Sin ofrecer datos duros ni previsiones económicas adicionales a las publicadas en las últimas semanas, esquivando tópicos espinosos y evitando cualquier autocrítica, el presidente Mauricio Macri pronunció hoy un discurso enfocado más en la campaña electoral 2017 que en un verdadero repaso de sus primeros 15 meses de gestión en la Casa Rosada.
Macri eludió referirse a las consecuencias del ajuste en la población, especialmente en los sectores más vulnerables -aunque dejó en claro que resulta inadmisible que en la Argentina vivan 12 millones de personas en villas de emergencia-, y con similar empeño se ahorró comentarios vinculados a los conflictos de intereses que lo tienen actualmente como protagonista.
En cambio, procuró dotar de pretensiones motivacionales a su discurso de 61 minutos de duración, alentando una y otra vez a la ciudadanía a mantener y renovar el voto de confianza brindado en las elecciones presidenciales de 2015 que pusieron fin a 12 años de kirchnerismo en el país.
En este sentido, el jefe de Estado se mostró especialmente encendido cuando habló de "despilfarro" y "corrupción", haciendo foco en el Gobierno anterior, para luego enfatizar ante la Asamblea Legislativa: "Tenemos que convencernos de que somos la generación que vino a cambiar la historia".
El líder del PRO sabe perfectamente que este año sus aspiraciones de reelección afrontan un desafío clave en los comicios de medio término, por lo que no dudó en solicitar a quienes le permitieron llegar a la Presidencia de la Nación que ratifiquen su "compromiso por el cambio".
Macri, con un discurso monótono en general, pero enérgico cuando de establecer diferencias con el gobierno kirchnerista se trataba, dejó entrever pistas más o menos concretas de lo que podría ser la estrategia electoral del frente Cambiemos para el año en curso: polarizar los comicios con el Frente para la Victoria (FpV) y sus eventuales aliados, como sucedió en 2015.
Es cierto, se lo notó más claro en sus conceptos, hasta modulando mejor incluso, más allá del vacío de contenidos y datos de la realidad del que adoleció su discurso.
De todos modos, la sensación que quedó flotando es que el Presidente desembarcó en el Congreso para dar un puntapié inicial a la compaña proselitista de 2017 y en pos de ese objetivo, apostó a frases de impacto mediático -"Basta de que nos regalen el presente para robarnos el futuro", por ejemplo- e insistió en la importancia de que la ciudadanía le renueve el crédito... lógicamente, en las urnas.