos entender, de una buena vez que lamentablemente el enemigo no está afuera, sino que los traidores, que no son pocos, están adentro.