Hace mucho que, en su delirio autoritario y mesiánico, Hebe de Bonafini habla en nombre del pueblo, de la patria y de Cristina. Eso solo ya es grave y confirma la ceguera que produce el fanatismo. Pero eso no es delito. Eso es una soberbia política que se castiga en las urnas. Mucho tiene que ver en las tres derrotas electorales consecutivas del cristinismo lo que Bonafini dice y hace sin que ningún kirchnerista y mucho menos algún peronista se atreva a cuestionarla o a tomar distancia, aunque sea suavemente. Le tienen pánico. Sus insultos son como rayos paralizantes para muchos dirigentes K.
Pero ayer, por segunda vez, Hebe Bonafini cometió el delito de obstruir a la justicia y ponerse por encima de la ley. Hebe se atrincheró en la sede de Las Madres de Plaza de Mayo e impidió que funcionarios judiciales realizaran un inventario para registrar que elementos se pueden embargar para afrontar los juicios que los trabajadores de Sueños Compartidos le hicieron a Hebe y Sergio Schocklender. Subrayo algo: el juicio no se lo hace la oligarquía terrateniente. Se lo hacen albañiles, humildes trabajadores a los que Hebe estafó.
Pero ella se subió al pedestal de la justicia y dictaminó que ese no era un tema como para habilitar la feria. Y levantó las rejas y cerró con llave y llamó a un grupito de militantes para que les gritaran insultos a los empleados judiciales que se fueron pese a que estaban facultados a hacer uso de la fuerza pública. Pero nadie quiere llegar a ese extremo. ¿Cómo se va a apelar a la fuerza para calmar a una señora muy mayor que alguna vez tuvo prestigio internacional? Hebe sabe eso y lo utiliza para no permitir el accionar de un juez comercial. Y de paso, se victimiza y responsabiliza al gobierno de Mauricio Macri: “Nos quieren poner de rodillas y destruir todos los objetos que hay acá por el acuerdo con los militares que tienen”. Una mentira tras otra. Una falsedad tras otra.
No es la primera vez que lo hace. En otra ocasión el juez Marcelo Martínez Giorgi se vio obligado a tomarle declaración indagatoria a donde ella quiso porque se negó a ir al juzgado. Y cuando la fuerza pública la fue a buscar, un grupo de cristinistas se interpusieron para evitarlo.
Otra vez la justicia quedó en manos de quien está procesada por “partícipe necesaria del delito de defraudación a la administración pública por administración fraudulenta.” En cualquier momento se sienta en las butacas de la Corte Suprema de Justicia y da órdenes. De hecho una vez llamó a tomar el Palacio de Justicia y llamó “turros” a los magistrados. Un claro acto de incitación a la violencia colectiva y la sedición.
Hebe es o se cree la ley. Pero también es Cristina. No hay dudas de eso. Hebe de Bonafini se definió varias veces como una militante al servicio de Cristina Fernández de Kirchner. La considera una hija. Y la ex presidenta jamás tomó distancia ni condenó ninguna de las amenazas, acciones e insultos antidemocráticos que profirió la presidenta de las Madres de Plaza de Mayo.
Autoritaria como siempre pero rechazada como nunca, fue Nora Cortiñas, presidenta de Madres de Plaza de Mayo- Línea Fundadora la que la puso en su lugar: “Ella le dio el pañuelo blanco al general Milani y a Aníbal Fernández”. Quien fuera el máximo jefe del Ejército de Cristina hoy está preso acusado de haber cometido delitos de lesa humanidad y ningún kirchnerista tuvo la honradez intelectual de la autocrítica. Nada, ni una palabra. Claro que como no son tontos, tampoco lo defienden. Es que tiene las manos manchadas de sangre y la justicia, al final, lo va a condenar.
Muchos se quejaron porque en aquel momento, el juez procesó a Hebe, Sergio Schoklender, Abel Fatala y Josesito López, entre otros pero dejó como un santo a Julio de Vido. Le declaró la falta de mérito. Es un escándalo. Incomprensible.
Es raro que el juez no haya procesado a quien fue el cajero, el que entregó la plata de todos los argentinos para que se la robaran y nunca controló como se gastó ese dinero. De Vido es cómplice de la estafa o un inútil ineficiente. También puede ser las dos cosas. De hecho, todas las autorizaciones para transferir los 748 millones de pesos a la Fundación sueños compartidos, llevan la firma de De Vido. Y en muchos casos eran reasignación de fondos y por lo tanto tienen la firma de Cristina. Por eso, creo que la cuestión no puede terminar tampoco en Julio de Vido. Es Cristina la jefa y la responsable de todo lo que pasó durante su presidencia. Ella fue la que utilizó a Hebe, la que le colocó la camiseta partidaria y la que dio la orden para que le entregaran ese dinero negro que ensució los pañuelos blancos con la corrupción de estado. Ni una mosca se movía durante el gobierno de Cristina si ella no lo ordenaba.
