Las buenas noticias comenzaron a partir del 22 de octubre, con la derrota del kirchnerismo. A partir de ahí sobrevinieron las detenciones del ex súper ministro Julio De Vido y el ex vicepresidente Amado Boudou, y entre estas, casi como a modo de "yapa" también tuvimos la renuncia de la procuradora Gils Carbó.
Como no podía ser de otra manera, y como viene ocurriendo desde la detención de Milagro Sala, el kirchnerismo sostiene que absolutamente todas estas detenciones se deben a una "persecución política".
Es un tanto rara, la idea que tienen los K del concepto "persecución política". Parecería que habría que explicarles que perseguido y/o preso político es aquella persona que es encarcelada por el solo hecho de expresar o manifestar sus ideas. O sea, exactamente lo que ocurre en Cuba y Venezuela con aquellos que están contra del régimen gobernante en estos países, solo por citar dos de los casos más cercanos a nosotros y que, casualmente, comulgaron (y lo siguen haciendo) con el kirchnerismo.
O sea, para ellos una persona que es encarcelada por estar en contra de un régimen no es un preso político, pero sí lo son personajes como De Vido, Boudou o Milagro Sala, que están siendo procesados con prisión preventiva por desfalco al Estado y enriquecimiento ilícito -entre otras causas- y no por sus convicciones políticas.
Lógicamente que esto no llama la atención en absoluto. ¿De qué manera se puede defender a alguien al ver, simplemente, el tipo de vida más que lujosa que llevan, al mejor estilo de los más grandes magnates árabes, cuando diez o doce años atrás no tenían ni la centésima parte de los bienes que hoy ostentan?
Un párrafo aparte merecen las declaraciones del dirigente ex piketero Luís D'Elía, luego de la detención de Amado Boudou, quien instó a los compañeros a "armar un comando táctico estratégico para la resistencia", pero encabezado por Cristina Kirchner a quien le dijo, textualmente: "no se puede hacer la pelotuda, y mirar para otro lado".
Por su parte, la ex presidenta se expresó en las redes sociales a través de una carta, en la que dice, entre otras cosas: “La privación de la libertad del ex vicepresidente no tiene nada que ver con la causa por la que se lo investiga. Es una clara maniobra intimidatoria y extorsiva”; "En Argentina el Gobierno del Presidente Macri está utilizando al Poder Judicial para perseguir a los dirigentes opositores. El objetivo de esta persecución judicial es precisamente atemorizar a los dirigentes de la oposición para que sean sumisos ante la segunda fase del ajuste que se busca implementar." Y lo más desopilante de todo: “Está en riesgo la democracia argentina”.
Como lo vienen haciendo desde siempre, los kirchneristas, ahora hacen dos de las tres cosas de lo que mejor saben hacer: victimizarse y tratar de invertir la carga de la prueba. La tercera, o la primera, el realidad, de las tres cosas que mejor saben hacer es robar, pero eso ya no lo pueden hacer. Solo les queda patalear, renegar, decir que es todo una trama del gobierno para encarcelarlos y esperar cada uno su turno, porque la lista es larga, muy larga.
Para finalizar, dos noticias más; una buena y una mala. La buena es que, finalmente, parecería ser que la justicia argentina empezó a funcionar. La mala es que esto ocurre recién ahora.