El periodismo tiene una mirada que no se transporta más allá de la General Paz. Y en esta miopía, se acerca a una serie de incongruencias, que generan un impacto mediático peligroso.
Cuando se habla de jubilación no se dice qué es lo que sucede en las provincias donde gobierna el peronismo, donde sus dirigentes llenan impunemente sus faltriqueras, mientras el pueblo vive sumergido en una oprobiosa degeneración de sus derechos.
En esa ceguera política y social hace que el periodismo juegue un rol de regocijo donde es lo mismo generar un espectáculo visual y escrito, de la violencia, como cubrir informativamente el Huracán María.
El periodismo en democracia no se siente obligado a callar, cobra una inusitada violencia. En cambio, en los gobiernos populistas, la voz es del Estado y el orden lo imponen los milicos. Y la prensa tiene un precio, que lo fija el genuflexo.
Puede que esto no cambie, porque la corrupción es una debilidad en el que se sumergen políticos, empresarios y sindicalistas. El trío tan mentado.
La vida es una fotocopia.
Saul Rabin
saulrabin@gmail.com