Por eso digo que Hebe es Cristina. Bonafini hace y dice las cosas que Cristina no puede hacer ni decir.
Su procesamiento por desviar fondos es una vergüenza para todo el movimiento de derechos humanos. Porque Sergio Schoklender, a quien Hebe también definió como su hijo, confesó que es cierto que faltan cataratas de dinero. Y que se gastaron en actos para candidatos kirchneristas, en afiches para Amado Boudou y Abel Fatala y en mantener la radio o la universidad de las Madres en lugar de construir viviendas que era el destino original de esa fortuna que pagamos todos los argentinos y sobre todo los más pobres. Por eso Hebe fue procesada. Su respuesta fue bien escatológica. Le dijo al juez que la procesó que se “metiera la citación en el culo”.
Hebe de Bonafini eligió convertirse en una provocadora de incidentes y en colocarse en un lugar de extorsión a la democracia y desafío a la ley y la justicia.
Ella dijo que el juez Marcelo Martinez de Giorgi es un pavo al servicio de Clarín.
Es un escupitajo a la justicia digno de alguien que no cree y nunca creyó en la democracia republicana y si apostó a los juicios musolinianos en la plaza pública y a agraviar a todo los que pensaran distinto. Por eso desafiante dijo que le agradecía a Macri que la hubiera procesado. Para ella violar la ley es una medalla al mérito. Es muy grave que hayan procesado a Hebe. Porque un juicio oral y público la puede llevar a la cárcel. ¿Se imagina esa foto de Hebe rodeada de gendarmes o policías y hasta esposada? Recorrería al mundo y levantaría una gran reacción adversa.
Es que Hebe todavía es considerada una valiente luchadora por la aparición con vida de sus hijos y de todos los desaparecidos. Ella y las madres fueron claves para quebrar a la dictadura. Porque lo hicieron de forma pacífica. Al estilo David y Goliat. Fue pañuelos contra fusiles. Eso le dio prestigio. Porque fue el símbolo de una mujer común que fue muy golpeada por el golpe. Pero es tanto el cambio de Hebe que de golpeada pasó a ser golpeadora de la normas y la convivencia en legalidad y golpista en tanto apuesta a derrocar al actual gobierno democrático. Pocas veces alguien que llegó tan arriba, terminó tan abajo.
Siente que tiene coronita y que su condición de familiar de víctimas la transforma en una persona intocable. Y el asesinato o desaparición de un familiar te transforma en víctima de los genocidas. Pero no te transforma en un monumento a la ética. Y mucho menos ahora que se sabe que Hebe cometió o toleró por los menos dos delitos graves. La estafa de más de 200 millones de pesos en la Fundación Sueños Compartidos y en la universidad de las Madres.
En dos palabras su mensaje es: la justicia se respeta si hace lo que yo quiero. De lo contrario no se respeta. Es la misma lógica patotera y jurásica de sus admirados Fidel Castro y Hugo Chávez.
Yo no creo ni digo que Hebe se haya enriquecido como Néstor, Cristina, Báez o Julio de Vido. Digo que ella y solo ella fue la responsable de darle alas de ángel a un demonio como Schoklender.
Después fue un vale todo. Hebe quemó todo su prestigio. Hebe insultó varias veces al Papa Francisco hasta que finalmente Bergoglio la recibió y puso la otra mejilla. Y se la pasó elogiando al General Milani y maltrató a la madre del soldado desparecido Agapito Ledo que era una madre de plaza de Mayo en La Rioja. Celebró el atentado de los terroristas de estado de Bin Laden contra las Torres Gemelas que asesinaron 5 mil personas en un segundo, las acciones del narcoterrorismo de las FARC, o los homicidios de la ETA, los del tiro en la nuca como dice Serrat.Y así podría seguir la larga lista de actitudes estalinistas y agresivas. Durante una discusión con Horacio Verbitsky, Bonafini cayó en un antisemitismo despreciable y lo acusó de ser “judío y además sirviente de los Estados Unidos y estar a sueldo de la Fundación Ford”. Después, Hebe insultó hasta a Adolfo Pérez Esquivel, el Premio Nóbel de la Paz que estuvo preso durante la dictadura y fue casi un padre de Plaza de Mayo. Al presidente Macri lo trató varias veces de Hitler y Mussollini. Yo entiendo que tuvo que sufrir el más terrible dolor al que puede someterse a un ser humano: la desaparición de sus hijos. Soy consciente de que muchos, por mucho menos, enloquecerían. Pero la tragedia no puede ser un certificado de impunidad ni de inmunidad. El desgarro no da fueros. La impunidad es como la muerte. No hay ninguna buena. De aquella lucha contra los asesinos de ayer, a la intolerancia y el dogmatismo blindado de hoy. Aquellos Sueños compartidos se transformaron en pesadillas. De aquella mujer que luchaba por restablecer la ley a esta que se cree que es la ley. De aquella mujer golpeada por el golpe a esta mujer golpista.