A las primeras horas de la mañana del 6 de Setiembre de 1930, salieron del Colegio Militar de la Nación, cadetes de ese instituto, acompañados por tropas acantonadas en Campo de Mayo, a las órdenes del General Félix Uriburu, con el propósito de derrocar al gobierno de Don Hipólito Yrigoyen.
Las columnas ingresaron a la Capital Federal por la Av. San Martín, y en la esquina con Av. América (hoy Mosconi), jefes y oficiales de la policía de la capital, pertenecientes a la seccional 45, vivaron a los golpistas con banderas y pañuelos.
El subcomisario don Severino José Cirigliano, a cargo de la seccional 39, ubicada en Olazábal 5347 recibió la visita de un mayor del ejército que comandaba la avanzada militar, que le comunicó que la “revolución” había triunfado, solicitándole su adhesión a la misma. El pedido fue rechazado de inmediato por Cirigliano, quien comunicó al Mayor que estaba detenido y le requirió la entrega de su arma reglamentaria. Le explicó, el subcomisario, que el único gobierno era el de la Constitución.
Acto seguido, Cirigliano dispuso que se entregaran armas largas al personal policial, ordenando se ubicaran en los altos de la comisaría para enfrentar al ejército sublevado.
Las tropas que venían a la retaguardia por la Av. América (hoy Mosconi) instalaron un cañón en la esquina de Burela e intimaron la rendición de la seccional. Al no acatar la orden se intercambiaron disparos de armas largas y de dicha acción resultó herido el cabo Baldomero Ariza, y otros oficiales y suboficiales. A continuación se dio el ultimátum por parte de las tropas del ejército, que si no se izaba la bandera blanca de rendición, se iba a disparar el cañón contra el edificio de la comisaría.
Sólo bajo estas circunstancias, Cirigliano acordó (en razón de la diferencia de potencia de fuego y para salvar la vida de inocentes y numerosos vecinos) rendirse ante las tropas golpistas. Así, el personal policial fue desarmado, tras lo cual, los agentes del orden rechazaron la invitación del ejército de sumarse a la columna golpista.
Luego de la ejemplar actitud de Cirigliano y sus hombres, el jefe policial fue detenido y durante diez días nada se supo de su paradero. Su familia debió soportar rumores que indicaban que sería fusilado, pero finalmente apareció, aunque exonerado de la fuerza. Sin grado ni estado policial, trabajó para una compañía que manejaba la Línea 66, encargado de la parte judicial.
Recién en 1958, bajo la presidencia de Arturo Frondizi, Severino Cirigliano fue reincorporado a la Policía con todos sus grados y honores. Habían pasado 28 años, muchos de ellos signados por la preeminencia política de un golpista del 30 que luego alcanzara celebridad, como vicepresidente de facto, en 1944, y como presidente electo, desde 1946 hasta 1955.
Mientras calles, avenidas, es cuelas y edificios públicos llevan el nombre de un sinnúmero de golpistas, una pequeña y maltratada plazoleta, en el Barrio de La Chacarita, lleva el nombre del Subcomisario Severino José Cirigliano, donde una placa lo recuerda como “Fiel defensor de la Constitución Nacional en los hechos acaecidos el 6 de setiembre de 1930”.
Bibliografía consultada:
http://www.devotohistoria.com.ar/El30enVillaDevoto_03.htm
https://periodicoelbarrio.com.ar/homenaje-al-suboficial-cirigliano-en-la-comisaria-39a/