En Argentina, desde siempre, el Estado es una religión, y el gasto público un sacramento. Tanto es así que es ese el verdadero mal que padecemos históricamente. No es necesario aclarar que cuando el Estado gasta más de lo que recauda, se genera el consabido déficit fiscal, o sea, deuda pública, y la deuda pública se paga emitiendo o financiando; no hay tercera opción.
El gobierno anterior, prácticamente no se endeudó, pero emitió, y mucho. Puso plata en los bolsillos de los ciudadanos, pero no nos contó que la película terminaría con los bolsillos vacíos y con deudas a pagar por varios años.
Hoy, los mismos que generaron ese caos, pretenden hacernos creer que todas las calamidades empezaron con el gobierno de Cambiemos. Sin embargo, nada dicen sobre que fue el kirchnerismo quien utilizó los fondos públicos para crear una generación que se acostumbró a vivir gracias a planes sociales y subsidios de todo tipo y color, incluso el fútbol.
Fue el kirchnerismo el promotor del mayor gasto públco de la historia, los datos duros hablan por sí mismo, y financiaron la deuda pública con inflación y las reservas del BCRA.
Pero como reza la tradición peronista, nunca se hacen cargo de lo que hicieron, y el ejemplo más claro y contundente es el de la Provincia de Buenos Aires.
Vayamos a la realidad: en 1987, Antonio Cafiero ganó, frente a Juan Manuel Casella, la gobernación por 41% a 37% de los votos. Sin embargo, hoy la realidad es muy distinta: vamos a los datos reales y tangibles: desde 2003 las fuerzas peronistas y filoperonistas no son menos del 50%, habiendo llegado en las últimas dos legislativas al 72% en 2011 y al 81% en 2013. (1)
Casualmente, al aumento permanente de la pobreza en el Gran Buenos Aires ha correspondido un crecimiento sistemático de los votos del peronismo y del poder peronista en la Provincia. El 81% de 2013 indica, además, que ese poder se ha hecho hegemónico y que la vida política bonaerense es hoy una interna del PJ.
En este sentido, a la Provincia le ha ido aún peor que al país, que lleva veinticuatro de los últimos veintiséis años de gobiernos peronistas, con mayoría en el Senado y las gobernaciones, además del control absoluto de los sindicatos.
Cuando los dirigentes peronistas dicen que "con el gobierno anterior comíamos o pagábamos menos impuestos", es cierto, pero no ven, o no quieren ver, mejor dicho, que el final era la crisis social y económica que hoy vive Venezuela.
La inflación acelerada, el estancamiento económico, la oferta de dólares a cuatro bandas, la economía cerrada, balanza comercial deficitaria que iba camino a una hiper-inflación galopante terminaría, indefectiblemente, en la crisis del 2001 o peor.
El gobierno actual se endeuda de forma externa, porque si lo hace de forma interna debería emitir más de lo debido, y si la meta de este gobierno es bajar la inflación y enfriar la economía como prescripción médica había que conseguir, si o si, financiamiento externo.
Sin embargo, todavía hay inflación, porque se sigue emitiendo, y se sigue emitiendo por una sencilla razón, todos los meses tenemos que cumplir las responsabilidades sociales no contributivas de más de 21.7 millones contra 8.2 millones de aportantes al sistema, además de pagar los gastos comunes y corrientes que consumen el Estado y sus dependencias en Recursos Humanos y Materiales.
Dicho eso de otra manera, existe una causa que genera todos nuestros males, que es el déficit fiscal, cuya consecuencia es la inflación.
Por lo tanto, mientras no se ataque al verdadero problema, que es el déficit fiscal, o sea el gasto público, va a seguir habiendo inflación, y si el plan es bajar la inflación, no queda otra alternativa que financiarse de forma externa.
(1) Datos extraídos del libro de Fernando Iglesias "Es el peronismo, estúpido".