Desde que Pino Solanas reconoció públicamente que Elisa Carrió y el ex jefe de Operaciones de la SIDE Jaime Stiuso mantenían frecuentes encuentros y la legisladora operaba con información del virtual jefe del espionaje argentino, ya nada puede sorprender de lo que diga la chaqueña.
Una sutil maniobra de desviación informativa comenzó cuando Carrió acusa a un supuesto agente iraní de haber sido el autor del asesinato de Alberto Nisman. Dice que después del crimen viajó a Dubai y ahí se le perdió el rastro.
Sin embargo, fuentes de inteligencia del Ejército que eran enemigos de su ex comandante el General Milani dicen que eso es un globo inventado por “Jaime” para desviar la atención que los investigadores reales ponen en él y un pequeño grupo de ex agente de la SIDE.
“Lo del agente iraní es una farsa total que inventó Stiuso, lo operó Carrió públicamente y luego el propio Jaime lo hizo viralizar en cientos de miles de mensajes que corren por las redes sociales”, nos confidenció un ex agente de inteligencia militar.
Nos dicen que la presunción de que Stiuso haya sido parte de la conspiración detrás de la muerte de Nisman está cada vez más clara entre los investigadores del caso.
Hay elementos que nunca se escucharon y vale la pena mencionarlos como hipótesis. Se dice en esos pasillos de inteligencia militar que una vez desplazado de la SIDE, Stiuso mantuvo encuentros con capos de la industria que estaban dispuestos a poner dinero si se lograba desestabilizar al país para producir un cimbronazo en al precio de dólar. Querían producir una corrida bancaria, una conmoción pública y que el dólar saltara hasta las nubes. ¿Techint sabrá algo de esto?
¿Qué hacer para lograrlo? ¿Tirarle el cadáver del fiscal que tenía que investigar el atentado a la AMIA a Cristina Fernández y culparla del crimen?
Nisman era un vago que se ocupó poco y nada de la investigación. Recibía fortunas para llevar el caso que iban a cualquier cosa menos al fondo de la investigación.
Stiuso le daba elementos y Nisman los tomaba como prueba sin siquiera chequearlos. Por caso, es cierto que Irán mandaba fondos para dirigentes como Fernando Esteche y Luis D´Elía porque eran amigos de la causa iraní.
Esteche se quedó con buena parte de ese dinero y por eso sus ex compañeros de Quebracho lo apuñalaron en la marcha por Santiago Maldonado.
Otro dato relevante para comprender que Nisman ni siquiera escuchaba las grabaciones telefónicas lo confirmó un ex Gendarme apodado el “Ñoño”, un uniformado con antecedentes represivos de la época de la dictadura.
Dijo que uno de los imputados por Nisman —damos fe de que esto es cierto—, el buchón Allan Bogado era un enfermo mitómano, fabulador, mentiroso serial y que si Nisman hubiera escuchado su teléfono en lugar de imputarle por el pacto con Irán lo hubiera internado en una clínica psiquiátrica. Bogado era un traficante de influencias, presunto chantajista que actuaba como cadete de Roberto “Tatin” Porcaro, el operador en las sombras de Néstor y Cristina. Robaba información del escritorio de Pórcaro y salía a comercializarla al mejor postor.
Nisman también incluyó en su denuncia al ex juez Héctor Yrimia, con quien tenía una rivalidad por cuestión de faldas en el ámbito de la noche porteña. Ambos solterones y mujeriegos (no es una crítica, solo una descripción de sus personalidades), se rivalizaban por una morocha deslumbrante. Yrimia es un hombre de contacto de la CIA y el Servicio Secreto del Vaticano, jamás participaría en una conspiración a favor de Irán. Si lo hiciera perdería sus vínculos con EEUU y Roma, y hasta hubiera podido perder la vida.
Ya cuando los investigadores judiciales están tras los pasos de estas hipótesis, aparece Carrió con la mentira del agente iraní que huyó a Dubai después de matar a Nisman.
Su amigo Stiuso, agradecido como siempre.