No existe político argentino que no se llene la boca hablando de democracia, de lo que nos costó a los argentinos recuperarla y, como no podía ser de otra manera, invocar la Constitución Nacional.
Es muy raro, y lamentable, por lo tanto, que gran parte de la población tenga que organizarse por motu proprio para tratar de hacerle entender a un pequeño grupo de esos políticos, que no queremos más desestabilizadores, ni golpistas ni destituyentes.
Lo que no es nada raro es que los mismos que durante años dijeron que quien estaba en contra era golpista son los que ahora piden descaradamente un golpe. Los mismos incoherentes que el 24 de marzo hicieron un acto repudiando el golpe del 76 pidiendo que Macri se vaya en helicóptero como De La Rúa. Repito, no es raro, porque los conocemos, sabemos perfectamente quiénes son y a lo que aspiran.
Es realmente vergonzoso a esta altura de las circunstancias que en un país que sufrió tanto por recobrar el simple derecho a votar, haya que expresarse en contra de cuatro delirantes que pretenden voltear a un gobierno democrático elegido por el pueblo.
Y quedó perfectamente demostrado quiénes son unos y quiénes somos los otros. Quedó perfectamente demostrado que la grieta existe, y por qué.
Sin micros, sin choripanes, sin extorsionar, sin pagar 400 pesos por cada "militante", sin organización, sin un solo incidente, sin caras tapadas, sin palos en la mano, y lo más importante, un sábado, la población se expresó para demostrarle a esos delirante que queremos vivir en paz, y en democracia.
Es la vieja historia del peronismo, que lleva el autoritarismo y la intolerancia en sus genes. Con el agravante de que en esta oportunidad necesitan, imperiosamente, hacer un golpe de estado.
Los motivos ya los sabemos, y son tan obvios y claros que ni si quiera tienen la delicadeza de negarlo, o por lo menos disimularlo.
Además de haber perdido el poder que tanto aman, y seguir cometiendo los mismos actos de corrupción que cometieron durante 12 años, muchos de ellos, encabezados por "la jefa", saben que tarde o temprano terminarán tras las rejas.
Ya no hay vuelta atrás, y por más que Durán Barba le siga asegurando a Macri que es mejor que Cristina esté en libertad, indefectiblemente llegará un momento en el que será imposible tratar de seguir evitándo su detención.
Pero eso es harina de otro costal. El punto en cuestión es que es inconcebible que, después de haber vivido lo vivido, todavía siga habiendo personajes oscuros y siniestros que pretendan destituir un gobierno elegido por el voto popular, y a menos de un año y medio de haber asumido; pero más triste aún es que haya una parte de la población que abale semejante barbaridad.
Quiero, para finalizar, despojarme de mi rol de comunicador y hablar como un simple ciudadano.
Alguien, después de la marcha dijo: "La gente demostró que es lo que queremos, estoy feliz. Menos asustada. No dejo de estar preocupada, pero menos asustada".
Y este simple comentario es un disparador, un disparador que hace sentir sensaciones ambiguas. Por un lado me agobia, en lo personal, tener que ver y soportar a estos personajes nefastos disfrazados de políticos queriendo imponer su estilo de vida a como sea, por la fuerza, mintiendo, y de manera prepotente, al mejor estilo fascista, que en definitiva es lo que son, cuatro fachos fuera de órbita.
Por otro lado, siento el alivio y el placer de ver que la inmensa mayoría del pueblo argentino los repudia y quiere seguir viviendo en paz, respetando las reglas, las intituciones y, fundamentalmente, la Constitución Nacional.